Una auspiciosa brecha generacional Jaredí

3 agosto, 2016

Cambios más profundos dan razones para el optimismo

Evelyn Gordon *

Con una la lectura de los últimos titulares israelíes, uno puede ver por qué muchos judíos estadounidenses están convencidos de que el extremismo ultra-ortodoxo es cada vez peor. Recientemente los partidos haredim (ultraortodoxos) consiguieron que la coalición apruebe una ley que prohíbe el uso de las mikves (baños rituales estatales) por parte de judíos no ortodoxos para realizar sus conversiones. A principios de este mes, los tribunales rabínicos dominados por los haredim se negaron a reconocer las conversiones por un reconocido rabino ortodoxo estadounidense, Haskel Lookstein; y desde hace meses, los partidos ultraortodoxos han bloqueado la iniciativa de implementación del sector de oración de género mixto y reformista en el Muro Occidental. Sin embargo, si miramos sólo estos titulares perdemos una parte crucial de la historia: Jóvenes haredim, sin dejar de estar apasionadamente comprometidos con el judaísmo ortodoxo, cada vez más rechazan las posiciones de línea dura de su liderazgo rabínico sobre numerosas cuestiones, incluyendo el trabajo, el servicio militar, el estudio académico, y el aislamiento comunal.
Vamos a empezar con el trabajo. Oficialmente, el liderazgo rabínico todavía sostiene que los hombres deben estudiar Torá a tiempo completo. Sin embargo, la proporción de hombres ultraortodoxos que entran en la fuerza de trabajo está en constante aumento, y el año pasado, superó el 50 por ciento por primera vez desde que Israel inició el seguimiento de los datos. Es ahora el 51,2 por ciento, y el gobierno espera que alcance el 63 por ciento en 2020.
En cuanto a las mujeres ultraortodoxas, cualquiera que piense que están confinadas a la cocina está muy desactualizado. El año pasado, el 73,1 por ciento de las mujeres religiosas trabajó, por encima del 61,5 por ciento tan sólo cinco años antes; eso está ya muy por encima de la meta del gobierno del 63 por ciento en 2020. Y desde que la comunidad Jaredí no puede proporcionar suficientes puestos de trabajo para todas estas mujeres, están cada vez más integradas en la economía más amplia, incluyendo la alta tecnología. Obviamente, esto implica un mayor contacto con los no-haredim.

Cambios demográficos y sociales en el mundo Jaredí
Nuevas actitudes hacia el trabajo también están influyendo en una nueva generación de políticos haredim. El periódico Haaretz mostró el perfil fascinante de Israel Porush, de 36 años de edad, intendente de la ciudad haredi de Elad, cuyo padre y abuelo eran prominentes miembros de la Knéset y viceministros. El Porush anciano se centraba en las preocupaciones tradicionales de los ultraortodoxos. Sin embargo, el joven intendente tiene un objetivo diferente: en las palabras de la reportera Meirav Arlosoroff, que «el mayor número de habitantes de la ciudad empiece cuanto antes a trabajar.»
Con este fin, no sólo ha traído empresas de negocios como un centro de desarrollo de software a la ciudad, sino que se ha negociado acuerdos con dos gobiernos locales vecinos – uno judío secular y otro árabe para crear parques industriales conjuntos.
En la educación, el cambio es igualmente dramático. No sólo el número de haredim en la universidad aumentó en un 83 por ciento, a 11.000, a partir de 2011-2015, sino que las actitudes cerradas hacia los estudios seculares en las escuelas secundarias también están cambiando.
Esto sería inimaginable si miramos a la vieja generación de políticos ultraortodoxos. Recientemente, a instancias de los partidos Jaredíes, la coalición acordó derogar una ley que impone sanciones económicas a las escuelas religiosas que no enseñen el plan de estudios básico.
Pero al día siguiente, el Jerusalem Post citó a un nuevo estudio que encontró que al 83 por ciento de los padres Jaredíes les gustaría que sus hijos asistan a escuelas secundarias que enseñen materias seculares junto a las religiosas, como ya lo hacen muchas escuelas para niñas Jaredíes. Otro 10 por ciento consideraría esta opción. Por otra parte, observaba el artículo, el número de niños que asisten a yeshivot (academias talmúdicas) que preparan a los estudiantes para los exámenes de matriculación seculares, se ha duplicado desde 2005. Aunque el número permanece diminuto (1.400 inscritos en el año pasado), los resultados de la encuesta indican que esto se debe menos a la falta de demanda que a la falta de suministro: hoy en día, existen poco más de una docena yeshivot con esa oferta de estudios seculares.
La encuesta también da credibilidad a la afirmación del ministro de Educación, Naftali Bennett que la legislación coercitiva no es necesaria para resolver el problema de la falta de estudios seculares. Ayudar a otras escuelas a empezar, en lugar de poner obstáculos en su camino, podría ser más eficaz.
En el servicio militar, también, el cambio es evidente. En 2014, 2.280 haredim se alistaron- alrededor de un tercio del número si todos los hombres Jaredíes a la edad de 18 años se hubieran alistado. En algunos lugares, las cifras son más altas: en Elad del intendente Porush, alrededor del 40 por ciento de los hombres hacen el servicio militar.
Es cierto que estos cambios en la sociedad Jaredí no conducirán a cambios de actitud en la dirigencia superior tan pronto. Los rabinos principales Jaredíes están en sus años noventa, y sus sustitutos serán hombres de edad similar. En otras palabras, son productos de un mundo muy diferente – uno donde el Holocausto había acabado con la mayoría de los judíos de Europa, donde el sistema sionista de ejército y escuela de Israel buscó activamente crear «nuevos judíos» según el modelo de la élite secular gobernante, donde la reconstrucción el mundo de la Torá fue la necesidad imperiosa, y donde el aislamiento del conocimiento secular y la sociedad secular se consideró esencial para lograr este objetivo. Esta es la visión del mundo que absorbían en sus años de formación, y no la abandonarán en su vejez.
Pero los haredim más jóvenes se criaron en un mundo muy diferente -uno en el que el estudio de la Torá está floreciendo, la población religiosa está creciendo, y las instituciones del Estado desde el ejército a las universidades ya dan la bienvenida a los haredim sin exigirles que dejen su modo de vida. En consecuencia, esta generación se siente menos amenazada por el mundo secular; confía en su capacidad para trabajar, asistir a la universidad e incluso hacer el servicio militar sin perder su identidad Jaredí.
El cambio de abajo hacia arriba es por lo general más lento que la versión de arriba hacia abajo, pero también tiende a ser más duradero. Y por lo tanto, los titulares de los últimos meses son engañosos: la evolución de la sociedad Jaredí en su conjunto proporciona realmente fuertes motivos para el optimismo.

Fuente: Evelycgordon.com

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