Rusia mantiene a sus amigos cerca y a Turquía más cerca

14 agosto, 2016
Foto: Kremlin.ru

Henry Kissinger nos recuerda que en las relaciones internacionales, los países no tienen amigos ni enemigos permanentes, solamente intereses. Esa lección resonó en San Petersburgo, donde el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, consideró lo pasado pisado con su «querido amigo, el estimado Vladimir» en una irónica (y algo excesiva) muestra de reconciliación diplomática.

En el transcurso de tan sólo siete meses, Turquía y Rusia han pasado de clasificarse mutuamente como el enemigo público Nº 1 para ponerse al día como viejos amigos. Erdogan y el presidente ruso Vladimir Putin parecen estar tratando el derribo, en noviembre de 2015, de un avión ruso Su-24 por parte de cazas F-16 turcos y las peleas que le sobrevinieron como una anomalía en una relación por lo demás amistosa. Como dijo Putin: «Nuestra prioridad es retrotraer nuestras relaciones al nivel anterior a la crisis del avión de combate» – básicamente para conseguir superar este desagradable episodio y hacer que todo vuelva a la normalidad.

Si sólo fuera así de fácil. Turquía y Rusia ya estaban en un curso inevitable de colisión antes de que Turquía derribara el caza ruso en Siria. Rusia, por otra parte, ha estado trabajando durante años para preservar una esfera de influencia contra la intrusión occidental, y demostró a través de sus campañas militares en Georgia, en 2008, y Ucrania, en 2014, que está dispuesto a aplicar la fuerza cuando sea necesario para mantener a sus vecinos en línea y a sus más grandes adversarios a raya. Pero esas acciones rusas sólo endurecieron la determinación de EE.UU. de defender a sus aliados en la periferia de Rusia, profundizando así el enfrentamiento entre Washington y Moscú. Para hacer que Washington tomara en serio sus demandas; Rusia necesitaba posicionarse tanto como un aguafiestas como un mediador en algún conflicto que consumiera la atención de Estados Unidos. Primero ese conflicto fue Irán; pero una vez que Estados Unidos negoció su camino hacia el acuerdo nuclear con Irán; Rusia cambió su foco hacia Siria.

Mientras tanto, los vacíos de poder estaban extendiéndose en todo el Oriente Medio, empujando gradualmente a Turquía a actuar más allá de sus fronteras. A medida que la guerra civil en Siria persistía; Turquía se veía preocupada tanto por la inestabilidad como por la propagación de los separatismos kurdos, y tentada por la oportunidad de reformar el Levante bajo el control sunita y la tutela turca. Justo cuando Rusia decidía profundizar su participación en Siria; el gobierno turco hacía planes para intervenir con el objetivo de enfrentar las crecientes amenazas kurdas y del Estado Islámico. Turquía y Rusia, ambos países en el camino del resurgimiento, tienen esferas de influencia superpuestas en la región del Mar Negro, partes de Oriente Medio, el Cáucaso y Asia Central. En esta coyuntura geopolítica particular, el Oriente Medio, fue donde Turquía y Rusia chocaron. Y por mucho que Estados Unidos se beneficiara con que Turquía estuviese en colisión con Rusia y por lo tanto más comprometida con la OTAN, en ese momento; la Casa Blanca decidió que era mejor facilitar un acercamiento entre Moscú y Ankara si eso significaba reducir el riesgo de otra colisión accidental mayor en el campo de batalla sirio que pudiese arrastrar a Estados Unidos.

Putin y Erdogan están utilizando una serie de promesas económicas para mostrar al mundo que las relaciones turco-rusas han sido restauradas y todo está bien; pero nada ha cambiado realmente en la dinámica geopolítica más amplia para resolver la fricción subyacente entre sus países. Esta es probablemente la razón de por qué Putin y Erdogan llevaron a cabo una rueda de prensa después de discutir el levantamiento de las restricciones al comercio, la restauración del tráfico de turistas y la reanudación de la cooperación energética, antes de entrar en el tema de Siria. La cooperación económica es la parte fácil. Tanto Rusia como Turquía se benefician mutuamente al hacer negocios. Turquía no puede vivir sin el gas natural de Rusia, y Moscú se muere por una ruta alternativa de suministro a Europa, como el proyecto del gasoducto “Turkish Stream”, que eludiría a los países problemáticos como Ucrania. Incluso si hay restricciones sobre descuentos y regulaciones de precios, como siempre conllevan los grandes proyectos, hay poco costo para Turquía y para Erdogan en la promoción de este tipo de cooperación económica al más alto nivel.

Siria, sin embargo, es un área donde Rusia y Turquía están inevitablemente y diametralmente en oposición. La batalla en curso en Alepo es un ejemplo de ello. Putin y Erdogan pueden discutir su deseo de un acuerdo de paz en Siria; pero las dos partes principales en la negociación –los rebeldes sunitas respaldados por los turcos y las fuerzas gubernamentales dirigidas por los alauitas apoyados por Rusia- todavía están luchando por la ciudad, un pedazo estratégico de territorio. Ninguna de las partes vendrá seriamente a la mesa de negociaciones a menos que tenga a Alepo firmemente en sus manos. Y desde una mirada a la lucha que se ha acentuado el mes pasado en Alepo -el sitio de los leales, la ofensiva rebelde y contraofensiva de los leales- estamos muy lejos del punto en el que algún lado pueda reclamar el control.

Rusia continuará utilizando el estancamiento sirio contra Turquía aún cuando Putin coopere con Erdogan. Moscú quiere asegurarse que Turquía -que es fundamental para cualquier decisión de la OTAN de acumular fuerzas en el Mar Negro y es también un actor importante en el Cáucaso, donde Rusia está tratando de profundizar su influencia a través de la disputa de Nagorno-Karabaj- se mantenga alejada de Rusia tanto como sea posible. Con las prioridades de Turquía concentradas en Siria; Moscú puede mantener a Turquía en el gancho manteniendo su apoyo a los separatistas kurdos y complicando los designios militares turcos para Siria a través de la presencia rusa en el campo de batalla. Como consecuencia del fallido intento de golpe en Turquía, Putin, un maestro de la seguridad interna, también puede ofrecer los beneficios del intercambio de inteligencia y transmitirle las técnicas útiles anti-golpes al gobierno de Erdogan como una forma de mantener cerca a Ankara.

Putin y Erdogan son dos hombres fuertes con grandes ambiciones geopolíticas. No están en el negocio de hacer amigos; están dedicados a la búsqueda de sus intereses nacionales. Tenga la seguridad, que habrá más puntos debajo de la línea en la que los intereses nacionales turcos y rusos colisionan.

“Rusia mantiene a sus amigos cerca y a Turquía más cerca” ha sido reimpreso con el permiso de Stratfor.

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