Murió un poeta pero no el poema: Yevtushenko

Letras y Letrillas – De Aquí y de Allá
Joseph Hodara

A los 84 años, muy lejos de la Siberia donde había nacido, Yevgeny Yevtushensko falleció en Oklahoma, Estados Unidos, hace algunas semanas. Pocos escucharon por vez primera su nombre cuando publicó, en 1961, las rimas contestatarias en Babi Yar. Versos enhebrados cuando visitó Kiev en ese año y conocer en esta ciudad ucraniana el basural en el que un cementerio judío se había convertido. Sus estrofas gritan lo que vio: “En Babi Yar/ no hay lápidas/ nada hay…Me digo/ hebreo soy/ y en el Nilo doy pasos/ minutos después en la Cruz agonizo/ y los clavos se entierran en mí…Soy también Dreyfus…”
Elegía singular que refiere la masacre llevada a cabo por los nazis en septiembre 1941. Más de 30 mil judíos -todos aquellos que no pudieron fugarse al entrar los alemanes a la ciudad- fueron conducidos a los bosques y allí ultimados a balazos con la colaboración de no pocos ucranianos. El compositor Shostakovic incorporará este tema en la 13 sinfonía que enhebró ulteriormente.
Yevtushenko insertó en este poema motivos singulares e inesperados por parte de un poeta ruso educado -sin éxito alguno- por el estalinismo que tiranizó a Rusia durante casi cuatro décadas. Sus abuelos y padres le ayudaron a superar el oscuro clima que respiró en su temprana adolescencia; y pagarán alto precio: fueron arrestados y juzgados en 1937 -por presuntos traidores- al lado de los más importantes líderes de la Revolución Rusa. Experiencias que modelaron su rebelde perfil adverso a la burocracia rusa y al estalinismo que la modeló.
21josephEn sus primeros pasos literarios buscó renovar la memoria y la herencia poética de Vladimir Mayakovsky, celebrado poeta que se suicidó en 1929 después de sentirse traicionado por la Revolución que tanto amó. Ulteriormente, mereció el espaldarazo de Boris Pasternak en Rusia y de Carl Sanburg en Estados Unidos, circunstancia que le facilitó superar la intolerancia en su medio.
Desde la muerte de Stalin multiplicó las censuras a cualquier tendencia autoritaria e imperialista en su país, incluyendo la invasión rusa a Praga al final de los sesenta. Le fue prohibido abandonar Rusia durante varios años; pero presiones internacionales obligaron a las autoridades a cancelar esta medida. Gomulka fue el primer dirigente ruso que apoyó sus posturas contra los excesos ideológicos y burocráticos que contaminaron la historia de su país. No debe sorprender que en 1962 la revista Time resolviera insertar su imagen en la portada.
Desde los años sesenta, Yevtushenko peregrinó por múltiples países para difundir sus posturas contestatarias contra la burocracia rusa. Se expresó no sólo en su idioma original; también en inglés y en castellano emocionando a múltiples audiencias.
En Bolivia, por ejemplo, visitó remotos lugares donde el Che Guevara, al despedirse de Cuba, llegara a este país a fin de alentar la insurgencia revolucionaria. Y recorrió toda la geografía chilena alentado por Pablo Neruda. Pasando revista a estas experiencias, el poeta colombiano Gonzalo Araujo dirá: “la poesía de Yevtushenko es un saco lleno de balas y de besos…”
Visitó Israel en varias oportunidades. Estrofas de su estremecedor Babi Yar fueron esculpidas en la entrada del Museo del Holocausto en Washington. Desde 1970 radicó en Tula, Oklahoma, impartiendo clases en la universidad local. Cuando percibió la proximidad de la muerte, pidió ser enterrado en el cementerio de escritores en Moscú -Peredélkino- muy cerca de Boris Pasternak. Figura y travesía la suya que no cabe olvidar.

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