Sociedad  mundial  indigente

14 junio, 2018
Jos[e Ortega y Gasset - 1950

Segisfredo Infante

Pareciera un tema filosófico. No deja de serlo. “Hay algo de eso”, como diría el ya fallecido cronista de Trujillo, don Julio Arriola, un hombre divertido e ingenuo como el que más, en nuestros orilleros campos. De todos modos a casi nadie en las grandes metrópolis interesa lo que nosotros decimos o escribimos, por muy profundos, originales o sosegados que pudiera ser nuestros textos, tanto para el presente como para el futuro de todas las naciones del mundo. En cualquier caso algunos autores de los países desarrollados, o más grandes geográficamente que los nuestros, toman y retoman nuestros temas sin nunca citar las fuentes bibliográficas de los autores periféricos. Incluso ganan premios nacionales e internacionales con los asuntos que nosotros hemos desarrollado durante décadas, previamente, en nuestras páginas.

En los tiempos de Ortega y Gasset en España, algunos pensadores del centro de Europa y de otras partes, adoptaban algunos temas similares que ya habían sido abordados en las fuentes escritas ortegueanas, como si los imitadores fueran los primeros “tigres rayados” en el zoomundo, y como si Ortega y Unamuno nunca los hubieran abordado con anterioridad. Por ejemplo, la idea necesaria de unir a Europa y de europeizar a España, ya había sido formulada a los cuatro vientos por Ortega, varias décadas antes que lo hicieran los tecnócratas de la actual “Unión Europea”. Digo esto, con dolor, en un momento en que la España histórica exhibe una gran fragilidad interna (con ausencia solidaria de los demás hermanos europeos), como un fenómeno que me afecta personal e impersonalmente, aun cuando a algunos españoles, quizás, pudiera importarles un pepino lo que expresa un pensador de una provincia remota.

En mi caso individual exhibo una deuda temática específica, en el presente artículo, cuando menos a nivel del lenguaje, con el filósofo alemán ya fallecido Karl Löwith, que no deseo ocultar en ningún momento. Cuando hablo de una sociedad mundial indigente me refiero a casi todas las esferas de la vida. No solamente a la indigencia económica, a la que estamos expuestos los habitantes, unos más que otros, de los países hambrientos y periféricos como Honduras, con escasos amigos y aliados internacionales sólidos. Me refiero, además, a la indigencia espiritual que se percibe por doquiera, en casi todos los países del mundo, sean grandes, fuertes, débiles o pequeños. Observamos una gigantesca frivolidad en las formas de hablar y de actuar de los dirigentes y de los dirigidos. Como si acaso los siglos diecinueve y veinte no hubieran aportado nada negativo y positivo.

Quizás en vez de frivolidad habría que hablar de vaciedad de pensamiento. Es curioso que muchos dirigentes y varios contingentes de agrupaciones humanas, continúen con las banderillas estereotipadas del neoliberalismo y del neopopulismo, a pesar de los fracasos estruendosos de ambas propuestas económicas, políticas e ideológicas. Es tal la vaciedad que algunos neoliberales rampantes, en vez de reconocer públicamente sus graves errores en los malos tratos a las clases medias de sus propios países, comiencen a coquetear, por aquí o por allá, con las izquierdas de diverso signo, incluyendo a los “izquierdistas” y anarquistas. Así lo hizo el presidente Barack Obama, dejando todos los terrenos minados por las izquierdas en las estructuras, abiertas o cerradas, del poder internacional, con el agravante, al revés, del nuevo proteccionismo extremista derivado del grupo del presidente Donald Trump. Los neopopulistas, por su parte, cuando se ven acorralados se pintan las caras, se agazapan y comienzan a coquetear con los “neoliberales” (léase neomonetaristas o neoconservadores) para la espera de mejores tiempos. A casi nadie se le ocurre, por ejemplo, hablar en serio, y a fondo, de una tercera vía capitalista, que podría asumir el basamento de una verdadero socialcristianismo.

Siempre he dicho que el capitalismo salvaje y el socialismo totalitario, son enemigos jurados de los principios éticos humanistas derivados de la vieja doctrina occidental aristotélica. Me sorprende cuando pretenden fingir puritanismo. Por eso es altamente peligroso que dentro del negocio internacional de la supuesta “anticorrupción”, los dirigentes del capitalismo mundial le estén serruchando el piso a su propio sistema capitalista, a sus propios amigos, sobre todo en los países pequeños o frágiles, con lo cual lo único que conseguirán es ofrecerles, en bandeja de oro, los poderes permanentes a los neopopulistas archicorruptos. Incluyendo a los nuevos anarquistas, aun cuando estos últimos casi nunca sepan las tendencias posibles de la “Historia”, y lo único que hagan a la perfección sea utilizar la malacrianza y odiar increíblemente a los demás, como en los años tenebrosos de diversas edades oscuras, incluyendo las del siglo veinte.

No elegí el país ni tampoco la época en la cual vivir. Sin embargo subsisto en un tiempo de indigencia espiritual extrema. Con vacíos abismales de pensamiento. Ignoro si podamos corregir estos fenómenos brutales en el mediano plazo. Pero mientras vivamos y respiremos, podemos contribuir con aportes sólidos de pensamiento. Y con algo de amor.

Tegucigalpa, MDC, 03 de junio del año 2018. (Publicado en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, el día jueves 07 de junio de 2018, Pág. Cinco).

 

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