Mahmoud Abbás va a Washington: ¿Qué es lo que está en juego?

Se abren las posibilidades de volver a la mesa de negociaciones
Eran Lerman
Los indicios de que Abbás ahora está dispuesto a contemplar una reunión con el primer ministro Netanyahu, bajo los auspicios de Trump pueden parecer sorprendentes, dada la firme posición de este último en temas importantes que respectan a Israel.
Ahora se visualiza una oportunidad para forjar un marco más realista para las negociaciones que el que trató de realizar sin ningún éxito el ex secretario de Estado John Kerry.
Los palestinos no tenían ninguna razón de aceptar dado que la administración Obama se encargaría de hacer recaer las culpas en Israel. Mensajes directos deberían ser la base para las futuras negociaciones.
Esos mensajes deben abordar la necesidad de medidas de seguridad a largo plazo; para el mutuo reconocimiento y de un compromiso territorial que refleje las realidades sobre el terreno. Al mismo tiempo sería útil que el Presidente Trump envíe un mensaje sobre la necesidad de determinar la cuestión de Jerusalén, que no pudo resolverse hasta el momento.
Si, en cambio, los palestinos obtienen un retraso en la transferencia de la Embajada de los Estados Unidos a Jerusalén y un entendimiento en las restricciones de las construcciones, limitándolas a únicamente a los asentamientos existentes, sería un precio razonable que se podría pagar en orden de romper el peligroso bloqueo de condiciones que Obama y Condoleezza Rice llevaron como expectativas a los palestinos. Dada la dinámica regional y global, esto no es tan imposible como puede parecer.
¿Qué habrá sobre la mesa entre los palestinos y la administración Trump en las conversaciones preparatorias y la reunión cumbre?.  El aspecto más importante puede, de hecho, permanecer estando tácito, de todos modos se lo puede definir como una “garantía estratégica”: la realización de que después de años de incertidumbre con Obama, la administración estadounidense, con todos sus defectos obvios, se compromete una vez más sin reservas con sus amigos de la región.
El abandono de Mubarak por parte de Obama, independientemente de los méritos del caso, fue catastrófico en términos de pérdida de todo valor político residual por parte de Abbás. Obama se mostró siempre comprensivo con la causa palestina, pero esa política generó un alto grado de incertidumbre para la dirección palestina en Ramallah, ligada con lo que parecía ser una medida de apoyo por parte de Obama para el ascenso de los Hermanos Musulmanes en Egipto y otros lugares, lo cual no generó un entorno positivo para tomar decisiones irrevocables.
El equipo de Trump parece estar trabajando para restaurar la confianza y reconstruir aquello que durante los años de Reagan se llamó “Consenso Estratégico”, que incluye tanto a Israel como a los estados árabes pro-occidentales. En este nuevo entorno, podría ser más seguro para Abbás tomar los riesgos correspondientes y entrar en una negociación abierta con Netanyahu. El esfuerzo podría aún desintegrarse, si los palestinos apuestan nuevamente a las precondiciones. Igualmente parece haber una mejor posibilidad dado que ellos sienten que sus patrocinadores tradicionales del mundo árabe; Egipto y Arabia Saudita, están una vez más cobijándose bajo el manto estratégico americano.
La familiar necesidad palestina de acogerse a los términos preordenados de referencia, un proceso “extremadamente cerrado”, es en cierta medida una función directa de su sensación de debilidad y de incertidumbre, así como una manera de evitar las decisiones dolorosas que una verdadera paz con Israel debe conllevar.
Al menos en teoría será más fácil ahora para el enviado de conversaciones de paz Jason Greenblatt y la Casa Blanca poder persuadir a Mahmoud Abbás a aceptar un punto de entrada a las negociaciones que se mantenga dentro del paradigma de dos Estados, pero que ya no está basado en adhesión estricta a la línea del 4 de junio de 1967 (con un mínimo de intercambios 1:1). Estos parámetros podrían estar más en línea con lo que Israel puede aceptar e implementar.
Claramente, en el acuerdo de Estados Unidos con Israel respecto a la limitación de la construcción de los asentamientos (no del congelamiento) que trajo aparejado únicamente pesadumbre a ambos lados cuando se intentó alcanzarla entre el 2009 y el 2010, puede igualmente preparar el terreno para una línea más realista de compromiso territorial.
En cuanto a la seguridad, es necesario que haya un mayor reconocimiento de los peligros que derivan del aumento de las tensiones regionales; las ambiciones de Irán y la virulencia del ISIS; las guerras en Siria, Libia, Yemen e Irak; y la posibilidad real de una puja por el poder por Hamás en las zonas bajo control de Ramallah. Todo esto requiere arreglos para una presencia militar israelí a largo plazo en áreas de vital importancia no sólo para la defensa de Israel y sus ciudadanos, sino también para la estabilidad y la supervivencia del gobierno palestino, así como la seguridad de Jordania.
El nivel de apertura en el lado palestino en estos temas será muy indicativo de la gravedad de sus intenciones.
En última instancia, puede ser conveniente para la administración Trump dejar en esta etapa la cuestión de Jerusalén en segundo plano. No hay ninguna postura intermedia que se pueda encontrar en este tema y sería conveniente detenerlo por el momento. Al utilizar el tema de la embajada como un señuelo, debería ser posible persuadir a la parte palestina de que sus intereses no servirán para forzar el de Jerusalén ahora.
En cuanto a la delicada cuestión de los subsidios a los terroristas de la Autoridad Palestina y sus familias, que apareció en el foco recientemente (en parte gracias al mensaje de organizaciones israelíes y think tanks), es necesario que exista una comprensión entre ambas partes, siendo un tema improbable de resolver en una sola noche. El abismo conceptual y moral es demasiado ancho.
Personas claves en la administración estadounidense han expresado ya sus opiniones francas, durante sus servicios previos en la Casa Blanca o en el Senado, sobre estas prácticas y han apoyado la legislación destinada a poner fin a las mismas. Al mismo tiempo, en medio del tumulto causado por la huelga de hambre de los presos (aparentemente organizada por Marwan Barghouti para sus propios fines políticos), será imposible para Abbás, simplemente darle la espalda a este aspecto de la política en la Autoridad Palestina.
Fuente: Besa Center.

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