La sociedad árabe en Israel y la Ley del Estado Nación

Banderas drusas e israelíes en la marcha contra la Ley del Estado Nación en Tel Aviv Foto: That's Pretty Good Wikimedia CC BY-SA 4.0

Doron Matza, Meir Elran, Khader Sawaed y Ephraim Lavie

No es de extrañar que la nueva Ley del Estado Nación haya suscitado fuertes críticas dentro de la comunidad árabe de Israel. Sin embargo, aunque los principales elementos políticos árabes expresaron su protesta, el público árabe en su conjunto no se ha movilizado para participar en ninguna manifestación importante de amplia base sobre el tema. Esto ni siquiera ocurrió con la manifestación masiva en Tel Aviv, planificada por el Alto Comité Árabe de Seguimiento. En cambio, el intento del Comité de Seguimiento de promover un enfoque contrapuesto reveló grietas en la dirigencia árabe, destacándose en particular el enfoque relativamente restringido adoptado por la Lista Árabe Conjunta. La impresión es que en lo que respecta a la Lista Conjunta, la ley no constituye un punto de inflexión en la política israelí de los últimos años, y tomar una actitud resuelta de inmediato sobre el tema podría ensombrecer la continuación de la cooperación con el Gobierno sobre la implementación del plan quinquenal. Este no ha sido el caso en el sector druso, que considera la ley como una oportunidad para obtener una renovada legitimidad de su estatus especial, así como beneficios económicos en áreas que considera esenciales.

Previsiblemente, la aprobación de la Ley Básica: Israel como el Estado Nación del Pueblo Judío (de aquí en adelante, la Ley del Estado Nación) ha suscitado críticas fundamentales dentro de la sociedad árabe dentro de Israel. El establishment político árabe se ha opuesto a la ley, a la que percibe como un golpe directo contra el sector minoritario y los valores de la igualdad civil. Los primeros en denunciar la legislación fueron los miembros de la Knéset (Parlamento) de la Lista Árabe Conjunta que, durante la votación, rompieron en mil pedazos una copia de la ley. Un post, denunciando la legislación, emitido por el diputado Jamal Zahalka (Balad) contenía un mapa de la «Gran Palestina» que llevaba los colores de la bandera palestina y no hacía referencia al Estado de Israel, e instaba a una huelga general. El diputado Yousef Jabarin (Hadash) pidió a la Unión Interparlamentaria que tome medidas contra Israel. El jeque Kamal Khatib, líder en funciones de la rama norte del Movimiento Islámico de Israel, publicó un video sosteniendo que la nueva legislación revela la verdadera cara de Israel y demuestra que el conflicto es esencialmente religioso. La afirmación de que la ley revela la separación racial también fue promovida por intelectuales árabe-palestinos tales como el Prof. Assad Ghanem, quien pidió el comienzo de un nuevo capítulo en la lucha contra la discriminación. Por el contrario, en una entrevista radial en Galei Tzahal (Radio del Ejército), el presidente de la Lista Conjunta diputado Ayman Odeh defendió el enfoque pragmático, que adoptó él y su partido, Hadash. Aunque denunció la legislación, tuvo cuidado de evitar instar a medidas extremas, se abstuvo de usar terminología provocativa y enfatizó la necesidad de la igualdad civil. Todas las reacciones mencionadas anteriormente representan respuestas familiares que reflejan los diversos matices de los elementos rivales dentro del sector árabe.

La mayoría del público árabe no parece estar demasiado preocupada por la ley o sus implicaciones. De hecho, la actividad de protesta en el terreno ha sido bastante limitada. Se organizaron pequeñas manifestaciones en varias localidades a iniciativa del Alto Comité de Seguimiento. Los políticos árabes estaban decepcionados por la escasa participación en estas protestas. En este contexto, se realizó una manifestación en Tel Aviv el 11 de agosto de 2018, planificada como una manifestación masiva desprovista de expresiones nacionalistas. En la práctica, esta manifestación, que contó con un gran número de participantes, incluyendo un número significativo de judíos, y que incluía una serie de elementos vocales nacionalistas, no ha marcado una gran diferencia en la situación general.

Protesta contra la Ley del Estado Nación en Tel Aviv Foto: Yoram Soreq Wiimedia CC BY-SA 4.0.jpg

Esto también ha sido cierto con respecto al enfoque más activista, identificado con el Comité de Seguimiento Árabe y el mensaje formulado audazmente por su líder, Mohammad Barakeh. Se hizo eco principalmente el enfoque pragmático de la Lista Conjunta de Ayman Odeh, aunque los partidos rivales dentro de la Lista continúan abogando por diferentes posiciones, basadas en sus distintas identidades políticas. Por lo tanto, a pesar de que la Lista Conjunta participó en las protestas, lo hizo algo tarde y con un perfil más bajo. Esto volvió a expresar las tensiones internas dentro de la dirigencia política árabe con respecto a las relaciones personales, la lucha por la antigüedad política y las posiciones fundamentales en cuanto a la estrategia a adoptar con respecto al Gobierno israelí en general, y en el contexto de la Ley del Estado Nación, en particular.

En general, los acontecimientos recientes no parecen, en este momento, constituir un cambio formativo en las actitudes de la población árabe y las redes sociales. La crítica pública dentro de la sociedad árabe, que claramente se opone a la ley, es mucho menos pronunciada que entre los elementos públicos y políticos judíos, o dentro de la comunidad drusa.

