Gran film de Eran Kolirin

23 febrero, 2017

Meever laharim velabvaot (Israel, 2016). Dirección y guión: Eran Kolirin. Fotografía: Shai Goldman. Actores: Mili Eshet (Yifat Grinbaum), Alon Pdut (David Grinbaum), Shiri Nadav Naor (Rina Grinbaum), Noam Imber (Omri Grinbaum), Alaa Daka (Eimad) y otros.

Ya desde la primera toma, donde se ve un grupo de personas paradas sin moverse y mirando la cámara hasta la última toma donde la hija adolescente enfrenta directamente con su mirada a la cámara, mientras que los otros integrantes enfocan sus miradas fuera del encuadre; pareciera que el film nos dirige una mirada directa y nos conmina a relacionarse con esa mirada.
Pero el cineasta pareciera observar lo que ocurre desde la distancia concentrándose en las emociones que el film provoca, todo esto le da más poder a la alegoría y evita toda posibilidad de que algo didáctico se filtre en el tema.
La primera toma es estática pero la gente se empieza a mover y algunas caras pasan delante de la cámara como no perteneciendo al grupo que resultan ser el grupo de soldados de la unidad del ejército, que enfrenta a David, el teniente coronel que luego de treinta años de servicio se retira de la vida militar para tratar de integrarse a la vida civil.
En el trasfondo se escucha la canción que canta Arik Einstein, sobre los tiempos de la Israel clásica cuando le llega el descanso al fatigado, habla de Emek Izreel, de los kibutzim y los moshavim, Beit Alfa y Nahalal, tiene un toque que tiene que ver con lo que está ocurriendo.
Luego lo vemos a David participando en esos talleres tan frecuentes que prometen el éxito en la vida, los negocios y todos conminados por el moderador gritan al unísono, yo quiero triunfar.
El asunto es bastante ridículo mirado desde afuera pero Kolirin en ningún momento tiene la intención de burlarse de sus personajes. Luego de su salida del ejército David se siente perdido y trata de integrarse al mundo de los negocios.
Trata de vender productos de belleza pero el éxito no lo acompaña. Hay una escena que conlleva una buena dosis de humor, viene a visitarlo uno de los oficiales con los que trabajaba acompañado de una joven y bella soldada. Cuando éste pregunta cómo le está yendo, David lo increpa por la aventura dado que es casado y con hijos, debe pagar un precio por el silencio y le compra una de las cajas de productos cosméticos que David comercializa. En un camino periférico David para el auto mirando el monte oscuro y descarga unos balazos al aire para descargar paralelamente su frustración.
Rina, la esposa, es maestra de secundario donde estudian sus hijos, enseña literatura y le toma apego a uno de sus alumnos que muestra tener una sensibilidad espiritual superior, ese vínculo la lleva a querer comprarle un libro, su marido no comparte sus inquietudes intelectuales y su situación se complica cuando se deja llevar por impulsos y toma fotografías con el celular.
Yifat está concienciada políticamente, participa en manifestaciones, lleva una kefia alrededor del cuello como un echarpe, algo que le provoca a David decirle a su hija que parece una terrorista, y que la situación es compleja.
Un joven palestino que ella encuentra piensa que es una soldada por el abrigo de color caqui que lleva puesto, de alguna manera lo que se dice es que la realidad y la verdad en el film dependen del punto de vista del observador.
Pero las cosas van más allá cuando se crea un vínculo con visos románticos con un palestino, Eimad que vive en la aldea del otro lado de la carretera periférica, más allá de las montañas y los cerros, el título del film.
No faltan sátiras en el film, David es interrogado por los servicios secretos sobre las actividades de su hija y ellos ni reaccionan cuando dice que como resultado de aquellos balazos ha matado a un joven palestino, ellos ignoran esa confesión de lo que él cree haber hecho, todo lo que les interesa es que les haga llegar el celular de su hija para ver sus contactos. Se hará, como de paso y el resultado será anunciado en la televisión, la liquidación de un supuesto terrorista.
El film se va desarrollando dejando cada escena de un personaje cortada, para volver a ella después o no, un relato fragmentado que aumenta la tensión y el interés, pero el film es un todo orgánico.
Se podría decir que es una sinfonía conclusa compuesta de elementos inconclusos. Es sin duda una creación cinematográfica sobresaliente en el panorama israelí, la familia, el individuo y la ubicación actual. Muy buena actuación de los actores, y como dicho, gran film de Kolirin.

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