Netanyahu está decidido a que la visita de Trump sea un éxito

Foto: GPO Kobi Gideon

David Makovsky

El 22 de mayo, el presidente Donald Trump llegará a Israel para la segunda etapa de su viaje al extranjero, tras su estancia en Arabia Saudita. La parada en Israel incluirá una visita a la mañana siguiente en Belén, donde Trump quiere reunirse con el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás. Considerando que en Arabia Saudita el presidente de Estados Unidos quiere celebrar una cumbre con líderes árabes y musulmanes dirigida a defender una amplia coalición contra el Estado Islámico, otros extremistas, e Irán; en Israel, buscará enfatizar su relación con sus anfitriones, mientras tentativamente explorará las perspectivas de conversaciones de paz entre israelíes y palestinos.

¿Por qué la visita importa tanto a Netanyahu?

Al afirmar el compromiso de Estados Unidos con Israel, Trump y su equipo estarán ávidos de establecer un contraste con la visita inaugural al Oriente Medio de su predecesor, Barack Obama, que en 2009 pronunció un importante discurso en El Cairo, pero no lo hizo en Israel, irritando al cercano aliado de Estados Unidos. A su vez, el primer ministro israelí Biniamín Netanyahu está decidido a hacer que la visita de Trump sea un éxito -y tal actitud, sin duda, le da a Trump una ventaja-. Las razones de esta posición israelí son diversas. En primer lugar, al igual que los países árabes, Israel quiere asegurarse que Trump siga comprometido en el Oriente Medio, con la esperanza especial de que actuará para disuadir a Irán. En relación con esto, algunos en Israel y en el resto de la región temen que el enfoque de “América Primero” enfoque pueda transformarse en «Solamente América», después de que la coalición encabezada por Estados Unidos derrote al Estado Islámico, como es de esperar, en los próximos meses.

En segundo lugar, los asistentes de Netanyahu han concluido que la cercanía con Washington tiene repercusiones positivas para la política exterior israelí en otras arenas. Inmediatamente después de que Netanyahu regresara de su primera reunión en la Casa Blanca en febrero, por ejemplo, fue invitado por Pekín, después de haber esperado tal invitación bastante tiempo. Ciertamente, los funcionarios israelíes son cautos por el hecho de que Trump es impredecible, y por lo tanto esperan que una visita exitosa aísle de alguna manera la relación bilateral contra una potencial crisis futura. Para asegurar que el presidente se sienta bienvenido, y para reforzar el componente personal, Netanyahu seguirá la reunión de trabajo con una cena íntima con los Trump. Tradicionalmente, Netanyahu ha utilizado tales cenas para establecer una buena comunicación con los líderes de Estados Unidos y para exponer la narrativa de Israel sobre la región.

En tercer lugar, Netanyahu quiere demostrar que las tensiones bilaterales recientes fueron culpa del ex presidente Obama, y no suyas. Si el primer ministro israelí no puede desarrollar una fuerte relación con un republicano -el partido de Estados Unidos que se cree que él favorece ampliamente- entonces, el público israelí podía percibir a Netanyahu como el culpable. Tampoco se puede ignorar la oportunidad en la política doméstica. Netanyahu está bajo investigación criminal por corrupción, y se dispone a mostrar a su público no sólo que el Gobierno de Israel está funcionando, sino también que él es una figura indispensable cercana al presidente de Estados Unidos.

Todo esto explica los esfuerzos israelíes por minimizar los diversos incidentes que surgieron durante la semana pasada y que podrían haber empañado la visita si hubieran sido magnificados por los funcionarios israelíes. Esto comienza con la tormenta durante la reunión entre Trump y el canciller ruso Sergei Lavrov, en la Oficina Oval, durante la cual se alega que el presidente compartió inteligencia israelí sensible sobre el Estado Islámico, y sobre la que Israel no ha pronunciado siquiera una palabra negativa. Cualesquiera que sean los detalles de este caso, Israel no tiene un sustituto de Estados Unidos, cuando se trata de lazos de inteligencia cercanos. En relación con esto, Israel ha estado tratando silenciosamente de fomentar vínculos más estrechos entre Washington y Moscú sobre Siria, con la esperanza de que una alianza entre Estados Unidos y Rusia pueda abrir una brecha entre el Kremlin e Irán, y así marginalizar a Teherán.

Israel está minimizando la cuestión de si un israelí acompañará a Trump al Muro Occidental, con las inevitables tensiones relacionadas que explican por qué los presidentes anteriores de Estados Unidos no han visitado el Muro. De hecho, Estados Unidos se ha opuesto a la presencia de una escolta israelí que implique el reconocimiento estadounidense de la soberanía israelí sobre Jerusalén oriental, en desacuerdo con la política norteamericana de larga data. A lo largo de las administraciones de ambos partidos, la posición de Estados Unidos sostiene que la situación jurídica de Jerusalén oriental debe ser resuelta en negociaciones con los palestinos. Israel, por su parte, ha aprobado una ley anexando Jerusalén oriental y considera la ciudad enteramente bajo su soberanía; mientras que al mismo tiempo acepta negociar su estatus con los palestinos.

