Israel, EEUU y la revolución en Irán

6 enero, 2018

A diferencia de las actuales protestas en Irán, en 2009, el entonces presidente norteamericano, Barack Obama, se negó a apoyar las masivas manifestaciones a favor de la democracia y en contra del régimen teocrático de los ayatollahs. Obama buscaba ganarse la confianza del líder supremo iraní, Alí Khameneí. En retrospectiva, la estrategia de Obama era evidente: retirar a EE.UU. del Oriente Medio (algo que comenzó su predecesor y continúa de alguna manera su sucesor). Y también reconciliar a Washington con Teherán, una movida que de alguna manera consiguió con el acuerdo nuclear de 2015.

Es posible que, tras el 11 de septiembre, Obama estuviese atraído por la idea de reconciliar a Estados Unidos con los islamistas. Desde esta perspectiva, probablemente veía a los Hermanos Musulmanes (islamistas suníes) y a los khomeinistas (islamistas chiís) como las fuerzas “auténticas” y “democráticas” (no en el sentido liberal sino como Ernesto Laclau concebía al populismo: un bloque o alianza de los oprimidos articulado por un discurso que se opone a la hegemonía de la oligarquía).  Verosímilmente, la intención de Obama era unir a Occidente con esas fuerzas “moderadas” en contra de los extremistas, es decir Al Qaeda, el Estado Islámico, etc.

Con respecto a Israel, Obama buscó fortalecer su seguridad y simultáneamente, obligarlo a plasmar concesiones territoriales con el fin de pacificar la región.

El problema de esta visión es que los Hermanos Musulmanes y los khomeinistas son en realidad fuerzas revolucionarias mucho más peligrosas que los extremistas salafistas porque a diferencia de éstos últimos, saben crear alianzas y maniobrar.  El profesor Barry Rubin comparaba a los primeros con bolcheviques y a los segundos con los nihilistas rusos.

Para la dirigencia egipcia, encabezada por el presidente de Egipto, Abdel Fatah al Sisi, el ascenso de los Hermanos Musulmanes abona el terreno para el florecimiento de Al Qaeda, el Estado Islámico y otros grupos extremistas. Similarmente, la revolución khomeinista ha despertado de alguna manera el surgimiento del extremismo sunita.

Con respecto a Israel, los palestinos se escaparon de las negociaciones dos veces durante el mandato de Obama. En el segundo intento, el primer ministro, Biniamín Netanyahu, aceptó una propuesta marco presentada por el entonces secretario de Estado, John Kerry; mientras que el presidente palestino Mahmud Abbás prefirió escabullirse.

Pablo Sklarevich

 

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