Homenaje a la vida: feliz cumpleaños Israel

4 mayo, 2017 ,
Liberados del campo de concentración de Buchenwald en Haifa, 1945 - Foto Wikipedia

Dra. Bejla Rubin

Ante la celebración del nacimiento del Estado de Israel, que ya suman 69 años, con las palabras que siguen lo queremos homenajear y decir, Nunca Más éste pueblo será sometido a ninguna barbarie, sobre todo de los nuevos nazis que están siempre en las sombras y a la espera de una nueva oportunidad.

Primo Levi dirá: “la historia de los campos de destrucción debería ser entendida por todos como una siniestra señal de peligro”. Y uno de los máximos peligros son la indiferencia y la negación ya que éstos no permiten leer los signos, las señales cuando un nuevo horror se viene anunciando. Y cuando éste sobreviviente de Auschwitz advierte que el mundo no ha aprendido nada de ese horror, y la indiferencia acontece nuevamente, es así que decide suicidarse en su casa de Turín, arrojándose por la escalera el 11 de abril de 1987, con tan sólo 58 años de edad.

¿Por qué se escribe? ¿Qué hace que los humanos escribamos?

Algunos lo hacen por amor, la historia está repleta de cartas de amor, poemas, novelas donde en cada ficción se desprende algún rasgo, una señal de la historia íntima del escritor. Siendo así, ¿por qué escriben los sobrevivientes? Primo Levi dirá: “como una liberación interior”, en primera instancia, pero además para que el mundo sepa lo que ha sido la barbarie nazi, que nadie ose decir “eso no ocurrió”, es un invento judío, o tratando de minimizar esa maldad radical, y debido a ello es que Primo Levi no nos ahorra nada, nos da a leer su testimonio ominoso, sin ambages, descarnado, donde se pregunta “¿cómo es posible golpear sin cólera a un hombre?”. Y cuando se pregunta por qué, ¿Warum?, la respuesta del SS es Warum, hier kein Warum, aquí no existe ningún por qué, donde los hombres eran reducidos a simples piezas, Wiefel Stücke, a la hora del recuento, ya sin nombre, sin dignidad, sin reflejo en el otro pues habían dejado de ser humanos ante la mirada del sujeto nazi.

Primo Levi ya no es Primo Levi, llevará un nombre de número tatuado en la carne, como una res, y será 174.517, y si no recuerda su número, no recibirá su ración de comida, si lo que recibía podía llamarse comida. De ahí en más será un Häfling, un prisionero encarcelado, peor que una bestia, sin culpa alguna, sin condena, su único delito es haber nacido judío, entones un ser inferior por no pertenecer a la raza de los arios puros.

¿Por qué escribo yo?, para honrar la memoria de mis padres que también fueron sobrevivientes de la barbarie nazi, donde lo perdieron todo: su pasado, su historia, su país, sus raíces , y fundamentalmente a sus hermanos, padres, abuelos y sobrinitos, mellizos, ergo, carne de experimentación de manos del Dr. Josef Mengele, pues todos ellos fueron enviados a Auschwitz, salvo mis padres que estuvieron hacinados en Siberia, Rusia.

Escribo también para explicar a los estúpidos cuando tratan de poner una medida al sufrimiento, especulando si en tal campo de concentración se sufría más que en tal otro, como si el dolor tuviera medida siendo que compete a la historia y subjetividad de cada ser humano . ¡Ah, los teóricos y sus interpretaciones banales!  Pienso que tanto la maldad como la estupidez carecen de antídotos, lástima que tanto el malo como el estúpido no se dan por enterados que lo son.

Escribo para algunos de mi familia , sobrinos de mi madre, cuyos padres emigraron a la Argentina antes de 1939 y vieron la guerra “en películas”, a la distancia, teóricos y meros observadores del horror, donde encima, dentro de su ignorancia , indiferencia y sobre todo estupidez, intentan explicarme que los campos de Siberia no eran tan terribles, total ellos no tenían que talar árboles con la nieve hasta la cintura con – 40° como lo tuvo que hacer mi padre a cambio de un plato de comida. Mientras ellos, acá, gozaban de una abundancia palaciega dado la bonanza de una Argentina que en épocas de Perón se enriquecía gracias a la guerra. Entonces, las familias quedaron divididas entre los que compartían en silencio tanta barbarie improferible, y los estúpidos ignorantes, soberbios e infatuados, que trataban de minimizar el horror, supongo para mitigar su culpa y sobre todo, tapar su indiferencia. Digo indiferencia, porque cuando mis padres y yo llegamos devastados a esta Argentina peronista que no quería recibir judíos después de la guerra, estos familiares, entre la banalidad y la mirada puesta en otro lado, empachados de tanta codicia, no fueron capaces de desprenderse de un mendrugo, ni un centavo, para alojar con amor y ayuda económica a estos gringos pobrecitos venidos del infierno.

