Pogromos New Age: el caso de las escuelas alemanas de tolerancia

24 mayo, 2017

Ana Valentina Benjamin
Berlín

El 24 de marzo de 2017, The Jewish Chronicle, un acreditado periódico de la comunidad judía inglesa fundado en 1841, publica: «Classmates turn from friends to attackers after boy reveals he is Jewish«. El bullying antisemita ocurre en la Friedenauer Gemeinschaftsschule, una escuela secundaria berlinesa conocida por su innovador concepto pedagógico. El lema “Escuela sin racismo-Escuela con coraje” y el alumnado multicultural con un 70% de estudiantes de origen musulmán, atrae a los padres del jewish boy, “Paul”, nacido en Londres y criado en Alemania desde bebé, en un contexto familiar liberal y ecuménico. La primera semana de escuela (fin noviembre 2016) parece transcurrir felizmente, sus compañeros le demuestran gran simpatía e incluso ya tiene un primer gran amigo, afable muchacho de origen turco. El jueves, en el contexto de una clase de Ética sobre “Religiones del Mundo”, Paul comenta al pasar que es judío. Se produce un silencio sólido. Hasta el profesor parece en shock. Al día siguiente comienza el bullying, primero en formato condolencias de su gran amigo, por la muerte de su recién nacida amistad: “eres un chico estupendo, pero no podemos ser amigos, musulmanes y judíos no puede ser amigos. Porque los judíos son asesinos”, explica, apenado. Solo para uno es pena; para tres cuartos de su clase y muchos de otros cursos, la revelación de la identidad judía del chico estupendo, es suficiente para embestirlo. Las agresiones irán escalando durante más de tres meses: patadas, zancadillas, empujones, una embestida por la espalda que le quita el aliento y le deja moretones; y culminará con un ataque el 10 de marzo. Camino de la escuela al centro de deportes, varios jóvenes interceptan a Paul; uno intenta estrangularlo, lo amenaza con una pistola que parece real, Paul cae al piso, aterrorizado, la muchachada ríe. Su familia decide sacarlo de la escuela.

Los primeros días de abril 2017, la prensa alemana reproduce lo publicado por el Jewish Chronicle, en su mayoría con detalles lavados, acríticos. Die Welt, uno de los periódicos alemanes de mayor circulación, entrevista a quien considera fuente esencial: Uwe Runkel, el director. Como nadie está allí para contrastar sus dichos (ni la otra fuente ni un periodista «objetivo») se permite mentir, omite y minimiza. Pero, abiertamente, está dolido por la lluvia de críticas sobre su inoperancia e  indignado por la repercusión mediática que ha manchado la imagen de la institución; incluso es imperdonable la partida de Paul, que no considera una medida tomada por falta de garantías sobre su seguridad, sino un “acto de protesta”.

Ningún medio va a la otra fuente, y se entiende por qué. Conocer la historia en detalle es enfrentarse a una muestra en laboratorio de cómo opera la xenofobia en todas sus expresiones, desde la más sutil – orquestada indiferencia hasta la rotunda violencia. Paul es apacible, sensible, no tiene una pizca de vocación por la discrepancia, no tiene ninguna posición política polémica sobre ningún conflicto en ningún medio oriente y más interesante: manifiesta un humor estilo Woody Allen: cuenta el drama vivido con autoironía, melancólica picardía, inocencia, casi más perplejo que asustado. «Lily», su madre, es una británica pletórica de optimismo, con una curriculum vitae lleno de solidaridad y empatía: “mi hijo adoptivo”, llama a un joven refugiado sirio que ha acogido un año en su casa y ahora es parte de la familia. Quizá por ello no ha existido interés en entrevistarla: esta mujer y su familia no es funcional a la guerra que muchos alimentan; no tiene un discurso anti-islámico, no es una sionista empedernida, no quiere pelea. Es conciliadora; solo pide que se ponga en práctica el lema de la escuela, please. Del encuentro se desprenden otros puntos:

Todas las agresiones previas al ataque final, tienen, según la cúpula escolar, un componente de “provocación” por parte de Paul. Una de las sugerencias dadas, entonces, es que no se acerque a los sitios donde se encuentren sus agresores, aunque sean lugares comunes donde es invitado por compañeros amigables, para no “provocar” la agresión. La escuela del coraje propone una «Free jews zone«.

