Ítalo Calvino – La finita magia del abecedario

15 febrero, 2017

Joseph Hodara
Por segunda vez en estas páginas, la semblanza y las reflexiones del cubano-italiano Ítalo Calvino me capturan tornando indispensable añadir aquí y hoy breves observaciones en torno a su travesía vital y literaria. Impulso el mío que se origina en una imagen que me apasiona e intriga desde que la asimilara en un texto que describe el carácter de la reflexión matemática, y, en particular, el número finito de letras que componen el alfabeto, esa genial invención que nos permite traducir signos, impresiones y vivencias que están en nosotros y se fecundan -a veces también se esterilizan- en el contacto con los otros.
Imaginemos a un mono -criatura no menos sabia que algunas celebradas figuras- que resuelve divertirse combinando una letra con otra. Así, la “a” con la “s”, o repitiendo la “a”; para después explorar a la “x” con la “e” a fin de regalarse con nuevas palabras apenas conocidas por la humana audiencia. Así, con laboriosa y prolongada adhesión a esta conducta nuestro pícaro mono obtendrá una suma finita y terminable de palabras y de expresiones que copulan lujuriosamente.
21josephEn otras palabras, conjuntos -algunos breves y otros extensos- que se convierten en voces y frases que aluden puntualmente -o por indirecta evocación poética- al humano historial y a sus ocurrencias reflexivas. Al cabo de esta aventura combinatoria – prolongada pero finita– el mono tendrá justificadas razones para celebrar y celebrarse: esta acabada mixtura de las letras hará de él -simultáneamente- un Shakespeare y un Borges, un Homero y un Einstein, y -para colmo- se anticipará a cualquier futuro homo ludens- periodista, escritor o científico.
Este escenario no fue ignorado por Calvino; puede adivinarse en sus imaginativos relatos como El vizconde demediado y Las ciudades invisibles. Y se dilató hasta abrazar a múltiples jugadores del alfabeto en sus Cuentos fantásticos del siglo XIX. Escritos a los que aludí en textos ya publicados en estas páginas.
A ellos hoy y aquí agrego una apurada reflexión en torno a sus Seis propuestas para el próximo milenio, conferencias que Calvino enhebró con vistas a presentarlas en la Universidad de Harvard en 1984. La muerte le sorprendió una semana antes de su viaje a Boston. Su esposa –la judía-argentina  Esther Judith Singer– llevó estos temas a la imprenta. ¿Qué propone este escritor nacido en Cuba (1923-1985) que enriqueció las letras italianas?
Aludiré brevemente a cinco de las ideas que acertó a enhebrar. La sexta debe ser imaginada si al lector se le ocurre emular la paciente labor del apuntado simio.
La levedad es una de ellas. En el prólogo dice: “estamos en 1985: quince años apenas nos separan de un nuevo milenio… El milenio que está por terminar vio nacer y expandirse las lenguas modernas de Occidente… Mi fe en el futuro de la literatura consiste en saber que hay cosas que sólo la literatura, con sus medios específicos, puede dar…”
Y de aquí brinca a este asunto: las lecciones que se derivan de los mitos. Calvino escoge a Perseo y la Medusa para aludir al combate del primero contra el monstruo marino. Después de matarlo, Perseo lo entierra con amable delicadeza, y poco después las ramitas marinas en contacto con la Medusa se trasforman en preciosos corales. Alusión que lo conduce a recordar, en nuestros tiempos, a Milan Kundera quien en sus relatos describió conflictos reales que, para en verdad comprenderlos, hay que recurrir al mito.
Rapidez es el segundo tema. Para ilustrarlo Calvino recuerda figuras históricas y literarias, como Carlomagno, Petrarca, Washington Irving, y Thomas de Quincey. En este contexto, alude al caballo como animal que aparece constantemente en los relatos literarios como símbolo de la velocidad -física y mental-, un factor que distingue a la realidad de nuestros días, sin dejar de estar presente, en larga crónica, en todos los cursos del razonamiento literario y científico.
Calvino extiende y enriquece sus comentarios envolviéndolos en títulos como exactitud, visibilidad y multiplicidad. Concluye con memorables reflexiones en torno al papel de la literatura en los tiempos contemporáneos: “La excesiva ambición de propósitos puede ser reprobable en muchos campos de la actividad, no en la literatura… Su gran desafío es entretejer los desiguales saberes y los diversos códigos en una visión plural del mundo”.
Así, Calvino nos invita a aproximarnos -sin nunca llegar- a esa imaginada etapa en la que nuestro incansable simio se divierte con su infatigable pero finita combinación de las letras que componen el abecedario.

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