Un Pissarro robado por los nazis reaparece en una exhibición en París

19 mayo, 2017 , ,
"La cueillette des pois" de Camile Pissarro Foto: Wikipedia Dominio Público

El Tribunal de Gran Instancia de París examinó con carácter urgente si el cuadro «La cueillette des pois» (1887) de Camille Pissarro, robado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial al coleccionista francés Simón Bauer, debe permanecer en Francia mientras la justicia decide quién es su propietario.

La obra impresionista fue adquirida en 1995 en una subasta de la casa Christie’s en Nueva York, por Bruce y Robbi Toll, quienes el pasado febrero lo prestaron al Museo Marmottan Monet para una exposición temporal que concluye el 2 de julio.

Allí redescubrió esa pieza de la expoliada colección de su abuelo Jean-Jacques Bauer, de 87 años -presente en la audiencia-, quien reclama a la justicia que la retenga en depósito en Francia mientras instruye el fondo del asunto.

El abogado Cédric Fischer subrayó que su cliente se ocupa del caso personalmente porque «él es el sobreviviente. Conoció a su abuelo, conoció su colección de cuadros y los vio de niño en su salón. Para él es algo muy fuerte».

«Su abuelo no fue exterminado, pero sí su padre, resistente, que fue detenido y murió por Francia en un campo de concentración de Alemania», añadió el letrado, biznieto a su vez de quien fuese ya abogado de Simón Bauer entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial.

El tribunal, que confirmó el anuncio de su veredicto para el 30 de mayo, se reunió por estimar su presidenta que la naturaleza del caso hacía preferible que fuese juzgado no por un juez sino por tres, algo bastante inusual en este tipo de procedimientos.

Bauer (1862-1947) fue uno de los descubridores de Pissarro, de quien poseía una docena de telas hasta el 10 de octubre de 1943.

En esa fecha, los 93 cuadros de su colección fueron confiscados por un conocido marchante parisino, nombrado por el gobierno colaboracionista de Vichy que expoliaba los bienes de la población judía.

Pese a su internamiento en 1944 en el campo francés de Drancy, paso previo a la deportación a un campo de exterminio alemán, una huelga ferroviaria y luego la liberación de la ocupación nazi impidieron que el coleccionista terminase sus días en las cámaras de gas nazis.

De retorno a París, dedicó parte los últimos años de su vida a intentar recuperar lo robado, tarea que continúa aún su nieto, quien dijo haber logrado recuperar, «de las obras importantes de la colección, seis Pissarro y un Degas».

«La historia de cada una de ellas daría para una novela negra» apuntó Bauer, quien en 1965 logró que la justicia francesa requisase «La cosecha de guisantes», tras ser alertado de que estaba en un hotel parisino para ser vendido «de manera un poco clandestina».

Finalmente, un juez de instrucción, Jean Cabantous, validó la venta y el Gobierno francés otorgó al galerista neoyorquino Findlay, que había adquirido el gouache, permiso para exportarlo a EE.UU.

Unos meses después, el cuadro estaba en Londres, subastado por Sotheby’s, y de su opaco periplo se sabe ahora que reapareció en 1995 para ser subastado en la sede neoyorquina de otra gran casa de ventas, Christie’s, donde los Toll pagaron por él 800.000 dólares.

Desde el 23 de febrero, cuelga en la monográfica «Camille Pissarro, le premier des impressionnistes», una de las dos grandes muestras que París dedica en estos momentos al pintor de origen sefardita considerado como el padre del movimiento impresionista.

El abogado de los Toll, Ron Soffer, reiteró en la vista que sus clientes son sensibles a la causa judía y apoyan instituciones en EE.UU e Israel; subrayó que «no hicieron nada, aparte de comprar un cuadro en una subasta de Christie’s», y defendió que el propio préstamo hecho al museo parisino ilustra su indudable buena fe.

Estimó, asimismo, que además de haber prescrito la posibilidad de reclamar su propiedad y por lo tanto no haber «litigio serio de fondo» que justifique la retención del cuadro en Francia, la decisión de quién es su propietario puede tomarla perfectamente, si fuese preciso, la justicia estadounidense. EFE

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5 thoughts on “Un Pissarro robado por los nazis reaparece en una exhibición en París”
  1. Acá están manejando mal las cosas. Christie´s es la que tiene que dar cuenta de quién es el vendedor y la justicia debe caer sobre ellos.

