Opinión: Traición a la Libertad

6 diciembre, 2018

Dra. Bejla Rubin 
Hablaremos de Der Geist in gefahr, queriendo ello decir “El espíritu en peligro” cuando no cunde la razón y se impone un populismo, o mejor dicho, “ una masa populachera, chusma” según la nominara Hanna Arendt, y se la deja obrar dirigida por un liderazgo mal intencionado que hace sucumbir lo ganado por la civilización y la tradición cultural durante siglos.
En épocas donde rige la barbarie, esa contracara de la civilización, la voz de los intelectuales son los que deben pronunciarse en su defensa, debido a ello los demagogos los definen como una gran molestia. La nominación peyorativa de “esos intelectuales,¿ qué más? “ bien marca su rechazo , su aversión.
En 1978 Dietz Bering escribe Die Intellektuellen. Geshichte eines Schimpfwortes (Historia de un insulto) . La palabra Intellektuellen, la historia léxica real, se la acuña en Alemania durante el Affaire Dreyfus en Francia a principios del siglo XX. Aquellos intelectuales franceses que lo defendieron, entre ellos el periodista Emile Zola, son los dreyfusard, neologismo que marca la entrada del intelectual en Europa, su opinión a favor o en contra de algún político, pero que no afectó al idioma inglés.
Recordemos que el Affaire Dreyfus es esa condena a él de corte altamente antisemita culpándolo, sin fundamentos probatorios, de alta traición a la patria, de vender armamentos secretos a Alemania.
También son importantes los pronunciamientos de los intelectuales alemanes entre 1918 hasta la toma del poder de Hitler en 1933, todos argumentos dilatorios en su contra, pero que no fueron tomados en cuenta.
Schiller piensa que la función del artista, y yo digo, al igual que el espíritu del intelectual, debe ser libre, testigo e hijo de su tiempo que delata pero sin odios ni sometimientos partidarios para defender su libertad soberana, poner su voz, casi como una abstracción creativa y no como una obra fáctica, proselitista o propagandística, porque de hacerlo “trasgrede sus derechos como poeta” y bastardea su arte, dirá Schiller.
El artista obra desde la estética porque sólo a través de ella es dueño de su deseo, distinto si queda subsumido, atrapado en las demandas políticas y al capricho de los demagogos donde su arte pasa a ser decorativo, no denuncia el trasfondo del padecer del alma humana como testigo de su época. Cuando esto acontecía, su arte era de vanguardia, creativo, Hitler muy estúpidamente lo denominaba “ arte degenerado”.
Volviendo a la masa populachera la vimos surgir durante el nazismo, la vemos reflotar hoy en día con los movimientos fundamentalista, ciegos e irracionales, no sólo en cuanto a los árabes y palestinos, sino cuando impera el odio ciego e irracional contra todo aquel que no adhiera al dogma populachero impuesto por todo líder demagógico, llámese éste Fidel Castro, Stroessner, Chavez o Maduro.
El Geist está en las antípodas del Macht, o sea, pone en disyunción Espíritu de Poder, el uno está del lado de la razón, de lo sensible del ser, el otro de manos de la codicia desmedida de todo líder totalitario. A ese poder desmedido lo vimos ejercer en Musollini, Hitler, Perón, y los hoy emuladores antes mencionados de América Latina.
El Geist de los filósofos, poetas, intelectuales sensibles equivale en inglés a mind, intelligence, spirit y understunding, todos términos que implican compromiso, responsabilidad y razón.
Los intelectuales, últimos dinosaurios de la República de Weimar, en su diario impreso de la izquierda liberal apartidista, publica en su último número en 1933, año en que asume Hitler al poder, después del atentado al Reichstag, el 27 de febrero de 1933, lo siguiente: “Quizás sea el momento de recordar que siempre hemos alzado una voz de advertencia, que nunca hemos temido cargar con el calificativo de eternos descontentos para los que nunca está bien nada. Por doloroso que sea decirlo, nuestras críticas y nuestras advertencias estaban más que justificadas. Sin embargo, el trabajo prosigue, pues el espíritu (Geist) triunfará a pesar de todo”.
Es un grito desesperado de auxilio y de delación frente al horror que ellos vislumbraban como futuro, y que por cierto no se equivocaron, pero que la chusma ciega no quiso ni ver ni oír, de ahí que el Geist alemán peligraba, ya nadie se acordaría en los 12 años del nazismo que hubo un Heine, Freud, Hegel, Beethoven, Kant, Goethe, Schiller y tantos otros, sólo se oiría la patética resonancia de un Wagner camino a las cámaras de gas.
El Geist lo ponemos del lado de la cultura y su transmisión, en cambio la política totalitaria del lado del Macht, del poder y su deseo desmedido de sojuzgar al opositor, y si se llegaba a una resolución extrema, incluso de aniquilarlo. Debido a ello el nazismo de manos de su Ministro de Propaganda, Dr. Joseph Goebbels afirma: “hablenme de cultura y saco un arma”.
¿Por qué le temen tanto los demagogos a los seres pensantes, cultos y llenos de Geist? Posiblemente a su libertad de pensamiento, a que nos los puede sojuzgar ni vender espejitos de colores ni lemas dogmáticos vía la herramienta más potente que creó su ministro: la propaganda, término unívoco que no admite comparaciones ni elecciones libres, es Eso y tan sólo Eso, llámese Hitler o la muerte!
Entonces, cuando cunde el Macht, el poder absoluto no ha lugar a los espíritus libres, creativos, pensantes , siendo así, ponen a la cultura y a los cultos camino a la extinción, como si el significante del saber quedara forcluído, perdido en las tinieblas del dogmatismo, en su hora más oscura y tenebrosa, y es esa nuestra misión, nuestra tarea como intelectuales y amantes del saber despertar al sujeto, que apueste a una mirada viva, deseante que los oriente en la vida, cuestionando los mandados demagógicos del Otro, no dejándose embaucar, ni seducir por ningún canto de sirenas, pues éstas, conducen a la muerte, no tan sólo de los cuerpos sino también de las mentes.
Debido a ello apelamos a que el Macht  no mate al Geist, al espíritu vivo de cada uno, que aún pueda asombrarse de lo que la vida y sus enigmas le pueda brindar. De allí que quien habita en Die Geist se lo considera un ser libre, lazarillo que lo orienta en su deseo, hacho que nadie se lo puede robar ni domesticar. Es la sensibilidad del poeta, su mirada sin ambages la que nos arrima sus verdades, que para muchos son aún futuro, pero para ellos, una lectura clara del tiempo histórico que les toca vivir. Es así como Goethe y Schiller se preguntaban: “ ¿Alemania? pero ¿dónde está? No puedo localizarla, ese país en el que empieza la cultura donde acaba la política”. (Das deutsche Reich).
Clarísimo, la política no comulga con la cultura, como si ésta, la cultura, fuera una entidad sin fronteras, ni tratados mercantilistas, y quienes la comparten hacen, como diría Borges, a una comunidad de conjurados, de hacedores, donde el acto, Tat, acompaña al Verbo, distinto de las guerras políco-económicas y religiosas que matan al diverso, le despojan su identidad y masacran su descendencia para que no quede rastro ninguno de su paso por este mundo.
Para finalizar reafirmamos una vez más, que lamentablemente para ellos, ya sea nazis, ya sea los fundamentalistas políticos, ya sea los eternos antisemitas, aclamamos a viva voz: ¡Aún estamos acá!

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