A partir del primer comentario en noviembre (“judíos asesinos”- nada nuevo; lo dicen los medios hace aprox. 2017 años), Lily adopta una actitud activa, ofrece su colaboración, brinda información y contactos con organizaciones que trabajan para prevenir/curar antisemitismo e islamofobia y propone charlas: no solo ofrece la visita de sus suegros, sobrevivientes del Holocausto, sino la de una amiga turca que ha sufrido xenofobia en carne propia en escuelas alemanas. También sugiere que se invite a su “hijo adoptivo”. Sabe que en esa frase hay un cáncer xenófobo que hay que extirpar, antes de que haga metástasis (tumor no solo antijudío sino también homofóbico, anti-comunidad africana, y en general contra lo no-musulmán). En consecuencia, están en peligro: su hijo y los valores que la escuela dice sostener. La cúpula directiva (Runkel, la trabajadora social y la jefa adjunta) considera, cada uno a su manera, que Lily presiona con injustificable impaciencia. A regañadientes, aceptarán la presencia de los suegros en febrero. No habrá más. Igual que la retórica inicial del director, colmada de diplomacia ex profeso, nada se ha hecho para prevenir ni curar; todo ha quedado en síntomas de la nueva epidemia mundial: la política correcta.

El joven palestino que ha embestido por la espalda a Paul se justifica: “ha dicho Fick dich Palestina”. La trabajadora social no duda de su acusación, y aunque luego la novia del joven admitirá que Paul jamás ha dicho semejante cosa, el supuesto vituperio ya ha trascendido lo suficiente. Tampoco duda la perezosa social, una impecable tudesca con despacho acogedor, que Paul exagera los hechos, porque “sonríes, no pareces muy afectado, bromeas sobre el incidente… y aquí (las víctimas de algún abuso) vienen llorando”. Es que Paul no sabe cómo debe comportarse una víctima bien victimizada, una víctima for export, que conmueva. Su relativa calma no es una señal de madurez emocional; su humor no es una herramienta inteligente de reconstrucción sino el gesto cínico que oculta el montaje del crimen. Tampoco: nada nuevo. En el largometraje – género Thriller- de la Humanidad, el judío es el asesino o la víctima de un delito que no existe o él mismo ha provocado. Sobre la familia del agresor: la cúpula directiva responde a los padres del agredido, que “no pueden sancionarlo” y, a modo de consuelo: “si usted hubiese visto a sus padres… quédese tranquila, el chico tendrá su castigo”.

La familia de Paul pedía una suspensión que sentara precedente y evitara una escalada; ¿la institución lo interpreta como demanda de venganza? Sobre el último atacante, el estrangulador, en la segunda y última entrevista, el mensaje de los educadores será “no podemos hacer nada con estos chicos, traen el racismo de la casa”. Otra cara de la misma xenofobia, ahora dedicada al otro bando: los árabes son primitivos, ignorantes, racistas de cuna, no podemos hacer nada para sacarlos de la barbarie y devolverlos a la civilización. El no hacer nada, la violencia-por-omisión, es el doble racismo que la escuela ohne Rassismus practica con dos de sus comunidades.

En esta misma línea, el 4 de abril, un grupo de padres envía una carta de lectores al Tagesspiegel. Acusan a la cobertura periodística de ser “espantosamente irreflexiva y unilateral”, hablan de “difamación a una escuela modelo en coexistencia intercultural pacífica”, de que todo el incidente “alimenta tendencias anti-islámicas” y que, en definitiva, ellos sufren la importación de problemas ajenos: “existe un interminable conflicto entre árabes y judíos” que genera “choques sectarios”. Al margen de que puntualmente en este caso, el judío no ha levantado la mano ni para decir hola, en su secta familiar todos son bienvenidos y han elegido ese colegio a causa de que hay diversidad cultural y no a pesar de ello, en general, la esencia de la carta corresponde a una estrategia psicológica innovadora en Alemania para liberar la carga antijudía e islamófoba: la “tercerización del odio”: no somos nosotros quienes tenemos pensamientos racistas y actuamos acorde a ellos; son los otros, los de enfrente que se odian entre sí, se pasean con su odio por el mundo y nos provocan exabruptos.

El final de la carta cierra magistralmente esta joya del antisemitismo new age, políticamente correcto: “Es lamentable que el fantástico trabajo de pedagogos para la comprensión cultural no se mencione en la prensa. Tenemos miedo de que la escuela se vea ahora bajo una luz falsa y su merecida reputación sea destruida. ¡Las víctimas son principalmente todos los niños de la escuela!”.

