¿El regreso del Estado en Oriente Medio?

24 agosto, 2016

Pablo Sklarevich
Las declaraciones del ministro de Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry, durante un cándido encuentro con estudiantes secundarios en la sede de la cancillería egipcia, no solamente no fueron del agrado –para decirlo de algún modo- del grupo islamista Hamás; sino que también desataron una gran alboroto entre los medios de comunicación del país del Nilo y del mundo árabe en general.
Más allá de las desmentidas, la declaración deja entrever que las elites del Estado egipcio siguen teniendo casi nada de simpatía por Hamás –la filial palestina de los Hermanos Musulmanes-, y que muy probablemente en un eventual conflicto con Israel, El Cairo no se apresurará a salir a defender a los islamistas.
Por lo demás, Shoukry destacó dos puntos: que no hay consenso internacional sobre la definición de terrorismo y que la intervención de un estado en los asuntos de otro va en contra de la Carta de la ONU.
Los dichos del canciller aluden a un difuso regreso del Estado. Durante los años ochenta y noventa, el énfasis fue puesto en la sociedad civil en contraposición con el Estado, identificado como el enemigo. El movimiento derechos humanos contribuyó a derribar las dictaduras latinoamericanas y los regímenes comunistas. Le siguieron la judicialización de la sociedad, el reinado de las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), el regreso de “Dios” (el fundamentalismo religioso) y el tribalismo. Toda esa movida parece haber quedado a la deriva con el auge del islamismo político y la retirada de Estados Unidos de Oriente Medio.
El 21 de agosto de 2013, el gobierno sirio asesinó con armas químicas a 1.400 personas en Ghouta, un suburbio de Damasco, entre ellos a cientos de niños. Obama había fijado una línea roja; pero venía de dos guerras heredadas en Afganistán e Irak, sumado el descalabro tras la caída de Muammar Gadafi en Libia. Sobre todo, las ansiadas negociaciones nucleares con Irán llevaron a Washington a buscar una salida elegante como el desarme químico del régimen sirio.
La vacilación norteamericana facilitó el terreno para la intervención de Moscú en Crimea, Ucrania y luego Siria.
Tal vez, los comentarios del canciller egipcio se enmarcan en el contexto del vago regreso, de alguna manera, de los intereses estatales personificados en los llamados “hombres fuertes”: Putin, al Sisi, Erdogan,  Netanyahu, etcétera.

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