Una solución para el problema demográfico de Israel 

10 agosto, 2016

Es urgente una integración de la población no-judía

Bernardo Ptasevich

Los judíos nos quejamos en forma permanente por la asimilación que afecta en forma importante la continuidad del judaísmo en el mundo. Es un fenómeno comprobable y real, pero… “nadie elige donde nacer”. Cada persona se desarrolla y actúa según lo que le tocó en la vida y eso no puede representar bajo ningún concepto una falla, una deserción o un delito de tipo étnico ni religioso.
La emigración obligada de los países europeos provocó un desembarco forzoso de los judíos en condiciones extremas imposibles de manejar en forma individual. No siempre bien recibidos, han logrado sin embargo en todos los países formalizar relaciones y amistades fuertes con las personas del lugar. Algunos han logrado agruparse y formar instituciones de la comunidad desarrollando una vida judía más plena. Otros debieron adaptarse a la situación que les tocó vivir. En la mayoría de los casos no dejaron de sentirse judíos pero se alejaron de las sinagogas y de las exigencias de la religión en su vida diaria. Enviaron a sus hijos a las escuelas públicas o privadas del país, realizaron actividades y participaron en las tradiciones del sitio en que vivían armando su círculo de relaciones en ese ámbito. Las instituciones judías en la diáspora crearon a veces grupos cerrados donde el acceso no era fácil y del que muchos se alejaban nuevamente.

La asimilación
como pérdida
Los hijos de los judíos emigrantes se fueron casando, formando familias y creando descendencia. Conocieron a sus parejas en sitios de estudio, entre vecinos, en los empleos, en actividades sociales o recreativas. Solo se podrían juzgar estos hechos si fuera un error vivir o sobrevivir tratando de ser buena persona, respetar a los demás, estudiar, trabajar, relacionarse, tener pareja y casarse. Algunas situaciones llevaron a la parte judía a una vida alejada del judaísmo. Sin embargo, en muchos casos ha sido a la inversa, formando familias judías casi tradicionales, generalmente no religiosas aunque en algunos casos, incluso religiosas. ¿Cuántos matrimonios mixtos viven hoy en Israel? La mayoría respetan las tradiciones judías, envían a sus hijos a las escuelas israelíes donde Torá y Talmud son materias de estudio. Los niños llevan a casa toda la esencia y la historia judía que se va colando por cuanta rendija encuentre. Poco a poco, la casa familiar se va convirtiendo en un hogar judío. Cuando hablamos de la asimilación, siempre hablamos de pérdida. Cuando un hijo se nos casa podemos pensar que algo se va de nuestra vida. Sería mejor recibir con alegría a su pareja en lugar de perder un hijo cuya supuesta y única falta fue enamorarse. Es cierto que las leyes religiosas no son fáciles de cambiar, que tienen la legitimidad que da el tiempo y el poder que le da el ser eternas. Sin embargo en un contexto “Judaísmo-Israel”, (país de los judíos)” las cosas deberían verse de otra forma. Para comenzar, tendríamos que definir si Israel es el país solamente de los judíos que siguen a rajatabla las normas religiosas. En ese caso no hay mucho que hablar y todo lo mencionado anteriormente pierde importancia. No podemos desconocer que la mayoría de la población del país no entra en esos parámetros. Deberíamos saber si tienen derecho a definir y determinar aspectos de su futuro en el porcentaje que les corresponde.

El peligro de la explosión demográfica en Israel
Nuestro país se encuentra en un constante peligro de desaparición, ya sea por ataques reales de nuestros enemigos, como por el crecimiento demográfico de la población árabe israelí que celebraría terminar con nuestro Estado. La Comunidad Internacional es cada día más propensa a los reclamos palestinos que a los derechos de nuestra Nación. Por ello es importante que la mayoría de la población futura sea conformada por judíos religiosos, laicos y por gente que nos quiere o está vinculada en forma estrecha con nosotros aunque no sean judíos. Podemos instrumentar la forma para que personas de bien vivan aquí sin que se pierda “que Israel siga siendo el único lugar en que nuestros derechos judíos no son avasallados”. El crecimiento de la población no se está realizando como sueñan quienes quieren un país poblado sólo por judíos. Nuestras fronteras son altamente permeables; cada día hay más ilegales, que ingresan de diferentes formas y mediante distintas artimañas. La necesidad de población hizo que gobiernos anteriores abrieran las puertas a personas que llegaban por medios no muy claros y con derechos que posiblemente no les corresponden. No vemos que el Gobierno actual haya hecho nada para revertirlo. Cada día entra más gente sin documentación en regla al país. Sobre ellos que no hay reglas religiosas que valgan, (al menos hasta que se empiecen a casar con nuestra gente en un futuro. Es preferible otorgar permisos en forma ordenada y por derecha. Recibir a quien se está integrando por medio de su familia a nuestra forma de vida y no a quienes entran al país por trampas, leyes mal aplicadas o por la especulación de quienes necesitan conseguir trabajadores para las cosas que nadie quiere hacer. La forma de ganar y de no perder judíos en el mundo actual y futuro es “la asimilación al revés”. Los que manejan el tema deben darse cuenta que el tiempo ha pasado y juega en nuestra contra.
La población árabe de Israel llegará en unos años a cifras que en un país democrático pueden hacerse del Gobierno y las decisiones en tiempos no demasiado lejanos. Es seguro que podemos instrumentar otra forma de que personas de bien vivan con nosotros sin que se pierda por ello que el país siga siendo el único lugar en que nuestros derechos judíos no sean avasallados.

Integrar a nuestros familiares no judíos
Deberíamos implementar “la asimilación al revés” y recibir a las personas cuya pareja es un judío para integrarlas a nuestra comunidad, a nuestras tradiciones. Estoy cansado de tener que convivir en Israel con personas que no nos quieren y nos quieren eliminar de la faz de la tierra. Por ello es imperdonable separar o prohibir a quienes sí nos aprecian. No se puede desconocer lo que le ha pasado a los judíos en la historia y el proceso posterior al terrible Holocausto. Hubo que sobrevivir a la tragedia de la forma que a cada uno le ha tocado en suerte. El adaptarse a los nuevos sitios fue algo natural y necesario.

Israel nació para quedarse
Los rabinos deben dar el ejemplo. Ellos han estudiado la Torá, han dedicado su vida al conocimiento y son los que pueden transmitir a la gente lo positivo de una vida espiritual. Deben analizar nuevamente su posición ante estas situaciones y permitir de algún modo la integración de las familias mixtas y sus hijos a la vida judía. Bienvenida la gente buena que hay en el mundo y los que formaron pareja y familia con un judío, para que nos ayude a defendernos de quienes nos tiran misiles, de quienes apoyan acciones para destruirnos desde las instituciones mundiales y las falsas organizaciones de derechos humanos. Israel nació para quedarse y no podrán borrarlo del mapa por más misiles y odio que nos manden. Todos juntos estaremos listos a defender nuestros derechos. Podemos construir el gran Israel, un gueto cerrado para quienes cumplan a rajatabla con las normas religiosas, o podemos hacer de Israel un gran país, el país donde los judíos pueden vivir en paz, desarrollar sus creencias con libertad y no ser perseguidos, aunque vivan en él judíos laicos y otras personas que no sean judías pero quieran compartir con respeto nuestro destino de desarrollo espiritual, familiar, cultural y material. ■

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