Utilizan la iluminación neuronal para vencer los miedos

A través de la renderización celular específica
La retención de malos recuerdos, como ocurre en el trastorno del estrés postraumático, (TEPT), puede llevar a la gente a lugares muy oscuros. El Instituto Weizmann demuestra como una luz brillante en un área específica del cerebro puede aflojar el control de tales memorias y reducir el miedo asociado a determinadas conductas.
En un estudio publicado en Nature Neuroscience, un equipo liderado por el Dr. Ofer Yizhar del Departamento de Neurobiología demostró que es posible reducir la adquisición de respuestas “estimuladas” por recuerdos aterradores a través del uso de la optogenética, una tecnología que renderiza (generar una imagen o vídeo mediante el cálculo de iluminación) células individuales, altamente específicas y fotosensibles y luego las activa usando destellos de luz.
La investigación se llevó a cabo con el Dr. Postdoctorante, Oded Klavir (actualmente investigador en la Universidad de Haifa) y el Dr. Matthias Prigge, ambos del Laboratorio Izhar en el Departamento de Neurobiología, junto con su colega, Prof. Rony Paz y el estudiante graduado Ayelet Sarel.
Durante los experimentos, el equipo indujo condiciones de terror en ratones mediante un determinado sonido, que luego los roedores asociaron con el miedo. Luego los investigadores usaron las luces láser para activar células específicas en el cerebro del ratón, luego de lo cual el ratón no volvió a asustarse al escuchar el sonido.
Se sabe que las células seleccionadas están involucradas en la comunicación entre dos zonas diferentes del cerebro: la amígdala, que desempeña un papel central en la emoción y la corteza prefrontal, que participan en el almacenamiento de la memoria a largo plazo. Estudios previos habían sugerido que las interacciones entre estas dos regiones del cerebro contribuyen a la formación y el almacenamiento de los recuerdos adversos y que estas interacciones están comprometidas en el TEPT. Sin embargo, los mecanismos exactos detrás de estos procesos eran desconocidos.
Los investigadores utilizaron un virus modificado genéticamente para marcar las neuronas de la amígdala que se comunican con la corteza prefrontal. A continuación, utilizando otro virus, insertaron un gen que codifica una proteína sensible a la luz en estas neuronas. Cuando brillaba una luz en el cerebro, sólo las neuronas que contienen las proteínas sensibles a la luz se activaban, por lo que es posible trazar las neuronas en la corteza prefrontal que reciben señales de las neuronas de la amígdala.

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