Esperando en Israel los restos del brigadista judío que luchó contra Franco

Benjamín Netanyahu y Juan Orlando Hernández Foto: GPO Kobi Gideon

En 2006, Yigal Cohen viajó de Jerusalén a Burgos, llamó a la puerta del Monasterio de San Pedro de Cardeña y, ante la estupefacción de los monjes, pidió visitar la tumba de su pariente Meir Levi, un brigadista judío que luchó contra Franco en la Guerra Civil española, y cuyos restos quiere «traer a Israel».
«Uno de los frailes me dijo que había limpiado su tumba, pero que hace tiempo decidieron meterlos a todos en una fosa común», explica Cohen que descubrió en su viaje, lo que le hizo dudar sobre cómo recuperar los restos del único voluntario localizado de los 300 que salieron del entonces Mandato Británico de Palestina (1922-48), actualmente Israel, para unirse a las Brigadas Internacionales.
Todo comenzó hace más de una década con preguntas sobre una vaga historia familiar, a las que en España nadie quería dar respuesta.
«Nadie quería hablar de la Guerra Civil, hasta ahora sigue siendo un tema muy delicado en España, aunque han empezado a abrir la caja», dice sobre sus indagaciones, hasta que un sobreviviente brigadista en Israel le mostró una fotografía de la tumba de Levi en el Monasterio en los años sesenta.
En Israel, acudió al Rabinato y a la Embajada española, y fue con la colaboración de Eli Brauner, un familiar y genealogista, que contactó con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), quien le habló del médico forense Francisco Etxeberría, que realiza exhumaciones y análisis de restos, en virtud de la Ley de Memoria Histórica, aprobada en 2007.
San Pedro de Cardeña estuvo abandonado durante la contienda civil y se utilizó como cárcel o campo de concentración para republicanos españoles y miembros de las Brigadas, «y en el que algunos murieron por hambre y enfermedades, por pena; no son ejecuciones», explica Etxeberría, como podría haber ocurrido con Levi.
De su investigación histórica, tras recibir los reclamos de familiares, comprobó que al menos 40 personas habían sido sepultadas de forma individual, entre ellos algunos extranjeros y dos judíos, que documentaron por el tipo de enterramiento: sin la cruz de madera y con piedras sobre la tumba.
Pero también descubrió que, después de 1951, el edificio fue ocupado por una orden religiosa y en su remodelación trasladaron los restos a una fosa común a cincuenta metros del cementerio, lo que complicó la manera de abordar las exhumaciones.
Etxeberría asegura desde España que ya cuenta con los permisos del Monasterio y que ahora elabora el proyecto y el presupuesto para iniciar las excavaciones, previsiblemente, este año; mientras que en Israel, Cohen espera la luz verde para viajar y traer los restos «cueste lo que cueste».
Sobre Levi han descubierto que se marchó en 1937, primero a Francia, cuando tenía entre 26 y 27 años, y que su muerte se certificó en un documento en hebreo del 26 de mayo de 1938 del Partido Comunista, al que pertenecía y por el que había sido detenido y herido en una manifestación contra las autoridades británicas en Jerusalén, según publicó la prensa de entonces.
Los británicos no simpatizaban con estos militantes, a los que dejaban marcharse a Europa. Hasta 300, según la base de datos que elabora Brauner, se unieron a los 40.000 brigadistas internacionales y se calcula que más del 15 % eran judíos de todo el mundo.
«Meir (Levi) entendió algo que la nación (España) no entendía: que Franco era un fascista y que quería conquistar el mundo. Ahora deberías entenderlo. No era no una persona rica, se fue con su propio dinero», reconstruye Cohen.
El tío de Cohen entregó una muestra de su ADN antes de morir, que ahora permitirá identificar los restos de Levi, y completar uno de los 70 casos de voluntarios que murieron de los cientos que salieron de la región para combatir el totalitarismo en Europa. EFE y Aurora

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