De hecho, la indiferencia contenida mostrada por la sociedad árabe ha quedado patentemente evidente frente al contexto de las protestas de la comunidad drusa, cuyos portavoces -entre ellos los ex altos mandos de las FDI- han apuntado graves acusaciones con respecto a la disparidad entre las contribuciones drusas al Estado, por un lado, y el deterioro del tratamiento por parte del Estado de esta población, por el otro. Este desarrollo amenaza con una crisis que el primer ministro busca neutralizar, principalmente por medio de una disposición a enmarcar la situación única de la comunidad drusa de Israel en una legislación separada, y complementarla con beneficios económicos. Mientras tanto, los líderes de la comunidad drusa que hacen hincapié en la necesidad de un arreglo favorable están encontrando dificultades para resistir la presión desde adentro, entre los grupos más extremos, que están llamando a cambiar la formulación de la Ley del Estado Nación.

Protesta contra la Ley del Estado Nación en Tel Aviv Foto: Yoram Soreq Wiimedia CC BY-SA 4.0

Hasta ahora, la ley no ha sacudido presumiblemente los cimientos de la sociedad árabe de Israel. Su adopción ha sido vista como una expresión más de la política gubernamental de los últimos años. Por un lado, el Gobierno ha trabajado para promover la integración económica de la población árabe en la economía israelí y, al hacerlo, para reducir las disparidades socioeconómicas con la población judía. Por otro lado, la sociedad árabe percibe que el Gobierno toma medidas contradictorias en el ámbito sociopolítico que promueven la exclusión y la desigualdad. Desde esta perspectiva, la Ley del Estado Nación es considerada como una más en una serie de medidas anti-árabes, incluyendo las declaraciones discriminatorias de políticos de alto nivel y leyes –tales como la ley muecín, la ley de la Nakba, y otras- dentro del encuadre formal de la los puntos de vista básicos de distanciamiento del establishment judío frente a la minoría árabe.

El hecho de que elementos importantes de la oposición política de Israel hayan optado por abrazar claramente a la población drusa ha ilustrado aún más la marginalidad de la sociedad árabe en el orden social dentro del Estado de Israel. En este contexto, los líderes árabes establecidos parecen creer que una oposición severa y desafiante al Gobierno podría perjudicar la ejecución ordenada del plan quinquenal y tal vez también perjudicar las posibilidades de expandirlo con un plan adicional de cinco años en 2020, que ya está siendo discutido por el Gobierno. Este enfoque realista parece ser aceptable para el público árabe, que entiende tanto las limitaciones de la protesta como el precio de la radicalización.

Por otro lado, la protesta drusa refleja el punto de vista opuesto con respecto a la Ley del Estado Nación, que se percibe tanto como un insulto y como una manifestación de la erosión continua del estatus especial de esta comunidad en Israel. Desde el establecimiento del Estado, los drusos han logrado distinguirse de la comunidad árabe de Israel, al unir su destino a la hegemonía judía-sionista, y al obtener beneficios de esta situación. La Ley del Estado Nación, con su valor simbólico, y las medidas del Gobierno destinadas a reducir las disparidades con la comunidad árabe crearon una sensación de amenaza a su condición de preferencia. Los drusos parecen percibir que, a diferencia de los árabes en Israel, gozan de un estatus suficiente como para aprovechar la protesta auténtica con el fin de lograr beneficios esenciales con respecto a los temas que les preocupa, sobre todo en el ámbito de la tierra y la construcción. El contexto de los desacuerdos y tensiones dentro de la comunidad drusa parece estar relacionado con el miedo del liderazgo tradicional druso a que el apoyo que la comunidad recibe de los judíos opuestos al Gobierno les podría perjudicar también con respecto a otros intereses drusos relativos a la política israelí hacia los drusos en Siria. Otros -sobre todo los líderes jóvenes, los intelectuales, y los veteranos del sistema de seguridad de Israel- han recurrido a un enfoque de mayor confrontación como parte de la lucha generacional sobre el futuro liderazgo de la comunidad.

En conclusión, la lucha social y política en torno a la Ley del Estado Nación aún se encuentra en sus etapas iniciales, y la forma en que se desarrollará en el futuro es difícil de prever. Los próximos meses del receso de la Kneset (Parlamento) pueden facilitar un enfriamiento de las tensiones y la búsqueda de un remedio para el problema druso, muy probablemente en el ámbito económico. En el contexto de la relación con la población árabe, es dudoso que la ley tenga un impacto significativo en los procesos que se han desarrollado en los últimos años. Si se alcanza un acuerdo con respecto a los drusos, y sobre todo si se institucionaliza en una legislación separada y acompañada de importantes beneficios económicos, esto servirá para acentuar aún más la brecha entre los drusos y los árabes, y para aumentar la sensación de alienación de la minoría árabe del país. En esta realidad, será importante para el Gobierno trabajar en conjunto con los líderes árabes para garantizar la plena aplicación del primer plan de quinquenal y para tomar medidas en preparación para la adopción de un segundo y ampliado plan quinquenal, que también proporcione soluciones sistémicas para problemas aún no resueltos. El objetivo debe ser disminuir las marcadas disparidades que existen en la actualidad. Las reacciones restringidas hasta el momento de la minoría árabe a la Ley del Estado Nación judío pueden y deben servir para fortalecer los intereses comunes de la mayoría y la minoría, que actualmente se está manifestando en el ámbito económico.

Fuente: Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS)

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