Un libro sobre la vida de Mengele en Paraguay pone fin a medio siglo de silencio

3 junio, 2018 , ,
Josef Mengele Foto de un documento de identidad argentino de 1956

«Mengele en Paraguay», el libro del periodista paraguayo Andrés Colmán, recoge la estancia en ese país del médico nazi Josef Mengele, conocido como el «ángel de la muerte», para rescatar «una historia que durante medio siglo permaneció escondida».

Colmán, que presentó la obra esta semana en Asunción, se acercó a la figura de Mengele en 2014, muchos años después de la muerte en Brasil de quien fuera el responsable de seleccionar qué nuevos presos del campo de exterminio de Auschwitz morirían en las cámaras de gas y cuáles serían esclavizados o sujetos de sus experimentos «médicos».

Lo hizo en una cobertura en la colonia Hohenau, en el departamento de Itapúa (sur), que coincidió con el lanzamiento de un libro que aseguraba que Adolf Hitler había muerto en Paraguay, dijo Colmán, periodista del diario «Última Hora».

«Como nos quedamos a dormir en Hohenau, que es una colonia alemana, un miembro de mi equipo, con una tía concejala allí, me dijo que le preguntáramos si conocía algo más sobre Hitler para hacer un reportaje», recordó el autor.

Allí no encontró información sobre Hitler, pero sí sobre la casa en la que supuestamente se hospedó Mengele, de quien se sabía que había residido en Paraguay a mediados del pasado siglo.

Con esa referencia, Colmán, con la colaboración de los periodistas Narciso Meza y Desirée Esquivel, comenzó a escarbar en la memoria de los pobladores del lugar, aunque todavía pesaba un «pacto de silencio».

Colmán y su equipo comenzaron a recorrer distintos puntos del mapa paraguayo con presencia de emigrantes alemanes y a buscar testimonios rigurosos que confirmarán la estancia de Mengele.

Cuatro años después, y con un trabajo que incluye la revisión de documentos desclasificados por la CIA y el Mossad, la agencia de inteligencia israelí, así como unas 15 entrevistas presenciales, Colmán ha recopilado esa investigación en doce capítulos.

Según Colmán, el resultado es una combinación de «periodismo investigativo y periodismo narrativo», con «una base documentada, muchas citas y testimonios».

«Empiezo el libro con la historia de Beate Klarsfeld (cazadora de nazis). Yo lo viví de cerca porque era un joven periodista cuando vino y fui a cubrir sus manifestaciones frente al Palacio de Justicia», rememoró el periodista.

Ese episodio ocurrió en 1985, seis años después de que Mengele muriera ahogado en Brasil, aunque todavía no se había confirmado el fallecimiento y se le creía vivo.

De hecho, Klarsfeld aseguraba que Mengele estaba escondido en Paraguay gracias a la protección del dictador Alfredo Stroessner (1954-1989), hijo de un inmigrante bávaro.

Colmán se detiene después en la estancia de Mengele en Paraguay, a partir de 1951, lo que según el periodista «está certificado en un informe de la CIA que tiene tres fuentes distintas y todas coinciden».

«Vino como cinco o seis veces al Paraguay y se movió libremente, porque hasta entonces no lo buscaban y su nombre no sonaba en la lista de criminales. Él había entrado con el nombre de Helmut Gregor», dijo Colmán.

En Paraguay contó siempre con la protección del colono alemán Alban Krug, quien le albergó en su casa, según distintos testimonios recogidos en el libro.

De esos recuerdos de las personas entrevistadas también se desprende que «hay mucha leyenda de que él era un médico loco», pero «el Mengele de la realidad era muy distinto», señaló Colmán.

Si vida en Paraguay transcurrió entre viajes por el país y fiestas de amigos alemanes entre los que se sentía seguro, y que se podía permitir gracias a los ingresos obtenidos con las empresas familiares.

«En Argentina tenía un auto lujoso, aquí se compró una casa (en Asunción) y se habla de propiedades en Itapúa. Plata no le faltó», aseguró Colmán.

Muestra de su nivel de vida es una de las anécdotas que Colmán incluye en su libro, cuando en 1965 Mengele acudió a una joyería de Asunción donde le atendió su dueña, Sonia Tauber, sobreviviente del campo de exterminio de Auschwitz.

«Al extender la mano, él se fija en el número tatuado en su brazo izquierdo, se queda blanco, dice que se ha olvidado la billetera y sale corriendo», contó Colmán. EFE

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