Jánuca 2018: El fatal desvarío de Netanyahu

6 diciembre, 2018 ,

Joseph Hodara
Los historiadores del futuro coincidirán en este punto: en un acto de ira y desvarío, Bejamín Netanyahu, perdió en reciente acto partidario la oportunidad de reaccionar con sereno equilibrio a las acusaciones lanzadas en su contra por el saliente jefe de la policía israelí.
En lugar de señalar juiciosamente los avances de Israel en el último año en múltiples esferas – desde la seguridad militar a los progresos científicos y tecnológicos-  enfiló un feo ataque personal a una figura que cuando le encargó la dirección de las fuerzas policiales le había adjudicado amplias cualidades: sostenida experiencia en cuestiones de seguridad, origen yemenita, domicilio en las zonas conquistadas, sólida identidad religiosa y modesto perfil. Figura que a sus ojos y en sus palabras se habría transformado con el tiempo en su enemigo personal.
Recordemos; Roni Alsheijh no fue nombrado jefe de la policía de Israel por algún capricho gubernamental. Se formó en una familia religiosa, fue paracaidista durante el servicio militar, tomó parte en las guerras en El Líbano, durante 27 años laboró en diferentes puestos en el servicio secreto, y tenía muy buenas perspectivas para encabezarlo. Aceptó sin embargo dirigir las fuerzas policiales del país en momentos críticos, asumiendo con lucidez los riesgos inherentes al cargo.
De aquí que por sus antecedentes e itinerario no cabe suponer que fraguó con malicia o sin fundamentos los cargos que esta semana le fueron endilgados a Netanyahu. Al abandonar el cargo, Alsheijh se inclinó a entregar al público los resultados de múltiples investigaciones que se basan en fuentes confiables, incluyendo a personajes que alguna vez fueron colaboradores cercanos del Primer Ministro.
Sin embargo, la reacción de Netanyahu en la primera noche de Januká ante la amplia asamblea de su partido fue infeliz. En lugar de celebrarla con equilibrio, con palabras que unen al público y a múltiples generaciones, agredió con gestos teatrales y filosos adjetivos no sólo a Alsheijh como persona y funcionario; también a la amplia suma de testigos y evidencias que hoy comprometen éticamente sus funciones.
Tenía esta opción: confiar en sus cercanos y devotos partidarios que fielmente se encargarían de censurar – incluso calumniar – al saliente jefe policial. Pero prefirió agredir y burlarse de quienes lo censuran con o sin sólidos fundamentos. Con esta errada actitud distorsionó los equilibrios que Israel – hoy más que nunca – reclama. Torpe actitud por la cual rendirá cuenta infeliz en el futuro.

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