Por último, funcionarios estadounidenses han dejado en claro a los periodistas poco antes de este viaje que Trump no anunciará el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén; a pesar de su promesa de campaña. En consecuencia, el 1 de junio Trump deberá firmar la misma exención de seguridad nacional tal como lo han hecho sus predecesores cada seis meses a partir de 1995. En el discurso público -previsto inicialmente para Masada, donde judíos eligieron el suicidio en masa antes que rendirse a la Antigua Roma, pero que se llevará a cabo eventualmente en el Museo de Israel- Trump puede indicar su intención de efectuar el traslado durante su actual mandato; al tiempo que aclarará no sucederá en esta oportunidad. Netanyahu no está evidenciando ningún malestar por este cambio; a pesar de que la visita de Trump se produce en vísperas del cincuentenario de la guerra de1967, tal como lo indica el calendario hebreo, durante la cual Israel «reunificó» Jerusalén. 

¿Avances sobre la paz?

 Trump ha indicado que quiere hacer «el acuerdo definitivo» de paz entre Israel y los palestinos. Uno podría detectar esperanzas para tal resultado en el encuentro aparentemente exitoso en Washington que tuvo a principios de este mes con el presidente de la AP, Mahmud Abbas. A pesar de que los dos se reunirán de nuevo el 23 de mayo en Belén, no se han hecho planes para una cumbre trilateral que incluya a Netanyahu. Abbas ha dicho, sin embargo, que está dispuesto a abandonar sus precondiciones de larga data para una reunión de ese tipo bajo los auspicios de Trump, posiblemente permitiendo el primer encuentro entre Netanyahu y Abbas, en siete años; aunque no inmediatamente. Anticipando la visita de Trump, Netanyahu autorizó a su ministro de Finanzas, Moshe Kahlon, que se reúna con su homólogo de la AP, Shukri Bishara, para discutir los incentivos económicos para los palestinos, tales como mantener el puente Allenby abierto veinticuatro horas al día, abrir más zonas industriales cerca Jenin y Tarqumiyah, y procurar la transferencia más eficiente para la AP de los impuestos recaudados en su nombre sobre las exportaciones palestinas.

La medición del éxito

Sin lugar a dudas, Trump y Netanyahu podrán declarar un logro en base a la superación de las tensiones políticas bilaterales que prevalecieron durante los años de Obama. Más allá de esto, Trump puede tratar de aprovechar la visita para anunciar la reanudación de las conversaciones entre israelíes y palestinos, pero la base sustantiva y la dirección para la renovación de dichas negociaciones están lejos de ser claras. Tras haber superado sus primeros cien días, en algún momento próximo, Trump ya no se beneficiará más de las bajas expectativas con respecto a asuntos de política exterior, incluyendo las conversaciones de paz. La exigencia subirá y, a su vez, los detalles y pasos claros hacia adelante serán necesarios

Más tentadora, la cuestión sigue siendo si Trump quiere traer desde el Golfo un compromiso para estrechar los lazos públicos con Israel -en lugar de las actuales relaciones por debajo de la mesa en la lucha contra el terrorismo- a cambio de medidas positivas de Israel hacia los palestinos. Un informe del Wall Street Journal sugiere que los países del Golfo acordarían establecer enlaces de telecomunicaciones, vuelos de aviación civil, y visados para viajeros por negocios si Israel acuerda detener la actividad de asentamientos fuera de la valla de seguridad. A pesar de que tales esperanzas son probablemente prematuras en este viaje inaugural; funcionarios de EE.UU. podrían decidir aprovechar las oportunidades relacionadas una vez que las conversaciones hayan terminado. Sobre los asentamientos, en deferencia a Trump, Netanyahu se ha contentado con hablar de una reducción a nivel general menos precisa, no habiendo, por ejemplo, relocalizado a los colonos desalojadas por los tribunales de Amona. Sin embargo, ha evitado el difícil compromiso de una congelación fuera de los bloques de Cisjordania y la valla de seguridad (territorio que comprende el 92 por ciento de Cisjordania) por temor a que una medida de ese tipo desate una crisis con los aliados de derecha en su coalición interna.

En Gaza, que fue gravemente dañada como resultado de su guerra del verano de 2014 con Israel, los funcionarios estadounidenses se han reunido con sus homólogos del Golfo antes de la visita presidencial para determinar las perspectivas de incrementar la electricidad y la asistencia para la infraestructura económica. Tal asistencia es en el interés de Israel, dado que la inestabilidad de Gaza podría conducir a futuros conflictos militares.

Y en un tema aparte, los funcionarios israelíes estarán ansiosos por saber si Trump ha extraído de Arabia Saudita un creciente compromisos en la lucha contra Irán y la lucha contra el Estado Islámico. Ellos presionarán ciertamente al presidente en estos asuntos.

Conclusión

En la primera visita del presidente de Trump a Israel y los territorios palestinos, Estados Unidos tiene una influencia considerable. Hasta el momento, ambas partes quieren evitar la apariencia de decirle «no» al nuevo líder estadounidense. Suponiendo que esta postura se mantenga, el resto de las preguntas se refieren a la manera de cómo Washington puede aprovechar la visita como un trampolín para idear políticas más concretas y eficaces para satisfacer sus prioridades: Facilitar ganancias entre israelíes y palestinos, y contrarrestar a Irán, el Estado Islámico y otras fuerzas del extremismo.

Fuente: www.washingtoninstitute.org

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