El pastor cristiano y su "rebaño" que salvaron a los judíos de los lobos

20 octubre, 2018 ,

“No sé si son judíos. Yo sólo sé que son humanos”.
Esta fue la desafiante respuesta de un pastor francés cuando las autoridades colaboracionistas de su país le persuadieron para que dejara de ayudar a los judíos que huían del terror nazi.
El pastor se llamaba André Trocmé y el pueblo se llamaba Le Chambon sur Lignon, en el sur de Francia. Trocmé, junto a su esposa Magda Grilli, reunió en torno suyo y de su congregación un masivo movimiento de ayuda a refugiados judíos que escapaban de la persecución nazi que se esparcía rápidamente por Europa.
El pueblo de Le Chambon en pleno refugió en sus casas y granjas a los que huían y se tornó en lo que poco antes Trocmé había propuesto a su iglesia: convertir a Chambon en una Ciudad de Refugio.
Comenzaron con una Casa para los Refugiados que alimentaba, vestía y educaba a los perseguidos, pero la región llegó a albergar hasta 5000 mil personas. Muchos de ellos encontraban un refugio relativamente tranquilo en las casas y bosques de la región, o por lo menos conseguían descansar para continuar con su huida hacia otros países y continentes.
La iniciativa del pastor Trocmé no surgió de la noche a la mañana. Nada menos podía esperarse de un hombre cuya formación académica, su instrucción religiosa y hasta su servicio militar obligatorio estuvieron signados por un pacifismo altamente cristiano. Este hombre, que en su servicio optó por la cartografía en lugar de las armas, mostró una actitud desafiante ante la belicosa ocupación alemana de su país y la política complaciente del mariscal Pétain y su infame Régimen de Vichy, e imprimió en sus acciones humanitarias un sello imborrable que clamaba por la reconciliación a través de la paz.

La actitud de Trocmé ante la complacencia de los franceses con los nazis, luego del armisticio, siempre fueron de franca y abierta rebelión y, sin embargo, nunca se tornaron hacia la resistencia armada. Ante la imposición legal del saludo nazi a la bandera, por ejemplo, Trocmé y sus compañeros de ideales sencillamente desobedecieron.
Las actividades de protección que Le Chambon ofreció a los huérfanos de los campos de exterminio y a los franceses disidentes del régimen pro alemán fueron tan masivas que no tardaron en llamar la atención de las autoridades. Trocmé fue persuadido, amenazado e incluso encarcelado durante un mes para que las ayudas se detuvieran. Pero, aunque su pastor fue empujado a la clandestinidad después de la prisión, su pueblo nunca cesó en los altos objetivos que se había propuesto. Tal era la semilla y tal era la catadura moral de la población en la que fue sembrada.
Luego de la guerra, fiel a sus principios, prosiguió con una cruzada de promoción del arrepentimiento, el perdón y la paz que lo llevó a muchos lugares del mundo. Los centros en Francia que antes refugiaban a perseguidos ahora acogían a activistas y eventos que buscaban tales fines. Su testimonio se propagó en derroteros realmente universales y se asoció con importantes personajes afines de la época para lograrlo.
Un poco antes de su muerte en 1971, Yad Vashem reconoció como Justo entre las Naciones al pastor André Trocmé y en 1984 hizo lo propio con su esposa Magda.

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