La visita clave

15 febrero, 2017
Foto: Avi Ohayón - GPO

Pablo Sklarevich
La reunión del primer ministro Biniamín Netanyahu, con el presidente norteamericano, Donald Trump, tras el encuentro que éste último mantuvo con los líderes de Gran Bretaña y Japón -tradicionales aliados de Estados Unidos-, connota que Washington está tratando de alguna manera de reparar su rol de superpotencia.
Si las superpotencias, por definición, tienen aliados; durante sus ocho años de mandato el ex presidente norteamericano, Barack Obama, al menos en el Oriente Medio, hizo todo lo posible para alienarlos.
Obama buscó reconciliar estratégicamente a Estados Unidos con lo que considera como las fuerzas auténticas de la región, es decir con el islam político, ya sea sunita -en la forma de los Hermanos Musulmanes- o chií -en la variedad del régimen iraní de los ayatollahs y su socio menor Hezbollah-. El resultado de esto ha sido el caos en el Oriente Medio, acelerado por el ascenso de Irán y la propagación del Estado Islámico.
Con este telón de fondo, el conflicto palestino-israelí ha quedado relegado a un lugar secundario. Como si fuera poco, los palestinos están fuertemente divididos: geográfica y políticamente. El movimiento nacionalista Fatah gobierna en partes de Cisjordania; mientras que los islamistas de Hamás reinan en la Franja de Gaza.
Los analistas evalúan que si el ejército israelí se retirara de Cisjordania; Hamás se apoderará de esa región tal como lo hizo en 2007 en Gaza, apenas un año después de que las tropas de Israel se fueron de la Franja.
Mientras tanto, Netanyahu es presionado por el partido Habait Haeihudí, que encarna a la derecha religiosa nacionalista, para que reniegue pública y definitivamente de la solución de dos estados.
Si durante ocho años, Netanyahu logró navegar las tempestades que le arrojaba Washington; ahora los vientos huracanados provienen aparentemente del ala más radical de su propia coalición.
Queda por verse si el primer ministro aún no ha perdido el pulso para maniobrar en el frente político interno y superar el trance al que lo tiene sometido la policía que lo hostiga con investigaciones sobre presuntos casos de corrupción.

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