Judaísmo: una religión que se regenera constantemente

20 julio, 2016

Moshe Pitchon

Del rey Ezequías, quien gobernó el reino de Judá, a finales del siglo octavo, principios del séptimo antes de la era común, está escrito en la sección profética del Tanaj que: “no hubo otro como él entre todos los reyes de Judá después de él, ni entre los que le precedieron”
La razón por la consideración en tan alta estima está explicada en un solo verso:
El quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel;
De acuerdo al capítulo 21 del Libro Números, Dios le dice a Moisés que haga una serpiente de bronce y la ponga sobre un asta.
Richard Elliot Friedman, profesor de hebreo y literatura comparada en la Universidad de California, San Diego pregunta lo obvio: “¿Cómo pudo atreverse Ezequías a destruir una reliquia de quinientos años de antigüedad considerada hecha por el propio Moisés?
El rey Ezequías hizo reformas, pero también las hicieron cada líder incluso cada comunidad judía que jamás haya existido.
De acuerdo con el erudito romano-judío del primer siglo: Flavio Josefo, los fariseos, de entre los cuales emanó el judaísmo rabínico, “han hecho muchas ordenanzas entre el pueblo, de acuerdo con la tradición de sus padres, de lo cual no hay nada escrito en las leyes de Moisés.”
Antiguos sabios como el rabino Yohanan ben Zakai, en palabras del escritor israelí Meir Shalev, nos liberaron en el primer siglo de la adoración de los sacrificios del Templo y Theodor Herzl, en el siglo 19 de una espera pasiva del Mesías y de la liberación.
Lo que Ezequías y todas las sucesivas reformas demuestran es que “el judaísmo es una religión de crecimiento histórico, que, lejos de pretender ser la verdad final, se regenera de nuevo en cada momento decisivo de la historia.” La destrucción de la serpiente de cobre por parte de Ezequías señala la necesidad de poner fin a la práctica de hacer del pasado un fetiche y de comenzar a crear una nueva civilización.
En ese orden de ideas, el rabino Elliot Dorff afirma de que, en cada época, el judaísmo debe ganarse el elogio de ser valorado como una forma de vida completa que permanece relevante a las nuevas sensibilidades y circunstancias.
La historia del judaísmo demuestra que como lo dijera Charles S. Liebman profesor de la Universidad Bar-Ilan, decir que “el judaísmo es lo que los rabinos” dicen que es “… no es del todo cierto.” No todo lo que está en la Torá es eterno y no se puede cambiar.  ■

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