El tsunami diplomático de Netanyahu en Oriente Medio y África

Idriss Déby y Benjamín Netanyahu Foto: GPO Amos Ben Gershom vía Facebook

Pablo Sklarevich
Resulta paradójico que la coalición del Gobierno del primer ministro, Benjamín Netanyahu, esté en uno de sus peores momentos con la más estrecha mayoría de diputados (61 contra 59) en la Knéset (Parlamento) y el primer mandatario con la amenaza de procesamiento por supuestos cargos de corrupción; cuando al mismo tiempo, la posición internacional del país es cada vez más fuerte.
Mientras en el horizonte se divisa un probable adelantamiento de las  elecciones, originalmente programadas para el 5 de noviembre de 2019; Israel acaba de firmar un estratégico acuerdo con Chipre, Grecia e Italia para la creación de un gasoducto que llevará gas a Europa.
Entre tanto, los palestinos continúan profundamente divididos. Hamás, a imagen de semejanza de Hezbollah en el Líbano, busca conseguir la disuasión militar frente Israel. Se trata de una apuesta que podría llevar al grupo terrorista islámico al borde del abismo.
Paralelamente, el ex ministro de Defensa, Moshé Yaalón,  reveló lo que todos saben: que las amenazas de la Autoridad Palestina de suspender la coordinación en materia de seguridad con Israel son fútiles; porque las Fuerzas de Defensa de Israel en Cisjordania (Judea y Samaria) son fundamentales para reprimir a los militantes islamistas de Hamás que de otra manera, matarían o echarían sencillamente a los líderes de Ramallah de la misma forma como lo hicieron en 2007, cuando los expulsaron de la Franja durante la Batalla de Gaza.
De hecho, los dirigentes palestinos observan con preocupación e impotencia el deshielo de las relaciones entre Israel y el mundo árabe e islámico, y temen que se trate de un tsunami diplomático  que los dejará en una posición aún más deteriorada.
Por lo pronto, el primer ministro ha prometido que su visita al sultán Qaboos bin Said al Said en Omán y el sorpresivo arribo del presidente del Chad, Idriss Déby, en Jerusalén, son apenas el aperitivo o un adelanto del desarrollo inminente de los vínculos diplomáticos del Estado judío en la región.
Como si fuera poco, la cálida visita del presidente checo Milos Zeman, recuerda que Netanyahu logró imponer una cuña en la Unión Europea, y el viejo continente está fuertemente dividido, con una Europa oriental y los Países Bálticos en gran sintonía con Israel.

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