¿Un acuerdo demasiado lejos? Los dilemas de Israel, Fatah y Hamás en Gaza

7 agosto, 2018 , , ,
Tropas de Hamas en Gaza

El establishment de Defensa de Israel teme que, si no se alcanza el acuerdo con Hamás, propuesto por el enviado de la ONU en la región, Nickolay Mladenov, y promovido por Egipto; la organización terrorista islámica tenderá hacia una nueva confrontación en Gaza.

El acuerdo es un edificio de cuatro pisos y parece que solamente la parte inferior sería para el Estado judío la más factible. Es decir, la reapertura del paso fronterizo de Kerem Shalom, el único cruce comercial para las mercancías, que actualmente se abre solamente para el traspaso de ayuda humanitaria; a cambio de que Hamás ponga fin a los lanzamientos de artefactos incendiarios y a las violentas manifestaciones en la frontera. O sea, el regreso a la situación anterior al 30 de marzo, cuando los palestinos comenzaron con la semanal “Marcha del Retorno”.

En los pisos intermedios del edificio está la casi imposible reconciliación entre el movimiento Fatah, columna vertebral de la Autoridad Palestina (AP), liderado por el presidente palestino Mahmud Abbás (Abu Mazen) y Hamás.

La AP quiere el control total de la Franja expresado en la consigna: “una sola autoridad, una única fuerza armada”. En cambio, Hamás pretende copiar al modelo de Hezbollah en el Líbano, donde a nivel formal gobierna el presidente y el Parlamento, pero en realidad el grupo terrorista chií pro-iraní tiene la última palabra, al mantener su poderosa milicia armada que aparentemente es más vigorosa que el Ejército Libanés. En pocas palabras, Hamás no piensa ni en sueños desarmarse y busca deshacerse del gobierno, pero nunca ceder el poder.

Abbás entiende que un acuerdo en estas condiciones otorgaría legitimidad a Hamás, clasificado por Israel, la Unión Europea y Estados Unidos como una organización terrorista, y agrandaría la separación entre Cisjordania y Gaza.

Por otra parte, Israel condiciona el acuerdo al regreso de los cuerpos de los soldados Oron Shaul y Hadar Goldin, caídos en la última guerra en Gaza en 2014, y de dos civiles israelíes (uno de origen etíope y otro beduino), con problemas mentales, que ingresaron voluntariamente a Gaza.

Pero Hamás reclama a cambio la liberación de número aún no definido pero probablemente alto de terroristas palestinos con sangre en las manos. Ante un probable panorama electoral en el horizonte, es de presumir que al Gobierno del primer ministro, Biniamín Netanyahu, un intercambio de ese tipo se le haría difícil de digerir.

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