La Biblioteca Nacional de Austria busca a los dueños de objetos robados por los nazis

Biblioteca Nacional de Austria Foto: Stemonitis Wikimedia CC BY-SA 3.0

Más de siete décadas tras el final de la Segunda Guerra Mundial, la Biblioteca Nacional de Austria sigue guardando miles de objetos robados por los nazis, a la espera de poder encontrar a descendientes de los propietarios, que fueron asesinados o se exiliaron.

De los más de 52.000 objetos sustraídos por la policía secreta nazi (Gestapo) no solo en Austria sino también en otros países vecinos, la Biblioteca Nacional ha conseguido devolver cerca de 47.000 desde 2002, cuenta Margot Werner, responsable del proyecto de restitución de obras expoliadas.

Entre los cerca de 5.000 que quedan por ser devueltos no hay solo libros sino también cartas, partituras o autógrafos.

El objetivo de la iniciativa, lanzada hace quince años, es encontrar alguna seña de identidad de sus dueños originales, ya sea un nombre, una firma o un sello característico de alguna familia.

«Llegamos a tener entre las manos unos 200.000 libros, fuimos estantería por estantería», recuerda Werner.

«Después, comparamos los títulos encontrados con el inventario oficial de la biblioteca para ver el origen del libro: si había sido comprado, regalado o robado», agrega.

Austria fue anexada en marzo de 1938 por los nazis y si bien tras la Segunda Guerra Mundial el país alpino destacó su rol como primera víctima de la Alemania hitleriana, una importante parte de la población austríaca era ferviente seguidora nazi.

La caligrafía o la manera de encuadernar los libros son dos de los factores que más ayudan a dar con la identidad de los dueños originales, ya que, aunque no estuviera la firma en todos, la letra o las ligaduras utilizadas eran las mismas.

De determinadas colecciones se sabía que pertenecían a familias de renombre, como la línea austríaca de los banqueros Rothschild, pero otras eran de personas anónimas.

«El problema no eran las grandes colecciones que sabíamos a quienes pertenecían, sino la infinidad de pequeñas colecciones que la Gestapo trajo a la Biblioteca después de que sus dueños fueran deportados o hubieran huido», explica Werner.

En 2010, tras varios años de investigaciones, 8.363 volúmenes pasaron a formar parte de la colección de la Biblioteca Nacional de Austria, al ser declarados sin herederos por no encontrarse ninguna señal identificativa en ellos.

El Gobierno austríaco promulgó en 1998 una ley de restitución por la que la Biblioteca podría comprar los objetos sin dueño a un precio marcado por un experto independiente.

El dinero obtenido se destina a los diferentes fondos de Austria para las víctimas del Nacionalsocialismo, recuerda Werner.

La Biblioteca Nacional colabora activamente con el llamado «Fondo Nacional», la institución dedicada a indemnizar a las víctimas austríacas del nazismo.

Desde su fundación en 1995, ha concedido 5.000 euros a cerca de 30.000 personas y diversas ayudas a más de 20.000 personas por haber perdido sus propiedades, explica la secretaria general de la institución, Hannah Lessing.

«Hemos ido a todas las embajadas (de Austria en el exterior). He viajado a Australia, he visitado cada ciudad de América. He estado en Uruguay, en Argentina o en Israel cientos de veces. Estuve en cada país dónde sabía que habían huido muchos austríacos», recuerda.

Estas ayudas fueron desembolsadas a personas de nacionalidad austríaca o que vivieran en Austria durante más de 10 años antes de 1938, cuando el país fue anexado por Alemania, explica Lessing.

De los 200.000 judíos austríacos que vivían en la república alpina en 1938, unos 65.000 fueron deportados y asesinados por los nazis.

El resto logró emigrar, sobre todo a Estados Unidos e Israel, pero también a países como el Reino Unido, Canadá, Australia o Argentina, entre muchos otros.

Las víctimas de los expolios no fueron solo judíos sino, también los hubo en instituciones culturales, sociales o políticas contrarias a la ideología del nazismo.

Así, por ejemplo, entidades como la Asociación Psicoanalítica Internacional o el consulado de Checoslovaquia en Viena, fueron algunas de las instituciones que vieron cómo desaparecían sus obras y documentos.

Uno de los objetos más famosos con el que se hizo la Gestapo y que terminó en los almacenes de la Biblioteca fue el libreto original de la ópera «La flauta mágica» de Wolfgang Amadeus Mozart, escrito por Emanuel Schikaneder.

Según cuenta Werner, sin dar más detalles, esta emblemática obra ya ha sido devuelta a sus propietarios.

Generalmente los libros se entregan en mano a los herederos, aunque en algunos casos se envían a los países de residencia de los exiliados y sus descendientes.

Habitualmente, los herederos quieren quedarse con los libros de sus antepasados, aunque también hay casos en los que piden que la Biblioteca Nacional los adquiera.

«Hasta que no hayamos devuelto el último libro, no vamos a parar», concluye Werner. EFE

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