Tragicomedia desenfrenada

30 noviembre, 2017

Por Henry Weich

Hamesivá, (The party – Inglaterra, 2017). Dirección: Sally Potter. El lugar donde transcurre la acción de este largometraje de setenta y un minutos, es en el apartamento de la anfitriona, Janet Kristin Scott Thomas, una política de carrera celebrando su prestigiosa promoción a ministro, sombra de un partido político no mencionado. Vale aquí aclarar el doble significado del título original, siendo uno el de la fiesta y otro el de partido político, un doble significado que se pierde en uno solo en el título local.
El marido académico de Janet, Bill (Timothy Spall) es un tipo intelectual que ha echado por la borda sus principios socialistas debido a sus problemas de salud y sus convicciones ateístas, en cierta manera el film es también una comedia musical llevándonos a escuchar toda clase de composiciones de la amplia colección de Bill como sanciones de Cole Porter y ejecutantes como Ibrahim Ferrer y John Coltrane para mencionar algunos nombres famosos.
Los primeros invitados a la fiesta son April (Patricia Clarkson, una ex idealista y su marido alemán convertido en representante de New Age, Gottfried (Bruno Ganz), por el cual no tarda en demostrar su profundo desprecio. Siguen Martha (Cherry Jones), una veterana feminista profesora en un instituto con su joven esposa inglesa, Jinny /Emily Mortimer), que acaba de enterarse de estar embarazada.
El último en llegar es un joven bancario millonario, Tom (Cillian Murphy) en un estado de extrema agitación que no tarda en ir al baño para aplicarse una dosis de cocaína. Su esposa Marianne no aparecerá nunca pero tiene que ver mucho con todos los reunidos, especialmente Bill y Janet.
Como dicho es a April a la que corresponden las mejores líneas cáusticas, mientras Janet pasa su tiempo en la cocina. April considera su segunda ola de feminismo y derechos humanos sin nostalgia diciéndole que hermandad de mujeres es un concepto muy envejecido.
Bill que parece en constante estado de shock se hace esa pregunta que no tiene respuesta y más aún, metafísica, por qué yo. Va a ver a un consultante privado muy para el disgusto de Janet para descubrir una enfermedad que tendrá a todos en vilo, trata de encontrar consuelo en las palabras del excéntrico Gottfried que trabaja con energías, del cual April que no desaprovecha la ocasión para un comentario mordaz “rasca a un aromaterpeuta y encontrarás a un fascista”.
El film toma el complejo tema de relaciones entre cine y teatro y lo ataca con ligereza y destreza, por ejemplo ahí está la ausencia de Marianne que de alguna manera tendrá que ver con “Esperando a Godot”, la gran obra de Becket. Potter encuentra un lenguaje cinematográfico insistente por medio de la energía de la farsa, con la brillantez verbal que recuerdan a la naturaleza caótica del cuerpo que desafía la lógica y la racionalidad, particularmente en el carácter de Tom y la embarazada Jinny.
La efervescencia de las actuaciones es aptamente captada por el director de fotografía Rodionov, una combinación de composiciones clásicas que toman en cuenta los movimientos de los actores en los espacios reducidos en los cuales se mueven, una coreografía que a veces toma las características del slapstick y hasta de ballet, si se quiere, algo por supuesto que tiene mucho que ver con el pasado de Potter misma con su film, la “Lección de Tango”.
El film abre con una toma de Janet que al abrir la puerta apunta a no se sabe quién con un revólver, que después se descubrirá en la posesión de Tom para terminar como termina. Es una alegoría potente que trata del aspecto político actual con la comedia hasta farsa como dicho
Un film meritorio con buenas actuaciones. ■

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