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Israel Diament
Todos los ciudadanos del mundo, cristianos o musulmanes, liberales y marxistas, de oriente y occidente, deberían encender velas y comer «latkes».
Estamos en vísperas de la más popular de las fiestas judías, la fiesta de Janucá, que conmemora el aniversario de la liberación del Templo de Jerusalén del dominio griego y la salvación del pueblo judío de la desaparición cultural mediante asimilación forzada.
Así es, los sirios seléucidas (que eran el imperio helenístico ocupante, de hecho, los pobres atenienses nunca se enteraron de que estuvieron en guerra con los judíos) intentaron helenizar a la provincia de Judea en el marco de una política de homogeneización que tenía por objetivo reforzar política y militarmente su imperio y permitirle enfrentar mejor la amenaza persa desde oriente y la expansión de Roma desde occidente. La única etnia que presentó oposición a su aculturación fue la judía, razón por la cual se intentó doblegar esta resistencia mediante decretos que prohibían el estudio de la Torá y el cumplimiento de los preceptos bíblicos.
La política seléucida no había sido siempre así. De hecho, es muy raro que griegos intentasen transformar a bárbaros en helenos por decreto, no ocurrió antes ni después, pero sí en ese aciago 167 A.E.C. y en virtud del peligro de desaparición que se cernía sobre los hebreos de la tierra de Israel, principal centro judío de la época, estalló una revuelta que tras cuarenta años de duras y azarosas batallas logró estabilizar un gobierno judío y salvó a su espíritu de la desaparición en la tierra.
Janucá es la fiesta más popular que poseemos en la actualidad porque es crucial para casi todas las tendencias ideológicas judías contemporáneas. Para los judíos sionistas tanto seculares como tradicionalistas estos eventos son fuente de orgullo e inspiración nacional – pocos derrotaron a muchos y lograron obtener para nuestro pueblo el único período de independencia de la era del segundo Templo. Recordemos que desde entonces esta libertad nacional solo se volvió a obtener en 1948, nuevamente pocos luchando contra muchos durante arduas décadas y contra todas las posibilidades objetivas. No en vano uno de los clubes deportivos más importantes de Israel en la actualidad ostenta el nombre de Macabi.
Para los judíos observantes, Janucá es también una fiesta muy inspiradora – se trata de la supervivencia espiritual judía frente a una amenaza cultural mayoritaria. Tome en cuenta estimado lector que por aquellos días salvo los judíos, todo el entorno se había helenizado, la lengua franca en la región no era el árabe -ya que estos estaban organizados en tribus en la península arábiga- sino el griego, el medio oriente era heleno.
El judaísmo superó exitosamente una dura prueba de supervivencia tanto en el plano espiritual como material, la guerra fue necesaria para preservar la herencia, lo principal es que esta pudo continuar transmitiéndose. Por ello, los judíos observantes tienden a poner hincapié en el milagro del aceite puro para un día que duró ocho, clara metáfora de supervivencia del legado espiritual. En todas las generaciones los judíos somos una minoría cultural que debe enfrentar influencias mayoritarias de culturas extranjeras, del éxito en este enfrentamiento que, generalmente no es necesariamente sangriento sino coneptual depende la continuidad de nuestro acervo.
Pero… ¿acaso Janucá es una fiesta solamente judía? Estimado lector, si usted no es judío intentaré convencerlo en las próximas líneas que se sume a los festejos. ¿Por qué?
Imaginemos que los griegos hubiesen derrotado a Matatías y sus cinco hijos y la nación israelita hubiese desparecido de la faz de la historia, ¿cómo se vería el mundo en la actualidad? En mi opinión bastante mal, porque todos los fundamentos que hacen que el mundo contemporáneo sea un mejor sitio para vivir tienen su origen en el antiguo testamento, fueron universalizados por medio del cristianismo y el islam y secularizados en los últimos siglos por vía de las filosofías políticas liberales y marxistas, las mismas que detestaban los nazis.
¿A qué me refiero? Comencemos:

  1. El judaísmo ordena el primer estado de derecho de la historia, esto es, un régimen que postula la superioridad del imperio de la ley que se aplica a todas las personas sin excepción. ¿Cuándo? Al salir de Egipto. El faraón era un dios que estaba por encima de toda ley, él era la ley, mientras que Moisés estaba sometido a la misma normativa que el último de los leñadores o aguateros. Moisés se debía abstener de fumar en Shabat al igual que cualquier otro judío, y no podía apoderarse de pertenencia ajena alguna sea de quien sea. Su carácter de líder no lo ponía por fuera de la norma, sino que lo encargaba de aplicarla, enseñarla y preservarla. Además, había división de poderes, el rey no podía ser sacerdote no el sacerdote podía poseer tierras. Los poderes político, económico y religioso estaban divididos por ley.
  2. La igualdad entre los seres humanos y ante la ley: todos los hebreos eran iguales ante la ley, los jueces fueron advertidos que no teman al poderoso ni se apiaden del menesteroso. Una de las revoluciones en la historia del derecho es que la Torá prohíbe compensar económicamente por un asesinato, aunque la familia del asesinado consienta, ya que una vida no puede traducirse en valor económico, no importa quien sea el asesino ni el asesinado. El Génesis postula que la vida humana tiene santidad por cuanto que todos fuimos creados a imagen y semejanza Divina. Una misma ley habrá para vosotros y el extranjero que entre ustedes habitare, clama la Torá.
  3. Derechos humanos: los derechos a la vida, la dignidad y a comer son para todas las personas. Es cierto que la Biblia contempla la posibilidad de servidumbre y esclavitud, pero las limita, humaniza y administra, pero el ethos judío tradicional es una proclama por la libertad humana. Sin duda que todo movimiento antiesclavista de los últimos siglos se inspiró en el libro de Éxodo y la música góspel es un fiel testimonio de ello. El éxodo de Egipto fue el modelo de las grandes emancipaciones que le sucedieron.

El marxismo es una versión secular de los llamados de los profetas de Israel a promover la justicia social y se basa en la idea bíblica de la igualdad entre los hombres del mundo entero. El liberalismo pone énfasis en la dignidad humana traducida a derechos y libertades. Nada de esto habría llegado, probablemente, a nuestros días si los macabeos hubiesen perdido la batalla ¿Sabía usted que el derecho a la privacidad es varias veces milenario? ¿Sabía usted que la Torá impide obligar un obrero a trabajar, aunque este se haya comprometido a hacerlo?
¡Pero los griegos eran demócratas! Nadie les quita el mérito de su forma de organización de la pólis, pero recuerde usted querido lector que los ciudadanos eran pocos y las mujeres eran prácticamente animales, los espartanos cazaban ilotas (siervos) para su diversión y el viejo Platón proponía matar a los bebés inválidos para no generar una carga innecesaria a la república ideal que proponía establecer.
Si los macabeos hubiesen perdido la contienda, muy probablemente, no disfrutaríamos hoy del tan necesario y placentero fin de semana libre ni a nadie le importaría si su calzado deportivo fue o no elaborado por un niño esclavo en el oriente.
La idea de que todas las creaturas somos iguales ante Dios, ante la justicia y entre nosotros, el hecho de que disfrutamos de derechos naturales a la felicidad y a la realización sea cual sea nuestro origen, color o situación económica prevalecieron gracias a la victoria de los macabeos. Por lo tanto, si usted es judío o no, que pase un muy feliz Jánuca, la gran fiesta de todos los hombres libres del mundo entero. Eso sí, cuidado con las comidas festivas tradicionales que rememoran el milagro de la preservación del aceite, pues en muchos casos, algunos de los manjares que pueda llegar a disfrutar fueron fritos con un aceite añejo en exceso…


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