La decisión de Trump no debe distraernos

10 diciembre, 2017
Foto Wikipedia

Bernardo Ptasevich                 

Como dice el refrán, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Si algo es bueno, es bueno, no importa quien lo implemente. Donald Trump y Bibi Netanyahu confirmaron algo que ya existía, dieron un mensaje político que en este mundo lleno de racismo, odio y antisemitismo traerá cambios, “buenos y malos”. Trump había prometido tener un plan de paz que funcionaría y no se iba a quedar de mano cruzadas ante la negativa de los palestinos para iniciar cualquier camino serio de negociaciones, aunque convengamos que el gobierno de Israel no se esfuerza mucho para que las mismas se lleven a cabo. Ambos líderes necesitaban un golpe de efecto ¡y vaya si ha repercutido en el mundo!

Jerusalén fue, es y será la capital del Estado de Israel

Comienzo así este editorial porque quiero que quede claro lo que pienso. Jerusalén fue, es y sera la capital del Estado de Israel. Para los ciudadanos israelíes no hacía falta el reconocimiento de Donald Trump. Nadie duda de la realidad, sabemos donde estamos parados, no hemos pedido permiso ni lo pediremos, así como no diremos a otras naciones donde debe ser su capital.

Un amigo es un amigo

A pesar de que Donald Trump había anunciado su posición respecto al traslado de la Embajada, el momento elegido tiene mucho que ver con darle la mano a un amigo y socio político, su mejor aliado en Medio Oriente. El Primer Ministro Bibi Netanyahu no pasa un momento muy cómodo, está siendo investigado y a punto de recibir las conclusiones luego de varias indagatorias efectuadas por la policía. Su libertad así como su prestigio están en peligro. La justicia tiene que dictaminar y no extender en el tiempo las decisiones. Es difícil gobernar cargando con esa pesada mochila de la duda. En esas condiciones, la decisión del traslado de la Embajada a Jerusalén por parte de Donald Trump se convierte en un gran regalo al primer ministro. Si tenemos que juzgarlo como amigo, se gana un diez, ya que no era fácil hacer lo que muchos presidentes americanos no han hecho antes. Pero eso no será gratis, los favores en la política tienen precio, yo te doy y tú me das. El intercambio de favores o negocios con beneficios personales económicos es un delito, aunque hay una delgada línea imaginaria entre lo que se puede y no se puede juzgar penalmente.

Los deseos contra la realidad

Deseo que Netanyahu sea inocente de las acusaciones. Es muy feo ver como en los últimos tiempos muchos  gobernantes y dirigentes han sido juzgados y condenados por diferentes delitos, algo que por otra parte habla muy bien de nuestra justicia. Por esos personajes irradiamos una mala imagen al mundo y también a nosotros mismos. Es por ello que debemos dejar en claro que no queremos funcionarios corruptos, ocupen el puesto que ocupen y tengan el poder que tengan. Si somos una luz para las naciones nuestros gobernantes deben ser impecables. No hay que acostumbrarse a que la corrupción sea normal ni continuar nuestro día a día como si nada pasara. Es cierto que Bibi Netanyahu no tiene la exclusividad en su forma de actuar y comportarse. La política está diseñada para que lleguen a los cargos más importantes quienes más infringen las reglas de transparencia, quienes obtienen más fondos y más apoyo de los poderosos a cambio de una devolución cuando se llega al poder. Eso pasa desde el inicio del proceso electoral, dentro de los partidos políticos en los que nadie puede llegar a cargos directivos sin utilizar los métodos habituales, que son justamente los más reprobables. Hace falta una reforma política, cambiar las leyes electorales y ser muy estrictos con la claridad que se deben financiar las campañas. Hay que eliminar de una vez por todas con  las perversas coaliciones que son intrínsecamente corruptas y que arruinan una y otra vez las decisiones de los ciudadanos. Esto vale para todos, no hay derechas o izquierdas buenas o malas. Hay políticos que no cumplen las leyes o abusan de huecos legales que dejan algunas de ellas. Se asesoran por grandes bufetes de abogados que no trabajan para el pueblo sino que ayudan a recorrer los vericuetos de una legislación vetusta que debe ser actualizada de inmediato.

Bibi Netanyahu y Donald Trump no son reyes ni dioses

Más allá de algunos aciertos que no debemos omitir el comportamiento de estos dos líderes es personalista, arriesgado, imprudente, arrogante y peligroso. No me refiero solo a la declaración actual sobre Jerusalén, algo que no cambia nada en el terreno, ni nos da, ni nos quita. Todo lo que había sigue habiendo y no habrá nada nuevo o diferente. Los palestinos y la comunidad internacional deben entender de una vez que los judíos no renunciaremos a nuestra Nación, esa que tanto nos ha costado construir y que tantas vidas de gente valiosa se ha llevado. No están dadas las condiciones para negociar. No hay que negociar con Hamás porque son terroristas. Roban y estafan a sus propios ciudadanos palestinos desviando las ayudas humanitarias para usos violentos, armas, túneles y gastos fastuosos con una vida de ricos. Por lo tanto no tienen autoridad moral para ser interlocutores. Salvando las distancias, no debería negociar en nuestra representación quien haya cometido delitos sin los cuales no sería gobernante. Por ello es importante que la justicia de su última palabra.

¿Es mucho pretender que nuestros gobernantes sean honestos?

Creo firmemente que no solo no es mucho pretender, sino que es nuestra obligación exigirlo. Que los nuevos y futuros candidatos políticos o a cualquier cargo público sepan que hay una ciudadanía responsable que no les permitirá apartarse del camino correcto. Hay que reformar la ley de fueros para que no sean inmunes si cometen delitos. Deben saber que hay una justicia independiente que castigará con la ley en la mano sus acciones ilegales. Solamente de esa forma puede haber un futuro auspicioso. No importa demasiado si son de derecha o de izquierda. Nadie quiere regalar el país, nadie va a entregar lo que nos corresponde y todos vamos a cuidarlo. Importa ahora si se es corrupto o se es honesto. Esa es la ley primera y sin eso todo lo demás queda invalidado. Las manifestaciones logran llamar la atención pero no resuelven el problema. La decisión de la justicia debe ser ahora, y todos debemos someternos a ella. Cambiemos para que no haya trampas ni artilugios que permitan eludir las responsabilidades. Israel es un país en serio que quiere vivir dignamente. Sus ciudadanos están hartos de tanto embrollo y tan poca claridad.

Queremos un gobierno limpio, elegido por los votantes y no por las coaliciones. Queremos un gobierno que cumpla sus promesas, que nos cuide no solo de los enemigos sino también de las dificultades naturales de toda sociedad. Que se encargue de nuestra educación, nuestra salud, nuestro trabajo, que cuide nuestros niños, jóvenes y abuelos. Queremos ser parte de una sociedad orgullosa de sus dirigentes, orgullosa de sus instituciones, con reglas claras, leyes sin agujeros, jueces justos y ciudadanos responsables. Parece algo que debería ser normal pero lamentablemente hoy no lo es. Debemos comprender que no solo hay problemas en el partido ajeno sino que también en nuestro partido hay corrupción. Barrer debajo de la alfombra la realidad no es el camino. No ataquemos a un dirigente por ser del partido opuesto a nuestras ideas así como no apoyemos a un dirigente corrupto de nuestro partido. Todos somos Israel, no somos un partido político. La  disyuntiva es claramente entre corruptos y honestos. ¿Cuáles quieres que te gobiernen?

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