La intransigencia de la ortodoxia

27 julio, 2016

Samuel Auerbach, Natania

La religión resulta ser un peligro para la civilización, cuando le llega a molestar ciertas ideas o hechos que no concuerdan con los pilares que la sustentan. Eso da pie a que sus jefes ideológicos influyan sobre sus fieles, en especial sobre sus jóvenes discípulos, inculcándoles animosidad sobre los otros sectores. Una animadversión cuyos alcances no son previsibles.
Son numerosas las pruebas que demuestran lo peligroso que son las religiones intransigentes. Las aportaron con holgura en el pasado, la guerras  entre católicos y protestantes que tuvieron lugar en los países europeos en el siglo XVI, como fue la “Guerra de los Treinta Años”.
Casi todas las guerras que la historia recuerda tuvieron lugar por diferencias ideológicas entre las distintas religiones. No pocas manchas que enlodaron el pasado, las produjo la intolerancia de la religión católica. Basta con recordar la inquisición española y las distintas cruzadas que diezmaron a gran parte de la población medieval.
En la actualidad, una prueba del peligro que reportan las religiones intransigentes la aporta el islamismo, cuyos clérigos desde su púlpito, predisponen a sus fieles a asesinar a todos lo herejes si excepción en nombre de su Dios.
Algo parecido está haciendo el judaísmo ortodoxo al insultar públicamente a los homosexuales, porque “La Torá”, su texto bíblico, considera abominable a la homosexualidad.  Ese criterio condujo el año pasado a uno de sus miembros a apuñalar a seis manifestantes  y matar a la joven Shira Banki en Jerusalén, mientras participaban en la Marcha del Orgullo Gay.
Desgraciadamente, el gobierno de Israel nada podrá hacer para frenar la intolerancia religiosa de los árabes, pero sí en Israel. Así como la Kneset acaba de aprobar en primera lectura, una ley para sancionar con multas a las redes sociales si no retiran publicaciones que estimulan al terrorismo, debería poner a consideración otra ley que castigue de alguna forma a todo aquel que, con sus alocuciones o por escrito, promueva la discriminación y la violencia entre la población. La ley incluiría a los rabinos, quienes con sus prédicas transmiten a la juventud ortodoxa su intransigencia bañada en odio. ■

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