¿Qué pasa si el gobierno de Netanyahu cae?

22 febrero, 2018
Foto Flickr

Si el testigo de estado Shlomo Filber confirma que el primer ministro Biniamín Netanyahu lo instruyó a tomar decisiones que benefician a Bezeq, y si reconoce que la cobertura de noticias favorables de la familia Netanyahu en el sitio de noticias Walla! propiedad de Bezeq fue un toma y daca – muchos expertos dicen que este caso de soborno contra Netanyahu será su tumba política.

Se perfilan tres escenarios si la legitimidad de Netanyahu se ve minada por el cúmulo de casos de corrupción, quedando en una situación que es conocida como la del “pato cojo”.

El primer escenario posible es la celebración de nuevas elecciones. El escenario más dramático ocurriría si uno o más de los socios de la coalición de Netanyahu -posiblemente uno de los partidos encabezados por un líder que aspira a reemplazarlo en la Oficina del Primer Ministro- deciden renunciar al gobierno.
Si ninguno de los partidos actualmente en la oposición interviene para reemplazarlos y salvar a la coalición, y eso parece muy improbable dadas las circunstancias actuales, el gobierno se disolvería oficialmente. Se convocarán nuevas elecciones tan pronto como sea posible, presumiblemente en la primavera o al comienzo del verano.
Varios partidos políticos ya están luchando en preparación para esta eventualidad. El dirigente Avi Gabbay, cuyo partido Campo Sionista es actualmente el segundo más grande de la Knéset, envió una carta a los miembros del partido, declarando que “la era de Netanyahu terminó. Debemos prepararnos para una elección pronto”.

El segundo escenario posible es una renuncia de Netanyahu, pero continúa el gobierno liderado por Likud. Si el control de Netanyahu sobre el Likud se deteriora lo suficiente, y los partidos de la coalición son suficientemente reacios a renunciar a sus posiciones de poder, se podría llegar a un acuerdo entre estos partidos y el Likud, con o sin la participación de Netanyahu. En tal escenario, Netanyahu dejaría el liderazgo del Likud, pero la coalición liderada por el Likud se mantendría en su lugar, con los mismos partidos encabezando los mismos ministerios y un nuevo primer ministro elegido dentro del Likud.
Esta podría ser una medida que puede ser tanto temporal como permanente. Curiosamente, aunque esta solución no ha sido discutida públicamente por ningún miembro de la coalición, ha sido presentada por destacados líderes de la oposición. El presidente de Yesh Atid, Yair Lapid (quien proporcionó el testimonio clave en uno de los casos contra Netanyahu) propuso que Netanyahu se tome una “licencia” y “se haga a un lado” hasta que se resuelva la situación, incluso si no hay planes para nuevas elecciones.

La tercera posibilidad, y la más probable, es que Netanyahu se aferre al sillón hasta el final. Dentro del propio Likud, Netanyahu ha trabajado duro durante años para asegurarse de que no tenga un sucesor natural. No hay una figura dentro del partido que se perciba que pueda ocupar su sillón.

Más importante aún, tiene una poderosa base de partidarios leales que creen que es una figura tan fuerte y efectiva que están preparados para defenderlo sin importar su estatura moral.
Los posibles aspirantes a la dirección del Likud temen que un ataque directo a Netanyahu alienará a esa base leal y dañará su propio futuro político. Por esa razón, preferirían ver a los fiscales y jueces derrotar a Netanyahu que hacerlo ellos mismos.
Mientras ese miedo persista, Netanyahu tiene una posibilidad de aferrarse al poder con uñas y dientes, mientras el país observa y espera que su destino sea decidido por el poder judicial.

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