Trieste (Italia), una ciudad atrapada entre la literatura y la historia

Recorremos algunos de los lugares más representativos y significativos de esta ciudad que a tantos escritores y artistas inspiró y de la cual “uno tiene la impresión de no estar en ningún sitio porque se tiene la sensación de estar suspendido en la irrealidad”, en palabras del dramaturgo y crítico vienés Hermann Bahr. 
También repasamos sucintamente su herencia judía.

por Ricardo Angoso

Trieste es una verdadera y auténtica ciudad de encrucijada, un cruce de caminos, culturas, pueblos e identidades nacionales que confluyen en esta bella y cuidada urbe. Realmente la verdadera personalidad de Trieste es plural porque por la misma pasaron romanos, bizantinos, lombardos, venecianos, austriacos, eslovenos, germanos, croatas y, ya más recientemente, pasó a formar parte de Italia. Trieste, esa ciudad híbrida y mestiza, siempre frontera, siempre triste y apasionante, tal como la definía el profesor y escritor Claudio Magris.

Ciudad abierta, cosmopolita y con un notable patrimonio cultural, arquitectónico e histórico, en la misma siempre convivieron italianos y eslovenos, pero también otras comunidades eslavas y una comunidad judía de origen sefardí. Esta pluralidad discurrió siempre con normalidad y en un clima de convivencia multiétnica natural, sin conflictos y armonía.

Sin embargo, en 1938, tras la promulgación de las leyes racistas de Mussolini en esta misma ciudad, precisamente en la cuna de la tolerancia italiana, esa convivencia se rompió y comenzaron las persecuciones a los judíos que culminaron con el exterminio de casi toda la comunidad judía de Trieste.

Hoy, sin embargo, las cosas son muy distintas y Trieste conserva todavía su carácter plural. Ciudad muy turística, y enclavada entre la Italia del norte, Croacia y Eslovenia, Trieste posee numerosos museos, palacios, grandes plazas, buenos restaurantes donde degustar la comida friuliana, eslovena o italiana, hoteles de primera calidad, tabernas acogedoras para todos los públicos y precios y, en fin, un sinfín de posibilidades a todos los niveles. A continuación te detallamos una pequeña nómina de aquellos lugares que consideramos imprescindibles en una visita a la ciudad, aunque hay muchos más que superarían el alcance de esta breve reseña y descubrirás seguramente en tu viaje. 

Plaza de la Unidad de Italia. Es la gran plaza de Trieste, desde donde discurren todas las grandes calles y avenidas de la ciudad y donde nos encontramos en sus alrededores con la mayoría de los monumentos de la ciudad. Entre los edificios y palacios situados en la misma plaza o cerca de ella, hay que destacar le Palazzo della Luogotenenza Austriaca (1903); el Palazzo Stratti (1839), donde se encuentra el Caffè degli Specchi (Café de los Espejos); el Palazzo Modello (1871); el Municipio o Palazzo del Comune (1875); el Palazzo Pitteri (1780); el Grand Hotel Duchi d’Aosta (1873); y, finalmente, por citar solamente algunos, el edificio de la compañía de navegación Lloyd Austriaco di Navigazione (1884). También en esta plaza nos encontraremos, en el centro de la misma, la impresionante y bella fuente del bergamasco Giovanni Battista Mazzoleni (1754) y la estatua de Carlos VI (1728).

Como dato curioso y anecdótico, hay que señalar que desde esta plaza el dictador Benito Mussolini anunció desde el edificio del Ayuntamiento de la ciudad las conocidas Leyes raciales de carácter fascista que abrieron la veda a la “caza” de los judíos italianos. Ante 150.000 personas, Mussolini habló a las masas del “problema racial” y de la adopción de “soluciones necesarias”. Las consecuencias a la vista están: 6.807 judíos italianos fueron deportados a los campos de exterminio nazi de los que solo sobrevivieron 837. Entre ellos se encontraba el famoso escritor Primo Levi, autor de la conocida Trilogía de Auschwitz. 

