Excelente film israelí

5 enero, 2018

Haofe Miberlin (The cakemaker. Israel/Alemania,  2017). Dirección y guión: Ofir Raúl Graizer.

Thomas es el pastelero de Berlín, llega imprevistamente a Jerusalén. Cuando el hombre de negocios israelí, Oren, entra a un agradable café en Berlín, donde Thomas ejerce su oficio, la conexión entre los dos hombres es inmediata, no sólo física probablemente sentimental.

Oren visita Berlín todos los meses y mantiene su vida doble sin que se enteren, Anat, su esposa y su hijo, en Jerusalén.

De alguna manera a Thomas le podría caer mal que Oren no confiese esta dualidad a su mujer, pero justamente es la actitud moderada la que enriquece al personaje.

Algunos meses después, tal vez un año, Oren fallece en un accidente automovilístico, Thomas queda en un limbo psicológico, buscando alguna manera de salir del estado de estupor, hace las maletas, compra un pasaje ida y viaja a la ciudad de su amante.

En este lugar entra al pequeño café dirigido por la viuda desolada, Anat, conoce al hijo de Oren Itai y le pide trabajo en el lugar, pero ella no puede emplear a nadie con su modesta entrada.

De todas maneras, Thomas vuelve para insistir y entonces lo contrata como lava vajillas, algo la atrae de él, tal vez su condición de extranjero en ese punto de su vida.

Luego el film continúa narrando el desarrollo de las relaciones de Thomas con Anat y su hijo, en tanto, él sigue escondiendo su secreto, en esas relaciones también figura Moti, el cuñado religioso de Anat, un personaje con conexiones que se ocupa de que el café reciba el certificado de kashrut, pese a tener una persona no judía entre el personal, también este personaje se ve conquistado por el carácter agradable de Thomas y hasta le consigue una vivienda respetable.

Jana, la madre de Oren, también queda prendada por el simpático extranjero. La relación entre ambos trae a la pantalla algunas de las escenas más hermosas del film, probablemente por las cosas que no se dicen pero que se les transmiten a los espectadores de una manera elegante y sutil.

Durante el trabajo en el café Thomas asciende a pastelero y el lugar se beneficia económicamente por su pastelería y algunas tomas lo presentan en su trabajo, hasta en primeros planos, buen trabajo del fotógrafo. Pero esta película no es una de tantas que se ocupa de comida, es ésta una ópera prima y por cierto que las escenas del trabajo son muy logradas.

Graizer incorpora los elementos melodramáticos de la trama de un modo exacto y delicado, por ejemplo, cuando se mueve del pasado al presente y viceversa.

La actuación merece también ser señalada, es excelente, tanto de Kalkhof como de Adler ■

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