¿Por qué Hamás ha escalado el conflicto y está ganando la ronda actual?

10 septiembre, 2018 , , ,
Efectivos de Hamas en Gaza

Prof. Hillel Frisch

La disuasión acumulada lograda en las últimas tres rondas de combates de gran escala entre Israel y Hamas en 2008-9, 2012 y 2014 se ha parado temporalmente. Israel debe comenzar a prepararse para una cuarta ronda masiva, una ronda en la que Israel, esperamos, replique la disuasión acumulada que golpeó a los países árabes en 1973. Esto significaría someter a Hamas al límite de un dolor suficientemente insoportable como para inducirlo a detener por completo su lucha contra Israel.

Las tres rondas anteriores de combates de gran escala entre Israel y Hamás, en 2008-9, 2012 y 2014, se pueden ver en retrospectiva como una racha ganadora para Israel. Cada ronda aseguró una mayor disuasión. Antes de la ronda 2008-9, Hamás lanzó un promedio de mil misiles anuales, pero esa cifra disminuyó a 400 entre la primera y segunda ronda en 2012, y luego a menos de 250 entre 2012 y 2014.

Entonces, después de 2014, «la tierra se quedó en calma por casi cuatro años» (en las Escrituras, por lo general eran cuarenta años).

Menos de 80 misiles fueron lanzados durante ese período, muy probablemente por las descarriadas organizaciones salafistas, razón por la cual muchos de ellos cayeron en la propia Gaza. No hubo víctimas y casi ningún daño por estos lanzamientos. Los profesionales con verdadero poder de fuego en Gaza: Hamas, el gobernante de facto en la Franja, y la Jihad Islámica, se mantuvieron fuera de la refriega.

Esta paz relativa cambió drásticamente después del inicio de la violencia de «Marcha del Retorno», a fines de marzo de 2018.

¿Por qué el cambio? ¿Por qué Hamás está ganando esta última ronda de violencia después de haber sido intimidado durante tanto tiempo?

Hay una respuesta clara. Hamás encontró que es cada vez más difícil controlar la presión de las miles de familias cuyos sus hijos no fueron liberados en el canje por [el soldado Gilad] Shalit de 2011, hace casi siete años. Los líderes de Hamás residen en un área donde se encuentran con su base de apoyo en cada esquina, en los campos de refugiados donde viven muchos, en las mezquitas y en las universidades y colegios. Para ser claros, su base de apoyo no es el público en general, que a Hamás no le importa en absoluto. Es el núcleo duro de más de 50.000 familias en Gaza que apoyan a Hamás y a la Jihad Islámica en las buenas y en las malas.

La solución a la presión acumulada era la campaña de la «Marcha del retorno».

Fueron los miembros de esa base de apoyo los que venían a la valla de seguridad cada viernes al atardecer (especialmente al anochecer, cuando el sol, que se pone en el oeste, desdibuja la visión de los soldados de las FDI, que los enfrentan). Eran ellos, o unos cientos de ellos, los que estaban dispuestos a arriesgarse a enfrentar a las FDI. Entre ellos se encontraban las tropas profesionales de las Brigadas Izz al Din al Qassam que se lanzaron a la valla, y algunas veces la atravesaron, para destruir todo equipo que quedaba en el área. Eran fácilmente identificables por su aptitud física, determinación, agilidad y velocidad, en verdad, la «Nukhba» («élite»), las fuerzas especiales de Hamas.

El número total de personas que participaron en la «Marcha» es de 20.000 como máximo (y probablemente sea mucho menor). Las cifras fueron posteriormente exageradas tanto por Hamás como por las FDI. Incluso si es precisa, esta cifra significa que el 98.5% de la población de Gaza y más del 90% de la cohorte de edad relevante (entre 15 y 35 años) se quedaron en casa.

Peor aún, la expectativa de que los habitantes de Cisjordania, los árabes de Jerusalén e incluso los árabes israelíes lucharían contra las fuerzas de seguridad israelíes durante la campaña, fracasó miserablemente. Los meses que siguieron fueron los más tranquilos en estas zonas desde 2013, cuando repuntó el terrorismo en el área de Jerusalén y otros sitios en Israel.

Hamás se enfrentó con la pregunta de qué hacer a continuación. No solo la presión de las familias de los prisioneros aumentó, sino que otros en el núcleo duro se preguntaban por qué deberían solamente los adherentes de Hamás tomar riesgos, especialmente cuando a ellos se les ha pagado solo el 40% de sus salarios desde 2014.

Los líderes de Hamás tomaron una decisión arriesgada: escalar con misiles, pero de una manera muy selectiva y limitada. Era arriesgado porque Hamás no solamente recuerda muy bien 2014 sin porque sabe que enfrenta un nuevo ministro de Defensa que habla y actúa como Putin y que ha prometido en el pasado destruir el dominio de Hamás en Gaza.

La movida para escalar fue una apuesta, y Hamás ganó. La clave del éxito fue su cálculo de limitar los misiles a los alrededores de Gaza.

Hamás, que es experto en política israelí, calculó que los 20.000 habitantes israelíes que viven en el área de Gaza equivalen a un escaño en la Kneset (Parlamento) en un año electoral. Ampliar los ataques a Ashdod, Ashkelon o Beersheba, pilares de apoyo del Likud, habría obligado al gobierno de Netanyahu a responder en forma masiva. Esta es la razón por la cual Hamás no amplió los ataques.

El gobierno israelí respondió justo como Hamás esperaba que lo hiciera, con ataques limitados, ojo por ojo, en las que los civiles y el personal militar israelí pagaban un precio cada vez más alto.

Esto no es aceptable. Israel debe comenzar a prepararse para una masiva cuarta ronda. Simplemente, no hay otra forma.

La alternativa es negociar un canje de prisioneros que será pronto seguido de más rondas limitadas de violencia de Hamás dirigida a lograr otras demandas; y la lista es larga, desde terminar con las limitaciones a la pesca de Gaza (léase, aumentar la posibilidad de ingresar clandestinamente armas de las costas sirias) o levantar los límites a las importaciones de materiales de doble uso tales como cemento y vigas de acero (para túneles subterráneos e instalaciones de almacenamiento de misiles).

¿Descorazonado? No se desaliente. La buena noticia es que la cuarta ronda puede que sea como la cuarta ronda contra los países árabes: la Guerra de Yom Kippur. No hubo cambios en el nivel de odio hacia Israel entre los países árabes cuando tomaron la decisión de poner fin a la guerra contra el Estado judío. Fue el dolor puro lo que hizo que la Guerra de Yom Kippur fuera la última en la cual los países árabes buscaron activamente la guerra con Israel.

La cuarta ronda con Hamás podría generar el mismo tipo de pensamiento. Sus miembros sin duda continuarán odiando a los judíos y al Estado judío tanto como antes; pero el dolor podría ser suficientemente insoportable como para inducir un cambio no sólo en la conducta sino también un cambio de parecer.

Fuente: BESA Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos

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