Y esta deuda, hoy en día ya no se salda ni con todo el oro del mundo, el dinero no compra la sensibilidad, la cultura ni la generosidad, esa que se recibe desde la cuna, que marca la diferencia del origen, y éstos familiares avaros, no habrá dinero suficiente que alcance a contemplar ni mitigar tanta crueldad, pues a pesar del paso del tiempo, la historia no perdona ni olvida.

A todos ellos que no quieren saber del dolor, del sufrimiento, les recordamos estas palabras del poema Si esto es un hombre:

 

Los que vivís seguros

En vuestras casas caldeadas

Los que os encontráis, al volver por la tarde,

La comida caliente y los rostros amigos,

Considerad si es un hombre

Quien trabaja en el fango

Quien no conoce la paz

………………

Quien no tiene cabellos ni nombre

Ni fuerzas para recordarlo

Vacía la mirada y frío el regazo

 

Tomo para finalizar otra vez las palabras sabias de Primo Levi cuando dice: “entonces por primera vez nos damos cuenta que nuestra lengua no tiene palabras para expresar esta ofensa, la destrucción del hombre”.

A esta ofensa que no entabla ningún lazo discursivo, en nuestra tesis de doctorado la hemos acuñado con el nombre de LA LENGUA DEL HORROR. Esta no es pasado pues cada vez que una nueva barbarie acontece, nada impide que ese horror se pueda volver a repetir, y el poema, cada uno de sus versos cobran total vigencia, un dolor entrañable que sólo algunos podrán acompañar en su decir.

Para finalizar nuestro recorrido, tomo la pregunta de Primo Levi, y la anudo a por qué está en concordancia con en este nuevo aniversario del nacimiento del Estado de Israel. Siendo así él se interroga de forma desgarradora: “ ¿ Por qué el dolor de cada día se traduce en nuestros sueños tan constantemente en la escena repetida de la narración que se hace y que nadie escucha?”

Sueña repetidamente que cuenta a su hermana el horror que está viviendo y que sus oyentes no siguen su relato, peor aún, se muestran completamente indiferentes a él. Se podría decir que el cautivo en Auschwitz no tiene respiro, ni de día ni de noche, el horror es una continuidad interminable, sin pausa ni cortes, lo siniestro es vivido durante el día y se continúa en una pesadilla nocturna infinita, el sueño no elabora nada ni da descanso al cautivo, es la maldad que se repite en una lenta agonía del ser que ha perdido allí su dignidad de ser humano y se le ha suprimido su derecho a tener una vida respetable.

Y todo eso por qué? Por el sólo y mero acontecimiento de haber nacido judío, no importando si éste asume su condición de tal, si es o no practicante de dicha fe, si el Dios de los judíos existe o no para él. Para el monstruo nazi haber nacido de un vientre judío, tener antepasados judíos, era razón suficiente para sacarle su condición de humano y reducirlo a un simple deshecho, rata perseguida, maltratada, hacinada, y por cierto, no por fuera de un rédito económico para el Reich dado que al pobre infeliz se le arrebataba todo: su casa, su familia, sus ahorros, y finalmente su vida, con la excusa del Lebensraum, de hacer lugar al mundo ario.

Entonces, tener una patria judía no es un hecho menor, es la garantía institucional y diplomática que responde frente a un mundo hostil dado que cubre las espaldas cuando los nuevos brotes antisemitas asoman, protegen a un pueblo que durante 2000 años fue huérfano de una paternidad institucional y territorial.

Pero ¿qué hace el mundo de hoy en día, no acostumbrado a ver a los nuevos judíos, fuera de los ghettos, ya no temerosos, defensores de su territorio, inventores de una tecnología de avanzada y que acoge a cualquier judío venido de los confines del mundo a que retornen a su hogar bíblico, la tierra de Abraham, David y Salomón?

Tilda al Estado de Israel de genocida del “pobre pueblo palestino”, minimiza sus ataques terroristas que masacran a mansalva a niños indefensos y jóvenes soldados protegiendo las fronteras de su patria. Parece que el mundo antisemita se presenta ahora con nuevos disfraces, con lemas de una izquierda ya demodé que ni los propios rusos ya se la creen, y queda descolocado cuando ya no reconoce al nuevo judío, valiente, vital, defensor de su patria, y ya no es más el que fuera otrora, un judío temeroso, con sus vestimentas medievales de hombre religioso, esos que eran fáciles de localizar, asustar y doblegar.

Israel es una patria joven de tan sólo 69 años, pero al mismo tiempo es un territorio milenario, tierra de nuestros patriarcas, tierra que recuperó Josué luego de un largo camino a casa junto a Moisés, en pos de la libertad, tierra de bravos macabeos, tierra que nos dice y recuerda: Nunca Más, ni esclavos en Egipto, ni quemados en la hoguera de Torquemada, ni hacinados en Auschwitz con sus cámaras de gas.

 

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