Israel y el radicalismo

7 diciembre, 2016

Pablo Sklarevich
El director ejecutivo de la Liga Anti Difamación, Jonathan Greenblatt, denunció recientemente durante un encuentro en la Knéset (Parlamento), en Jerusalén, que la retórica antisemita en Estados Unidos ha alcanzado niveles sin precedentes desde la década del treinta en Alemania.
Greenblat apuntó que cientos de crímenes de odio, incluso contra judíos se han reportado en EE.UU. tras las elecciones.
Probablemente, el fenómeno esté vinculado al proceso de radicalización que se observa en Occidente. El triunfo de Donald Trump en las elecciones norteamericanas, y el ascenso meteórico del senador Bernie Sanders en el partido Demócrata. La derrota en un referendo del primer ministro de Italia, Matteo Renzi, y su consecuente dimisión. La esforzada victoria del ecologista Alexander Van der Bellen en las presidenciales austríacas frente al ultraderechista Norbert Hofer. Y mucho más anteriormente, el encumbramiento de Jeremy Corbyn en el Partido Laborista británico y posteriormente el “Brexit”. Todos estos, parecen ser indicios de la crisis política y económica.
Sin embargo, no es claro que ese proceso haya tenido su correlato equivalente en Israel. El corrimiento político de electorado tiene que ver más bien con otro proceso. Los israelíes han cerrado filas tras haber visto al grupo terrorista chií libanés Hezbollah llenar el vacío, cuando el Ejército de Defensa de Israel se retiró  del sur del Líbano, y a Hamás apoderarse de la Franja de Gaza cuando abandonó ese enclave costero. Peor aún, Israel se ha visto vapuleado internacionalmente cuando respondió a los cohetes, y ataques intermitentes lanzados desde esas dos áreas, convertidas ahora en plataformas para lanzar agresiones contra sus ciudades.
Las maniobras políticas en torno al asentamiento ilegal de Amona están dañando, sin duda, e innecesariamente, la posición internacional de Israel. El público, en general, no acompaña a los políticos populistas en este enredo.
Gracias a sus energías creativas, el Estado judío ha sabido mantenerse fuera la crisis económica internacional y del caos que envuelve al Oriente Medio; pero uno de los desafíos más importantes aún sin resolver sigue siendo la desigualdad social. Este último factor podría convertirse en una bomba de tiempo a largo plazo, advirtió el Banco Central.

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