Torá, lácteos y frutas: Israel celebra Shavuot

31 mayo, 2017 , ,
Foto: Amos Gil Pikiwiki Israel CC BY-SA 2.5 Generic

En Israel se celebró Shavuotz, la festividad que conmemora la entrega divina de la Torá (el Pentateuco) al pueblo judío en el Monte Sinaí.

Y, como casi todas las celebraciones religiosas participan en ella laicos y religiosos, aunque con diferente intensidad en intención.

En esta fiesta se juntan diversos elementos de celebración, los dos principales, recogidos en la Torá, son la entrega del texto sagrado al pueblo judío guiado por Moisés en el desierto, y la recolección de la cosecha, pero hay otros añadidos a lo largo de los siglos a través de las interpretaciones.

Por ejemplo, los israelíes compran y consumen un 50 por ciento más de lácteos que en cualquier otra fecha del año, para regocijo de los productores y vendedores, y eso es porque Shavuot es conocida también como la «fiesta de los quesos».

No se sabe muy bien cuando surgió este paralelismo, pero según explica el rabino Abraham Waserman se dice que cuando Moisés y los suyos conmemoraron la recepción del texto sagrado, decidieron alimentarse sólo de lácteos para una completa purificación.

«Esta costumbre láctea nos recuerda que anhelábamos llegar a la tierra de la leche y la miel, además de señalar, ya que acabábamos de recibir la Torá y sus mandamientos, que la ingestión de carne y leche juntos está prohibida», añade.

Por eso, por formar parte de los tiempos del bíblico trayecto de 40 años por el desierto camino a la tierra prometida, la fiesta de Shavuot es una de las celebraciones en las que los devotos van a pie a Jerusalén.

Y si ya están en Jerusalén, o cualquier otro motivo les impide hacer esa larga caminata, es costumbre a caminar hasta el Muro Occidental o Kotel (conocido en el mundo gentil como Muro de los Lamentos).

Foto: Daniel Majewski Wikimedia CC BY-SA 3.0 U
Foto: Daniel Majewski Wikimedia CC BY-SA 3.0 U

Mali, madre de dos hijos, uno de ellos rabino, y judía ortodoxa de Ramat Gan, ciudad colindante con Tel Aviv, explica que llegará a Jerusalén en autobús «y de la estación caminaré hasta el Kotel, cosa que hago cada año, caminaría desde Ramat Gan pero la salud y los kilos de más no me lo permiten…».

Pero las celebraciones de esta festividad no se quedan ahí: en estos días se lee en las sinagogas el pergamino de Rut, una figura importante en la historia del judaísmo, la mujer moabita, viuda y sin hijos, conocida por su bondad para con su suegra y que se convirtió al judaísmo.

Rut aparece también en la genealogía del rey David quien, casualmente, o no, según las escrituras nació y murió en Shavuot, y el rabino Waserman señala que «en realidad esta fiesta es la fiesta de los convertidos, pues en realidad, mientras vagábamos por el desierto, no éramos judíos hasta la entrega de la Torá, igual que Rut no lo era hasta que se convirtió».

En las calles pequeños y mayores se visten predominantemente de blanco, los niños y niñas tocados con coronas de flores y llevan cestas con las primeras frutas del verano.

Muchos se dirigen a sinagogas, a casas de familiares o a parques con sombra, para celebrar el ecléctico festival.

Una de ellas es Liraz, una bióloga laica afincada en Tel Aviv quien dice que el significado de la fiesta para ella, a pesar de haber crecido en una casa religiosa, es que «es un día sin trabajo, ¡y con muchos quesos!», lo cual es también un asunto susceptible para la creciente población vegana del país.

Jen Cohen, un activista de la organización vegana Dejad a los Animales Vivir, cuenta que por supuesto que celebra Shavuot.

«Es una fiesta judía importante, fiesta de la agricultura, siempre se ha conmemorado con los frutos de esta tierra y solo en los últimos años vemos que la industria láctea ha colonizado las celebraciones», asegura, crítico ya que es contrario al consumo de cualquier producto procedente de los animales.

«No hay ninguna relación bíblica con el consumo de lácteos y este festival,» explica Jen «y yo celebro con los míos con las verduras y frutas del país, sin incurrir en la práctica traumática y tan dolorosa que supone despojar a las vacas de su leche por medio de la separación forzosa de sus terneras; es totalmente innecesario». EFE y Aurora

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