El oscuro final del «carnicero de Riga» en Paraguay

9 abril, 2017
Edward Roschmann Foto: Wikipedia Dominio Publico

Un libro devuelve a la actualidad al nazi Eduard Roschmann, conocido como «el carnicero de Riga», la ciudad letona donde comandó el gueto en el que fueron asesinados miles de judíos, del que huyó para refugiarse en Buenos Aires y fallecer Asunción, donde la desaparición de su cadáver sigue siendo un enigma sin resolver.

Es una de las interrogantes recogidas en «El carnicero de Riga en Paraguay», del periodista Juan Cálcena, que repasa el recorrido de Roschmann desde su afiliación al Partido Nazi hasta su muerte en 1977, cuando el ex miembro de las SS escapaba de un cerco interrumpido por un ataque cardíaco.

Otra incógnita planteada es si Roschmann, uno de los protagonistas de «Odessa», la célebre novela de Frederick Forsyth, se dirigió a Paraguay buscando el abrigo del dictador Alfredo Stroessner, de origen alemán.

El régimen había dado antes la cédula paraguaya a Josef Mengele, el médico de las SS conocido por sus experimentos con los presos en Auschwitz, que murió en Brasil en 1979.

«Creo que eligió Paraguay porque tenía contactos acá. Además la dictadura ignoró el hecho, no hay registro de migraciones y tampoco aparece en el Archivo del Terror», dijo Cálcena, en referencia a los documentos descubiertos en Asunción sobre los operativos represivos de la dictadura.

Roschmann recaló en Asunción bajo el nombre de Federico Wegener, que usó en Argentina, años después de abandonar el gueto de Riga, donde se le atribuyen miles de muertes.

Cálcena habla de 4.000 muertos bajo su mando, algunos abatidos personalmente por Roschmann, según testimonios citados en su libro, publicado esta semana.

«Según mi documentación fue el responsable de la muerte de 4.000 personas en el gueto, aunque se le llegaron a atribuir hasta 40.000», señaló el autor.

Una fuente usada por Cálcena es Ingeborg Hesse, alemana residente en Riga y casada con un judío, que en 1991 publicó su testimonio en Australia, donde falleció.

«Roschmann la amenazó con matarla a ella, a su marido y a su hijo si no le otorgaba sus favores sexuales. Fue su esclava sexual», indicó Cálcena.

En 1944, tras un año en Riga, Roschmann deserta del gueto, se cree que por la proximidad del Ejército soviético, y se le localiza en Graz (Austria), su ciudad natal.

Tres años después es apresado por las tropas británicas, que lo conducen al centro de detención de Rimini (Italia), donde escapa en medio de la nieve.

Reaparece en 1948, en el consulado argentino en Génova, donde solicita un visado a nombre del checoslovaco Federico Wegener, con el que viaja en un vapor rumbo a Buenos Aires.

Allí trabaja de administrativo y se casa con su secretaria, pese a que estaba desposado en Austria con Helene Vidmar.

Es el primer quebradero de cabeza para Roschmann, que a mediados de los cincuenta se topa con una denuncia de Vidmar por bigamia, que llega a las autoridades argentinas.

«Entonces se desplaza a Brasil, donde está unos tres años, aunque no hay ningún documento al respecto», dijo Cálcena.

De nuevo en Buenos Aires, a los diez años se le concede la nacionalidad argentina y vive plácidamente.

Hasta 1976, cuando un tribunal alemán le reclama por crímenes de guerra y un año más tarde es detenido en esa ciudad, lo que tiene una gran repercusión mediática en Argentina.

Identificación falsa argentina suministrada a Roschmann a nombre de Federico Wegener
Identificación falsa argentina suministrada a Roschmann a nombre de Federico Wegener

«No hay que olvidar que en 1972 salió Odessa y en 1974 la película», indicó Cálcena, que también tuvo acceso a la correspondencia que mantuvieron Forsyth y Simon Wiesenthal, el famoso cazador de nazis.

Sin embargo, Roschmann escapa de la comisaria, según el autor debido a que «alguien le facilitó la huida».

El cinco de agosto de 1977 se traslada en autobús a Asunción y se aloja en una pensión del centro.

A las dos semanas sufre un ataque cardíaco y es llevado al Hospital del Clínicas, donde muere quince días después, a los 69 años.

La prensa paraguaya se hace eco de que se trata de Roschmann, aunque el régimen de Stroessner evita pronunciarse.

«Solo bastante después la Policía mandó sus huellas dactilares a la Interpol, que hizo la identificación», dijo Cálcena.

Luego la jugada final de Roschmann, criminal de guerra y maestro de fugas: la desaparición de su cuerpo en la morgue del Hospital.

«Se habló de donarlo para experimentos a los estudiantes de medicina pero el cuerpo desapareció. Nadie sabe qué pasó, nadie sabe dónde está. Evidentemente hubo una complicidad», dijo Cálcena. EFE

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