Sara Netanyahu, ¿una primera dama excéntrica e inestable?

Biniamín y Sara Netanyahu Foto: GPO Haim Zach

Desde llevarse kilos de ropa al extranjero para lavarla en hoteles de lujo hasta un consumo exorbitante del minibar: las nuevas informaciones sobre la esposa del primer ministro, Sara Netanyahu, dibujan una persona excéntrica e inestable.

En una semana de gran exposición pública de Biniamín Netanyahu y su mujer, con la visita del príncipe Guillermo de Inglaterra, la imagen de esta se ha visto de nuevo manchada con historias rocambolescas y de las que, según los reportes, hay testigos e incluso grabaciones.

El canal de televisión Hadashot difundió la transcripción de unas conversaciones de Nir Hefetz -exasistente de Netanyahu que se ha convertido en testigo de la Fiscalía en varios casos contra él- con la asesora legal de su oficina, Shlomit Barnea-Farago, en las que esta se queja de las numerosas demandas de Sara para que el Estado se haga cargo de gastos personales.

Las conversaciones acusan a Netanyahu de gastos excesivos en los viajes oficiales, por motivos tan extravagantes como su tendencia a llevarse cuatro, cinco y hasta ocho «maletas llenas de ropa sucia», porque -a pesar de que la residencia oficial cubre todos los gastos de tintorería sin límites- le gusta el olor de los suavizantes de las lavanderías de los lujosos hoteles en los que se hospedan.

También se habla de un abuso de las bebidas del minibar, llegando a abonar con fondos públicos hasta 6.000 dólares en ese concepto en un viaje a Moscú.

Además, mencionan exigencias «avaras» de Netanyahu para que se cubriesen reformas en su mansión (villa) privada de Caesárea (Cesaréa) y aluden a regalos oficiales que deberían ser inventariados y entregados al Estado y que, sin embargo, van directamente a su residencia oficial.

También se detalla cómo funcionarios de alto rango son requeridos para hacer tareas impropias, como limpiar los filtros del aire acondicionado de la residencia privada de la pareja.

El diario Yediot Aharonot completaba la información con nuevas filtraciones de Hefetz, en las que este habla con Yosi Straus, contador de la oficina del jefe del Ejecutivo, sobre la supuesta «explotación» por parte de Sara del personal de la residencia oficial, al que habría obligado a pagar de su propio bolsillo productos para ella.

«Exige a la gente que use su propio dinero para pagar por todo tipo de cosas», se quejaba Straus, según la transcripción.

«Le compran de todo (…) Corren y le compran todo tipo de cosas. Es increíble. Esta gente no tiene dinero, pobres», agrega, y explica cómo les tenía que decir que esos bienes no se podían abonar con dinero público y les advertía de que no usasen su propio dinero porque no podría devolvérselo.

Las revelaciones tienen lugar días después de que Sara haya sido acusada por la Fiscalía por haber gastado 100.000 dólares de dinero público en suntuosas comidas y servicios de chef para ocasiones privadas cuando había en servicio un cocinero en la residencia oficial, por lo que se enfrentará a juicio, el próximo 19 de julio.

Además, siguen a una hilera de escándalos extravagantes destapados por la prensa y a denuncias de personal de la Residencia sobre mal trato a los empleados, en dos de los cuales hubo condenas al Estado para indemnizar a trabajadores.

El ex cocinero Eti Haim testificó en uno de los juicios que la esposa del primer ministro le pegó en una mano por abrir una puerta que no debía y que otra vez le tiró platos.

El pasado mayo, el diario Haaretz le acusó también de tratar de atacar físicamente al ex director general de la oficina de su marido Eli Groner, por un desacuerdo sobre el pago de gastos de reformas en la casa de Caesárea. Este negó que ocurriera, aunque abandonó su puesto.

También se ha difundido una grabación en la que se le oye gritar histérica a un asesor de prensa y se ha informado sobre sus supuestas demandas a millonarios para solicitarles joyas, champán rosa francés y otras delicatesen.

Los audios difundidos esta semana (no se han dado a conocer más que a través de la supuesta transcripción) datan de 2010 y, según el canal Hadashot, han sido entregados a la Policía.

El comentarista del Yediot Aharonot Nahum Barnea destaca que «todo en esta historia es mezquino y feo. Es tan mezquino que da casi vergüenza sacar esta historia al público» y concluye que el problema «no es el dinero, es la arrogancia. El ver al Estado como una vaca a la que ordeñar, la facilidad con la que se rompen las normas» en la residencia oficial.

Biniamín Netanyahu ha negado las acusaciones, que enmarca en una campaña en su contra para hacerle perder el cargo.

«El canal 2 de televisión difunde cada noche rumores falsos y hace un ‘asesinato del personaje’ en mi caso y de mi familia», denunció el jefe del Gobierno en un mensaje en su página de Facebook en el que tachaba las informaciones de «propaganda bolchevique». EFE y Aurora

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