El Trieste judío. Cuatro son los lugares que recomendamos de lo poco que hoy podemos visitar de la Trieste judía: El cementerio judío de la ciudad; la espectacular Sinagoga; el Museo de la comunidad judía “Carlo e Vera Wagner”; y las calles del antiguo gueto que se extendía a pocos pasos del edificio de la Bolsa y detrás de la plaza de la Unidad de Italia, aunque el lugar no está bien señalado ni indicado, todo hay que decirlo. La Sinagoga de la ciudad, que data del año 1912, se puede visitar y es un lugar que, sin duda, merece la pena.
Datos obtenidos de:
www.viajaresvestirsedeloco.com/la-triste-historia-de-la-risiera-di-san-sabba/

El Teatro romano. Aunque es un lugar algo abandonado y dejado, lo recomendamos por estar situado en pleno centro histórico de la ciudad. Hemos encontrado esta reseña que nos cuenta algo de su historia: “El teatro comenzó a construirse a finales del siglo I a. C. y posteriormente ampliado a principios del siglo II d.C. En el momento de su construcción, se encontraba fuera de las murallas de la ciudad y junto al mar, que en ese momento llegaba hasta esa área. Según diversas fuentes, en sus escalones, construidos también utilizando la pendiente natural de la colina, podrían albergar de 3.500 a 6.000 espectadores”.
Fuente citada y consultada:
https://www.divento.com/es/italy/12875-roman-theatre-of-trieste-trieste.html

El Gran Canal. Es un canal navegable, construido en 1756, y donde nos encontramos a un lado, el Golfo de Trieste y al otro, al fondo, la majestuosa Iglesia de San Antonio. En torno al canal, hay numerosos bares, restaurantes, tabernas e incluso algunos hoteles para todos los públicos y precios. Es una zona muy concurrida, tanto de tarde como de noche, y muy recomendable para una buena cena o, simplemente, tomar una copa al final de la tarde. Copas como las que devoraba el escritor irlandés James Joyce en las tabernas triestinas, que le llevarían a decir como un quejido, «y Trieste, ah Trieste, se comió mi hígado”.

Edificio de la Bolsa. Situado a unos cientos de metros de la plaza de la Unidad, el antiguo edificio de la Bolsa fue inaugurado en 1806 sobre un diseño del arquitecto Antonio Mollari. El edificio se asemeja a un templo griego con columnas dóricas, con metopas y triglifos que soportan el frontón triangular decorado con un reloj flanqueado por las figuras de la Fortuna y de la Gloria. El palacio cuenta con muchas estatuas en la fachada, en la planta baja encontramos a América, Europa, Asia y África, en la planta principal Vulcano y Mercurio, y todos ellos son la obra de los artistas Banti y Ferrari. Las estatuas del Danubio, Minerva y Neptuno están encima de la barandilla y pertenecen a la obra del artista Francisco Bosa. Se puede visitar, previo pago, y es un lugar muy acogedor, coqueto y cuidado. Hoy es la Cámara de Comercio de la ciudad, ya que la bolsa cesó sus actividades financieras en 1844.

Plaza de la Bolsa. Es una de las grandes y bellas plazas que posee Trieste y en la misma se ubica el edificio del mismo nombre que ubicaba la bolsa de la ciudad. En sus alrededores, también puedes encontrar algunos bares, heladerías y restaurantes muy acogedores y llamativos. Al parecer, en torno a esta plaza discurrió la vida económica de la ciudad en el siglo XIX. Trieste, definitivamente, es la ciudad de plazas, que realmente no hay que buscarlas sino que aparecen durante un paseo por la urbe. 

