Pier Paolo Pasolini: cine, sexo y poesía

Pier Paolo Pasolini - Foto: Wikipedia

Letras y Letrillas – De Aquí y de Allá
Joseph Hodara
Si intentamos señalar a una de las figuras más importante de Europa de la II postguerra el nombre Pier Paolo Pasolini (PPP) surgirá reiteradamente.
Su accidentada vida y su muerte brutal, la riqueza de su creación literaria que se extiende en medio millón de páginas, y la travesía como cineasta gestando películas que encendieron tanto elogios como filosas censuras: razones para no olvidarlo.
Nació en 1922 en Bolonia, Italia, el año en que Mussolini ascendió al poder.
Padeció un padre militar que trastornó con su dureza su infancia, compensado por la sacrificada entrega de su madre a quien le dedicará múltiples poemas de amor.
En sus años juveniles adhirió a los principios fascistas, pero la derrota de Italia y los desórdenes consiguientes lo condujeron al partido comunista. Elección transitoria pues ni el Vaticano ni Moscú aceptaron sus preferencias homosexuales que a menudo involucraron a menores de edad. El fútbol y la literatura fueron en esta etapa su principal afición. La dirección cinematográfica vendrá después.
En los turbulentos años sesenta y setenta -denominados “años de plomo” en Italia- Pasolini se da a conocer como uno de los críticos más filosos de la televisión. A su juicio, se trata de un medio que idiotiza a sus consumidores, acentúa la mediocridad, e impide saber qué en verdad ocurre en la sociedad y quién la gobierna. Postura que condujo a Susan Sontag a calificarlo como “la figura más notable en Italia”.
Pero no sólo la pantalla doméstica fue blanco de sus críticas. También -y en particular- la sexualidad cuando es practicada sin principios, como experiencia primitiva y animal. Una postura que él mismo apenas respetó en su vida y que explicará – al menos parcialmente – las razones de su asesinato.
Su libro “Descripción de descripciones” – editorial Cien del mundo, México 1975,  reúne textos críticos que publicó entre 1972 y 1975 en el semanario italiano Il Tempo. Contiene una provocativa colección de reseñas que evalúan a escritores y obras. Entre ellos: Italo Calvino, August Strindberg, Céline, Moravia, y Dostoievski.
Se trata de breves ensayos que reflejan sus actitudes en contra del conservadurismo de la izquierda italiana y en favor de las minorías sexuales. La crítica literaria es aquí una extensión de su militancia social que censura filosamente la fiebre consumista, la corrupción política y las desviaciones culturales de la sociedad italiana.
Actitudes que lo condujeron a oponerse con firmeza a la revuelta estudiantil del 68.
A su parecer, fue ésta una manifestación hipócrita por parte de universitarios bien alimentados, ignorantes de la condición obrera y de la explotación que el sistema ejerce contra los mismos policías encargados de la represión. Postura heterodoxa y rebelde que lo convirtieron en un intelectual marginado e impopular, al menos en los círculos gubernamentales.
Rumbos y posturas que le presidirán como cineasta. Con el respaldo de Fellini, PPP llevó a la escena sus obsesiones como escritor. En películas como Accatone (1961) y en Mamma Roma retrata el mundo marginal de Roma y la doblez de la moral burguesa. Temas que aparecen con superior nitidez en El evangelio según san Mateo que combina elementos marxistas y cristianos. Así por ejemplo los soldados de Herodes se configuran como una pandilla fascista, y José y María aparecen como precedentes de refugiados políticos. Intenciones que se repetirán en Edipo Rey y en Medea de Eurípides. Por esta ruta Pasolini anima vasos comunicantes entre literatura y cine, entre espectáculo y crítica social.
Pasolini nunca simpatizó con la presunta objetividad de los académicos. Al aludir a Mircea Eliade, por ejemplo, dice su “imperturbabilidad como científico es un poco sospechosa… pues no presenta al cristianismo con el debido coraje y la debida claridad”. Se trata, en su opinión, de una religión más que sólo tiene en particular un sello histórico: un comienzo y un final. Algunas de sus críticas literarias reflejan sus propios dilemas. Es el caso por ejemplo del poeta griego Constantino Cavafis, quien en sus palabras “hizo el amor cuanto y como quiso; el amor homosexual… aceptado y honrado en su mundo…Él no era un tolerado: era un hombre libre”. Y PPP le envidia.
En circunstancias que no se han aclarado hasta el presente, Pasolini fue brutalmente asesinado en 1975 en una barriada de Roma. El presunto asesino -un adolescente que habría padecido la violencia sexual de este escritor y cineasta- se confesó autor del crimen; pero 20 años más tarde se declaró inocente insinuando que el crimen habría sido organizado y llevado a cabo por militantes políticos y figuras de la mafia cuya identidad no se conoce hasta hoy.
La trayectoria de Pasolini como poeta y cineasta -incluyendo sus preferencias sexuales en una sociedad que apenas revelaba aptitud para tolerar infracciones a los convencionalismos- lo convierten en una figura significativa en la cultura de nuestros tiempos.

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