Silencio criminal: Genocidio Yazidí

7 septiembre, 2018 , , ,
Foto: Rachel Unkovic/International Rescue Committee / DFID - UK Department for International Development , via Wikimedia Commons

Bryan Acuña Obando – Analista Internacional y profesor universitario

En agosto de 2014, al menos 3.100 yazidíes de Sijar, Irak, fueron decapitados o quemados vivos por DAESH (mal llamado Estado Islámico). Al mismo tiempo, al menos 6.800 personas fueron secuestradas, principalmente mujeres y niñas, lo que sería considerado como un genocidio en contra de esta población milenaria (tiene una presencia en Oriente Próximo de poco más de 4.000 años).

Los grupos “supremacistas islámicos” (fundamentalistas, terroristas) quienes hacen una interpretación y aplicación extrema de la Sharia (ley islámica), consideran a los yazidíes como “hijos del diablo”. Al no ser una religión abrahámica, sino que tiene una cosmovisión religiosa en la cual un ángel; Melek Taus, siendo uno de los mensajeros enviados a proteger la tierra, se negó a adorar al primer hombre creado y por esa razón fue condenado a estar 7 mil años en el infierno, donde a través de su llanto el fuego cesó y posteriormente se le designó como un príncipe celestial que vaga por la tierra como protectora del planeta. Hasta aquí la referencia religiosa.

Ante la oposición a esta forma de vida religiosa, con el desastre ocasionado en Oriente Próximo por parte de los grupos islamistas, una de las poblaciones que sufrieron más embates fue el Yazidí, que no supera más allá del millón de personas. Del mismo modo que DAESH también la emprendería contra las poblaciones kurdas y contra los cristianos, lo cual debe separarse en sus motivaciones para hacerlo.

A los kurdos, las agrupaciones islamistas les atacaron por ser un pueblo ajeno al conjunto de clanes árabes que son la mayoría en esa región del planeta, ya que no se trataría de un tema religioso, aunque podría complementarse por la forma en la cual ellos interpretan su religión de manera poco ortodoxa. Los cristianos por su parte fueron azotados por ser una población dhimmi (monoteístas no musulmanes; literalmente protegidos) por lo cual se les dio garantía de existencia en algún momento a cambio del pago de la yizia (impuesto para los dhimmis).

Por su parte, para los yazidíes ha sido altamente complejo por ser un pueblo no árabe y no monoteísta, por lo que desde la visión más radical son considerados “kuffar” (infieles) y el destino para estos desde la cosmovisión fundamentalista es el sometimiento a través de la esclavitud, la conversión o la muerte. Es por esto que una gran población Yazidí huyó de Irak donde se han asentado por milenios, y muchos terminaron en Europa, corriendo mejor suerte que sus correligionarios que se quedaron bajo la tutela de zonas kurdas, donde no ha sido un lecho de rosas o peor aún esclavizados (incluyendo esclavitud sexual contra las mujeres) o muertos como ha sido el destino de quienes caen en manos de DAESH.

El genocidio Yazidí será quizás un tema de estudiosos de la temática en algunos años. Por el momento, hacerlo visible es importante para que se reflexione en el analfabetismo informativo que tenemos con respecto a la situación de otras poblaciones en el mundo que sufren los castigos de la falta de humanidad de agrupaciones altamente viciadas y destructivas.

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