Estos padres tienen razón en algo: actuar en forma “irreflexiva y unilateral” es irresponsable, por eso: si en vez de escribir la cartita, hubiesen contactado a Lily, se hubiesen enterado, entre otras cosas ya mencionadas, lo que opina del “fantástico trabajo de pedagogos”, ya que: aclara de entrada que el desastre en el manejo del asunto corresponde a la cúpula directiva, pero que “los maestros de mi hijo, desde el primer momento, se mostraron horrorizados, activos, solidarios, dispuestos a frenar la escalada. Fantásticos, verdaderamente extraordinarios”. En la entrevista lo ha repetido al menos cinco veces.

Los dichos por Runkel en la generosa entrevista que le ha concedido Die Welt, son otra muestra en laboratorio de cómo opera, en este caso, la manipulación mediática y sus clásicas herramientas: la descontextualización, las omisiones, las certezas sin pruebas en caso de fuente afín y los potenciales en caso no-afín: en este estilo narrativo, todo es “aparentemente”, “según la familia”, “habría ocurrido”, “parecería que…”.

El director es fuente afín, sus dichos son hechos. Sale a la cancha, literalmente, a defenderse. También tiene su estilo, pero no es original; sin que lo sepa, lleva la marca milenaria del discurso antijudío: demonización de la víctima (la familia ha dañado la institución con la difusión del caso); la victimización del agresor (él mismo, herido por las críticas, el alumnado con miedo de ir a la escuela, los agresores no son sancionados porque han dicho “yo no fui” y además, pobrecitos, vienen de familias disfuncionales…; esto último, también, sentencia folclórica del racismo antiárabe).

En esta historia, como en todas las que vienen ocurriendo en las escuelas alemanas, no ha habido jóvenes entrenados por la Daesh, ni terroristas, ni extremistas de derecha o izquierda, ni líderes políticos fascistas ni prensa amarilla. Es gente del montón, ordinary people, Gutmenschen, profesionales diplomados, vecinos, apenados jóvenes, intelectuales algo precipitados, pacifistas poco informados, medios de cualquier color que olvidan ir a la fuente. Los mismos hechos, gente parecida, nuevo nombre: Pogromos New Age, linchamientos de puño o letra.

 

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5 thoughts on “Pogromos New Age: el caso de las escuelas alemanas de tolerancia”
  1. es una familia de estupidos no se mezclan patos con gansos esta estupidez de ser aceptados de cualquier manera el tratar de justificar NO TENGO UNA OPINION FORMADA DE NADA es solo para eludir lo que uno es Las cosas no funcionan de esa manera cada uno debe saber que es y quien es el otro no se puede venir con un discurso de gatito y pretender que el perro no te muerda
    Que aprenda a defenderse y se junte con los suyos

  2. Esto es feo, muy feo porque no es un caso aislado, es una tendencia antijudía creciente que viene fogoneada por las autoridades y sus políticas antiisraelíes.

  3. Y que debe de Sorprendernos …Alemania esta vendida en cuerpo y alma al antisemitismo y desde hace mucho se Islamizo, el que siembra viento cosecha tempestades. ya le esta ocurriendo lo mismo que a Francia.

  4. Es inevitable, las minorías tienen todas las de perder en la sociedad, hasta por muy democrático y pacifista que sea el cartel de un colegio. Yo crecí en una familia con muchos derechistas y fascistas, y recuerdo que en el colegio de curas católico donde estudié me sentía muy tranquilo cuando ocurría un golpe de estado fascista en España, por mucha cara de circunstancias que pusiera en la charla el religioso director, o ver a un compañero de clase que conocía cómo se enfadaba muchísimo cuando el profesor habló de algo relacionado con un caso local de terrorismo de estado porque él era familiar de una víctima, no tenía ni idea de por qué se enfadó tanto y se suponía que se debía haber notado dada su reacción, también recuerdo a un niño con el que entablé amistad hasta que un día me invitó a su casa y vi un cojín adornado con el martillo y la hoz comunista, estaba tranquilo a pesar de los prejuicios que me inculcaron desde niño, pero por algún motivo subconsciente tal vez, nuestra amistad no duró mucho más. Es muy complicado, sobre todo estando rodeado de un ambiente de pensamiento único, más para los niños, personas muy influenciables, y que uno que sea minoría crea que será aceptado es hasta de ser inocente.

  5. NO OLVIDAR QUE HITLER GANO LAS ELECCIONES DEMOCRATICAMENTE CON CASI EL 99% DE LOS VOTOS Y TODA ALEMANIA SALVO CASOS MUY AISLADOS LO APOYO INCLUSO TODA EURABIA DE QUE SE ASOMBRAN? SON LOS MISMOS ALEMANES DE ANTES HIJOS O NIETOS PERO LA HERENCIA ESTA PRESENTE

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