Encuentros y desencuentros de Abbás y Netanyahu en Moscú

14 septiembre, 2016
Foto Kremlin

Joseph Hodara

¿Cuáles son las intenciones de Putin cuando insiste en promover un encuentro entre el Presidente palestino y el Primer Ministro israelí? ¿Le interesa en verdad animar pasos que conducirían a un entendimiento entre estos actores? Y en este proyectado diálogo, ¿cuáles son los intereses que en verdad Rusia persigue?

Cabe encontrar respuestas a estos interrogantes en la reanimación de la política imperial rusa en el Medio Oriente. Dos circunstancias lo explican. Por un lado, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia han debilitado la presencia militar y económica en la región; sostienen que los conflictos seculares entre las diversas ramas musulmanes no pueden ser resueltos por el Occidente cristiano y que lo que en verdad interesa es impedir o al menos moderar el flujo masivo de refugiados hacia los países europeos.

Por otro, el declive de los precios del petróleo ha fraguado una nueva realidad: la importancia de los países árabes como surtidores del oro negro y el peso internacional de la OPEP en tanto coalición de productores se ha debilitado considerablemente en los últimos años. Como resultado de innovaciones tecnológicas, en los últimos años las necesidades de Estados Unidos en materia de hidrocarburos son satisfechas considerablemente con recursos propios.

En estas circunstancias, Moscú detecta la oportunidad de afianzar su presencia en el Medio Oriente. La normalización de sus nexos con Turquía, el firme apoyo al gobierno sirio, y la coordinación de sus iniciativas militares con Israel: canales que le permiten multiplicar la influencia en esta región. Los repetidos diálogos entre el Presidente palestino Abbás y el líder ruso Putin complementan este rumbo.

Falta un eslabón: competir con Washington y París en el empeño dirigido a animar algún entendimiento entre Jerusalén y Ramallah. Sin altas expectativas, Putin presiona en esta dirección. Supone acertadamente que Netanyahu y Abbás tienen desiguales expectativas respecto a las cercanas deliberaciones en las Naciones Unidas respecto a la cuestión palestina. Moscú ya se perfila como árbitro, papel que habrá de multiplicarse si Washington resuelve en esta oportunidad no imponer su veto para evitar sanciones en contra de Israel. En cualquier caso, esta presencia neoimperial es un nuevo factor que israelíes y palestinos deberán considerar.

 

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