Iglesia Ortodoxa de San Spiridione. Me pareció un lugar impresionante, bello y que le da a la ciudad un toque oriental y me atrevería a decir que balcánico, ya que la iglesia está muy ligada a la historia y la relación de la ciudad de Trieste con la región. La comunidad ortodoxa de Trieste se estableció en 1748 pero no fue hasta 1751 cuando la emperatriz María Teresa permitió el libre ejercicio de la religión a los cristianos ortodoxos. Esto provocó la inmigración de comerciantes serbios de Herceg Novi, Trebinje y Sarajevo a Trieste. La Iglesia se terminó de construir en 1756 y está muy ligada a la comunidad serbia local, la principal comunidad ortodoxa de Trieste. Este lugar posee un gran valor artístico y religioso, ya que cuenta con un patrimonio de numerosos objetos valiosos, documentos históricos, iconos y diversas obras de arte que datan del año 1751

Iglesia de San Antonio. Es un lugar que se encuentra en pleno centro de la ciudad y muy cerca del Gran Canal y otros monumentos representativos de Trieste. La iglesia de Sant’Antonio Taumaturgo (llamada habitualmente iglesia de Sant’Antonio Nuovo), es el principal edificio religioso del barrio conocido como el Borgo Teresiano y del centro de Trieste. El proyecto de la iglesia data de 1808, pero las obras no empezaron hasta 1825. La fachada del edificio se caracteriza por seis columnas jónicas. También en la fachada principal, en el ático, hay seis estatuas esculpidas por Francesco Bosa en 1842, que representan a san Giusto, san Sergio, san Servolo, san Mauro, san Eufemia y santa Tecla. Es el típico monumento neoclásico, de los que tanto abundan en Trieste, y quizá una de sus iglesias más representativas.
Fuente citada y consultada: 
https://es.wikipedia.org/wiki/Iglesia_de_Sant%27Antonio_Nuovo

Catedral de San Giusto. Hemos encontrado sobre este emblemático lugar la siguiente reseña, que reproducimos literalmente: “Las primeras noticias sobre la catedral datan del año 1337, cuando el campanario de la antigua iglesia de Santa María fue recubierto con un grueso muro para poder soportar el nuevo edificio. Las obras del campanario se terminaron en 1343, pero las de la iglesia se prolongaron prácticamente hasta finales de siglo. El campanario era originalmente más alto, pero en 1422 fue alcanzado por un rayo y quedó reducido a su altura actual «.
Fuente citada y consultada: 
https://es.wikipedia.org/wiki/Catedral_de_Trieste

El Teatro de Verdi. Es el principal Teatro de ópera y ballet de la ciudad de Trieste. También es uno de los espacios más antiguos aún en funcionamiento de la ciudad; se remonta a 1800 y su estructura, formada principalmente por dos salas, la Sala del Teatro Verdi y la Sala Ridotto, se hace eco de la arquitectura del Teatro de la Scala de Milán, construido por Giuseppe Piermarini. El teatro ha sido el símbolo de la identidad cultural italiana de la ciudad y, al mismo tiempo, un intérprete del cosmopolitismo de Trieste, dando a conocer al público las obras de los compositores centroeuropeos. 

Café de San Marco. En esta ciudad de escritores y literatos, de artistas y creadores, este es un lugar imprescindible. Es el más célebre de los cafés literarios de Trieste. Fundado justo antes de la Primera Guerra Mundial, por sus mesas pasaron los escritores Joyce, Svevo y Umberto Saba, y, en la actualidad, esa tradición continúa con Claudio Magris. Saba, judío y autor de una de las primeras novelas gay de la historia, Ernesto, era uno de los asiduos a este café. Cuenta con una cafetería, librería, servicio de restaurante y un salón muy acogedor para leer o tomar un aperitivo.

Donde dormir: Albergo alla Posta, Piazza Guglielmo Oberdan 1. Excelente relación calidad-precio y lugar bello, limpio, digno y acogedor.

Donde comer: Birreria Forst, Via Giorgio Galatti, 11. Comida alemana, friuliana, italiana e internacional a buen precio y variedad de cervezas de primera calidad. Al lado del Albergo allá Posta. 

Fotos de la ciudad del autor de la nota

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