Para Netanyahu la diplomacia es obsoleta y se reduce a lobby

4 septiembre, 2016
El primer ministro y su esposa en un viaje diplomático - Foto Facebook

Daniel Kupervaser

Pese al próximo record histórico de permanencia en función de Primer Ministro de Israel, cada día sorprende más la falta generalizada de comprensión de las decisiones políticas de Bibi Netanyahu. La aprobación del presupuesto nacional para los años 2017-2018 en relación a la cancillería israelí es un buen ejemplo de este error de apreciación.
Los medios anuncian en letras mayúsculas que el doloroso tijeretazo presupuestario demandará la reducción de 120 puestos de diplomáticos y funcionarios locales cuyo significado práctico es convertir a las embajadas de Israel en organismos enanos y totalmente incapaces de llevar adelante las funciones que demanda la diplomacia israelí con su problemática situación a nivel internacional.
Los primeros en movilizarse en protesta fueron funcionarios y diplomáticos en actividad. “El Primer Ministro, a cargo del Ministerio de RR.EE., está interesado en desarticular y cerrar la Cancillería Israelí, acusó Hanan Godar, Secretario General del gremio de trabajadores de ese ministerio”[1].
Otros funcionarios alegan que “el resultado es desastroso” y se debe principalmente que “Netanyahu dejó prácticamente acéfala a la cancillería sin ningún factor político que luche por ella[2]”
El diplomático israelí Victor Harel, consultado por Radio Jai, sostuvo que la decisión es “un desastre para el Ministerio y la política exterior de Israel. La única explicación para esto es que el Ministerio de Exteriores sigue sin tener un ministro a cargo”[3].
No debe haber nada más ingenuo y desubicado que analizar la conducta de Netanyahu bajo la suposición de toma de decisiones de forma imprudente y precipitadamente. Es necesario un alto grado de credulidad o falta de experiencia para suponer que el recorte presupuestario de la Cancillería se debe a la falta de tiempo, dedicación o simplemente un marcado desinterés del funcionario a cargo, especialmente cuando se trata del actual Primer Ministro.
Todo paso, determinación, palabra, resolución o juicio que sale de su boca es el resultado de un minucioso análisis, ponderación y reflexión de todos los aspectos que pueden afectar sus intereses o proyectos nacionales y/o personales. Nada queda fuera de control. No en vano sobre sus espaldas descansan más de una década como cabecera de gobierno con muy serias perspectivas de muchos años más.
Así como percibe Netanyahu la inserción de Israel en el marco global de nuestros días, las infraestructuras de la diplomacia tradicional se convirtieron en una armazón obsoleta de la cual hay que conservar lo mínimo necesario para respetar el protocolo. Los embajadores se están convirtiendo lentamente en adornos diplomáticos para engalanar actos públicos o cócteles tradicionales del día de la independencia. En aspectos que hacen referencia a toma de posición de cada país en puntos de la política internacional muy importantes para Israel, Netanyahu desde hace tiempo da mayor importancia a la labor del liderazgo judío local, mientras que los embajadores, en muchos casos, dan la impresión de estar bajo juramento de un voto de silencio.
La experiencia le demostró a Netanyahu que el creciente poderío económico y político de las capas dirigentes judías en muchos de sus países donde gozan de ciudadanía local es una herramienta con potencial de influencia en beneficio de intereses israelíes mucho mayor que el mejor y más experimentado diplomático político o de carrera.
El desarrollo de los acontecimientos de los últimos años en el continente americano es una clara evidencia de esa tendencia, en donde el último recorte presupuestario no es más que un resultado que toda persona sensata tendría que haberlo previsto hace tiempo.
Instituciones que se acreditan la representación de la colectividad judía local en países del continente no tienen el mínimo recato de activar enérgicamente ante sus gobiernos promoviendo o criticando decisiones siempre detrás de intereses israelíes. El programa ha arribado a tal punto de sofisticación que en caso de una colectividad judía local muy reducida y/o carentes de medios, se suple de forma inmediata con la presencia de sus ultras poderosos pares de EE.UU.
Tal es el caso de la intervención del Congreso Judío Mundial con el Presidente de Paraguay, los esfuerzos del Comité Judío Americano para la firma de un Tratado de Libre Comercio entre EE.UU. y Panamá después que su Presidente alabara la presencia israelí en todo Jerusalén, o la financiación del viaje de parlamentarios uruguayos a Israel por intermedio del Comité Judío Latinoamericano.
Este último caso es un buen ejemplo. Que a nadie se le pase por la cabeza que la intención de este viaje fue promover las relaciones entre Uruguay e Israel. Estos parlamentarios uruguayos saben muy bien que quedaron endeudados con la comunidad judía de Uruguay.  La deuda la deberán pagar cuando se presente la alternativa de una toma de posición de importancia internacional que pueda afectar intereses israelíes. Para cócteles festivos, intercambio cultural, científico o económico, basta solo con un embajador de segunda, un secretario de cuarta y un buen oficial de seguridad que los cuide. Así se preparó el nuevo presupuesto de la cancillería israelí.
Netanyahu ha puesto en marcha el proyecto de Israel como potencia supranacional basándose en el carácter tan especial del pueblo judío que dispone de poderosas diásporas afincadas en países claves del globo. Todo analista que se desentienda de este punto cardinal, probablemente arribe a conclusiones totalmente fuera de la realidad.
Desde el punto de vista diplomático, esta táctica de Netanyahu aparenta dar muy buenos resultados. Los gobiernos, en general, demuestran pavor ante la intervención directa de instituciones judías en favor de intereses israelíes. Lamentablemente, esas victorias pírricas enceguecen a líderes judíos locales sin que presten suficiente atención a la efervescencia anti judía que día a día se generaliza y legitima como consecuencia de tan clara demostración de preferencia de lealtad a intereses foráneos y no a la nación que les está otorgando ciudadanía.
Ojalá me equivoque.

[1] “La reducción presupuestaria rompe con la Cancillería”, Ynet, 22-8-16
[2] “Dramático ajuste en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel”, Aurora, 23-8-16
[3] “Reportaje a Víctor Harel”, Radio Jai, 23-8-16

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