Una comunidad que crece y se afianza
Hace seis años, el gobierno israelí publicó una serie de anuncios polémicos para mostrar a sus expatriados que nunca se sentirían como en casa en Estados Unidos.
Pero el año pasado, miembros del gabinete israelí se alinearon para dirigirse a una conferencia de Washington, DC, celebrando la identidad israelí-estadounidense.
La campaña publicitaria, que fue lanzada después de una reacción violenta de israelíes y judíos en el extranjero, representó la actitud tradicional de Israel hacia los ciudadanos que abandonaron sus fronteras. Haciendo hincapié en su imagen de patria nacional judía -y siempre preocupado por su equilibrio demográfico judío-árabe- el gobierno de Israel ha alentado a los judíos no sólo a trasladarse a Israel sino a quedarse allí. En 2014, el entonces ministro de Finanzas, Yair Lapid, llamó a los israelíes que se trasladaron a Berlín “antisionistas”.
Pero el desfile de los ministros israelíes que hablaron en la conferencia del Consejo Israelí-Americano de 2016 atestiguó una realidad cambiante: le guste o no al gobierno israelí, la diáspora israelí-americana es real, crece y deja su huella en Estados Unidos.
Nadie sabe cuántos israelíes viven en Estados Unidos, pero podría ser un millón.
No hay manera real de saber cuántos israelíes viven en los Estados Unidos. Cualquier niño de primera generación de israelíes es considerado un ciudadano israelí, pero Israel no puede obligar a sus expatriados a registrarse con su consulado local.
Las estimaciones de los israelíes en EEUU varían ampliamente, de unos 200.000 a tantos como un millón.
El estudio del Pew Research Forum de 2013 sobre los judíos estadounidenses encontró un número similar: alrededor de 300.000 judíos en América nacieron en Israel o nacieron de padres israelíes. En total, Pew encontró que la primera o segunda generación de israelíes representan alrededor del 5 por ciento de los judíos estadounidenses.
Incluso el gobierno israelí produce dos números diferentes. La Oficina Central de Estadísticas de Israel informa que un poco más de 500.000 israelíes en total se mudaron al extranjero de 1990 a 2014 y casi 230.000 regresaron. Pero la embajada de Israel en Estados Unidos dice que entre 750.000 y 1 millón de israelíes viven en el país. Adam Milstein, presidente del Consejo Israelí-Americano, declaró a la agencia JTA que incluye a 400.000 niños nacidos de un padre israelí.
Los israelíes tienden a ir donde están los judíos. Milstein estima que alrededor de 250.000 israelíes viven en las áreas metropolitanas de Los Ángeles y Nueva York, que también cuentan con las dos comunidades judías más grandes de los Estados Unidos. Pequeñas concentraciones de israelíes (y judíos) viven en el sur de la Florida, Chicago y San Francisco.
Estas ciudades, a su vez, han desarrollado una gama de servicios para sus diásporas israelíes. Las ciudades también ofrecen amplias oportunidades para la cultura israelí. La cocina israelí es un elemento básico de la escena del restaurante de Nueva York, desde el mini imperio de restaurantes Einat Admony hasta Dizengoff, un restaurante israelí con sucursales en Filadelfia y Nueva York. Aroma, la emblemática cadena de café israelí, tiene sucursales en Nueva York, Nueva Jersey, Washington, DC y Miami.
Y los músicos israelíes -de Idan Raichel a Shlomo Artzi a Sarit Hadad- nunca son difíciles de encontrar en la escena del concierto de Nueva York. Una adaptación del libro del novelista israelí David Grossman “Al fin de la tierra” se abrió recientemente en el festival anual del centro de Lincoln.
Vienen para la educación y el trabajo
Ni la Embajada de Israel ni el Consejo Israelí-Americano siguen las razones por las cuales los israelíes se trasladan a los Estados Unidos, pero Milstein sospecha que es por razones profesionales y académicas. El pequeño tamaño de Israel significa que los israelíes con títulos universitarios o avanzados a menudo buscan avanzar en sus carreras en lugares con más oportunidades en el extranjero.
Los israelíes “no tienen las raíces de alguien cuya familia vivió en Italia durante 20 generaciones, o que vivió en América durante los últimos 150 años”, dijo Milstein. “El pueblo judío, el activo más valioso que tiene es su cerebro. Puede llevar su cerebro a cualquier parte”.