    1. Si, yo también creo que Christie’s tiene la obligacion legal de investigar el PROVENANCE, la procedencia de los articulos que subasta. Y por consiguiente son los responsables si hay dudas sobre la «genealogia» de la propiedad del artículo…

  2. Los crímenes prescriben, pero hay casos excepcionales, en un estado de derecho es muy habitual incluir delitos internacionales por los crímenes de lesa humanidad, como los ocurridos en el Holocausto, aunque en España los hayan eliminado durante el actual gobierno de derechas, también en España es muy normal que los criminales escapen indemnes por prescripción de los delitos, con pocos años en el caso de delitos graves como los abusos a menores, por ejemplo la pederastia es absurdo que prescriba cuando es muy complicado que las víctimas puedan denunciar hasta pasados varios años, hasta que tengan mayoría de edad y sean creídos y se recuperen de los daños psicológicos. El expolio de los nazis es otro delito que no puede quedar indemne como si aquí no hubiera pasado nada, por muy complicado que pueda llegar a ser investigarlo, cosa que no parece en este caso de los cuadros robados, también en España existen ejemplos de todo tipo a raíz de la Guerra Civil y el consiguiente expolio de los fascistas contrarios al legítimo estado democrático, en la democracia actual el estado ha devuelto sedes a los grandes partidos, pero han quedado excluídos los partidos de extrema izquierda y anarquistas porque no pueden demostrar que los actuales sean los mismos o sus herederos, en el caso de los masones desconozco el problema, fueron la obsesión de los fascistas españoles, exterminaron a los que no pudieron escapar, confiscaron sus posesiones personales, bienes materiales y sus sedes, hasta discriminaron socialmente a sus familiares por ley durante la mayor parte de la dictadura fascista. Pero además quedan muchos delitos de los que los gobiernos no quieren ni hablar, como el robo de niños a las madres que no fuesen lo suficientemente fascistas, nada menos que 300.000 bebés robados, los trabajos forzados y daños psicológicos, las pensiones de los funcionarios republicanos o legítimos trabajadores demócratas, los robos o recaudaciones forzosas a supervivientes republicanos enmascarados como daños de guerra, incluidos los judíos sefardíes, que fueron obligados a pagar grandes cantidades de dinero y les confiscaron bienes.

    1. Perdón, en 1999 el parlamento de España aprobó una ley para dar una pensión a los militares del estado democrático republicano a partir de sargentos, equiparable a la de los militares fascistas y posteriores. De todas formas, antes de la Guerra Civil en el ejército español había un oficial por cada 6 soldados, y un general por cada 100, siendo Franco uno de tantos que trepó hasta lo más alto a base de leyes de ascenso rápido. Tampoco los militares llevaron todo el peso o la decisión del golpe de estado fascista, ya antes del definitivo se produjo un intento conocido por la sanjurjada en 1932, promovido por terratenientes que veían peligrar sus privilegios. Todos los sectores conspiradores durante la Segunda República formaron el partido de la derecha CEDA, cuyo líder Gil Robles decía cosas tan interesantes como: «la democracia no es un fin sino un medio para la conquista del nuevo estado. Cuando llegue el momento, ya sea a través del parlamento, la eliminaremos [la democracia]». Las razones económicas fueron más allá de conservar privilegios feudales por parte de unos pocos o vivir del estado por parte de funcionarios militares, unos mindundis como los filonazis falangistas alcanzaron el poder, asesinaron y robaron, actuando como los matones de una mafia. Hoy día, las empresas que se enriquecieron con la Guerra Civil y el trabajo esclavo de los presos cotizan en la bolsa en el Ibex35, una preside el Real Madrid. Bienes inmuebles y templos de los masones que fueron destruidos acabaron en manos de algunos fanáticos del régimen fascista que se enriquecieron construyendo edificios. En general, en España los fascistas salieron muy bien parados, sus numerosos crímenes y robos les salieron gratis.

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