Film soberbio, memorable

2 febrero, 2017

Henry Weich

Or Iareaj (Moonlight, EE.UU., 2016). Dirección y guión: Barry Jenkins. Fotografía: James Laxton. Actores: Maharshala Ali (Juan), Janelle Monae (Teresa), Naomi Harris (Paula), Ahton Sanders (Little), Chiron (Ashton Sanders), Trevante Rhodes (Black)y otros

El film empieza con Chiron como un niño negro en una urbanización pobre de Miami, Los compañeros de clase lo acosan y le ponen el apodo de “Little”, flacucho, debilucho, raro, lo encontramos huyendo de sus perseguidores y metiéndose en un apartamento que tiene pinta de sótano pero no lo es, ahí lo encuentra Juan, que es el dueño del lugar y traficante local de drogas, un tipo de buen carácter que lo lleva al niño a comer y no le puede sacar tres palabras seguidas sobre lo que hace y por qué lo acosan. Luego lo lleva a su apartamento que comparte con Teresa y ahí tampoco pese a la buena voluntad de ambos, Little no cuenta nada de sí mismo.
Hablando de palabras, todos los intérpretes son americanos africanos, pero no se llaman entre sí por ese término políticamente correcto que sería ridículo pero con los vocablos de los dueños de esclavos como por ejemplo “nigger” o a lo sumo “black”, el lenguaje es el del medio ambiente, directo, deformando el inglés correcto como cuando se increpan preguntando ¿who is you, man? Juan se ocupa del escolar, Little va a la escuela, lo lleva al mar para enseñarle a nadar, esa es una escena de gran belleza entre otras tantas del film, las tomas a ras de la superficie del agua dan esa sensación de inestabilidad en la que se encuentra el chico. Vive con Paula que es drogadicta y prostituta y no se preocupa nada por él y hasta lo echa de casa cuando viene uno de sus clientes. Juan ve algo bueno en ese chico tranquilo mientras en realidad provee el producto que está arruinando su vida hogareña.
El film salta a Chiron como adolescente pero no se trata de algo parecido a Bpyhood de Linklater que siguió la vida del mismo intérprete durante doce años, aquí entra en el personaje un nuevo actor como se señaló arriba. Son años de búsqueda de identidad, especialmente ahora cuando toda semblanza de vida de hogar normal ha desaparecido. Cuando se habla de identidad se habla en todos los aspectos, masculinidad, lugar en la sociedad y tal.
Literalmente Chiron no tiene nada, no tiene amigos, los compañeros de escuela siguen pero ahora se hace referencia no velada a sus inclinaciones sexuales de las cuales no tiene idea, todos fanfarronean con sus conquistas pero él está en el limbo.
El único que se le acerca con empatía es Kevin y surge un momento que claramente apunta a la homosexualidad y hay correspondencia mutua. Pero debido al acoso de un grupo de alumnos, Kevin tiene que cambiar de rumbo y estalla una escena de gran brutalidad donde Chiron es golpeado en el suelo.
Teresa que lo cura le propone ir a la policía pero él se niega y en cambio, en otra escena donde Jenkins (el guionista) muestra su gran enjundia para crear tensión, al final sí va a la policía pero llevado por la autoridad.
Es la edad en la cual creen que la violencia es la respuesta lo que sea que les permitirá sentirse mejor, cuando no hay cariño y todo se da en interpretaciones malsanas. En la última parte lo vemos a Chiron como joven adulto de gran masa corporal, en cierta manera recuerda al Juan de su juventud no sólo por el parecido sino porque también él se ha convertido en traficante de drogas, ahora responde al apodo de “Black”, como solía llamárselo en la adolescencia.
No pareciera haber habido un casting en que los tres actores se parecieran entre sí pero de todos modos hay un parecido en los tristes ojos de todos y extrañamente esa falta de parecido no daña y las cosas fluyen naturalmente en el film.
Películas dramáticas se han ocupado mucho con temas de identidad pero no han logrado hacerlo en su mayoría con la elocuencia y la belleza como lo hace este film. Está completamente enfocado en sus caracteres pero al mismo tiempo trata de temas universales sin convertirlos en símbolos o ejemplos de algo.
Esos temas serían la identidad, la sexualidad, la familia, y sobre todo la masculinidad, algo que se vuelve candente en el último tramo del reencuentro con la madre y más que nada con Kevin, que vuelve a hablar con Black que a lo sumo expresa tres palabras seguidas, pero la expresividad es soberbia.
Hay que señalar que los diálogos en las diferentes instancias, escritos por Jenkins, adaptando el guión de una obra de Tarell McCrancy, son memorables. Se trata también de la ausencia de una figura paterna, se puede decir mucho más sobre este gran film, la fotografía, la música tan apropiada, la actuación espléndida. Barry Jenkins ha hecho una película que pocas veces se ve. No perdérsela de ninguna manera. ■

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