El número de parejas mixtas crece en Israel, pero su aceptación no tanto

Ilustracion Foto: Jason Hutchens Wikimedia CC BY 2.0

Una de cada diez parejas en Israel es interconfesional, y la parte no judía, que es mujer en el casi 60 por ciento de los casos, suele quejarse de estar en desventaja frente a las instituciones y también frente a la sociedad.
En Israel, los matrimonios se celebran solo bajo el marco de las autoridades religiosas de las diferentes religiones Es decir, los judíos se casan bajo el tribunal rabínico, los cristianos bajo las autoridades cristianas reconocidas y así con los diferentes grupos.
El matrimonio mixto es considerado por líderes judíos tradicionalistas en Israel y el mundo como una de las principales vías hacia la asimilación, es decir, la pérdida de la identidad judía. Esta es uno de los principales retos para la continuidad del pueblo judío y un signo de rechazo a los vínculos con la historia común y el destino del pueblo, así como una traición a los ancestros que han sufrido persecuciones para mantener vivo al judaísmo.
Según datos publicados en el pasado por el investigador Sergio Della Pergola, los números de matrimonios mixtos en la diáspora son bastante elevados: Más de 75% en las repúblicas de la ex Unión Soviética, en EEUU cerca del 55%, y en países como Francia alrededor del 40%.
En Israel el asunto de los matrimonios mixtos, que representa un 10% de las parejas, y el papel del rabinato, es motivo de disputa: «Por un lado tenemos un país súper moderno y por otro las actividades más fundamentales de la vida, casarse, divorciarse y morir, están controladas por los religiosos, como en la Edad Media», lamenta Ester Ben Tsion, casada con un austríaco católico.
Ben Tsion se casó en Chipre, donde lo hacen la mayor parte de israelíes que no quieren o no pueden pasar por el aro del rabinato.
«Pero para alegría de mis padres, el judaísmo de los hijos se trasmite por la madre, así que mis hijos son kosher», dice con sonrisa irónica, refiriéndose a la nomenclatura para la comida permitida por la ley judía.
En el otro lado de la ecuación está A., quien prefirió no revelar su nombre; una mexicana católica no practicante que se casó con un israelí y se sintió presionada para convertirse al judaísmo precisamente por el asunto de la descendencia.
«Me convertí en México, después de que entendí que para I., mi ex ahora, y sus padres, era importantísimo que yo fuera judía», rememora A.
La pareja vivió en Israel durante seis años antes de que A. se convirtiera: «Claro que sentía que me trataban diferente por no ser judía. Principalmente en lugares como el Ministerio del Interior, donde teníamos que ir a cada tanto para demostrar que éramos pareja con el fin de renovar mi residencia».
A. dice que desde que se convirtió, todo es diferente. Para mejor.
Según las últimas cifras sobre matrimonios mixtos citadas por un informe de la Knéset (Parlamento) de 2008, hay 92.612 parejas mixtas en Israel, siendo la parte no judía de la pareja mujer en casi un 60 por ciento de los casos. En una gran mayoría de ellos las esposas provienen de la antigua Unión Soviética, de judaísmo dudoso o no judías en absoluto.
En cualquier caso, el Ministerio del Interior, encargado de clasificar y validar el judaísmo, que debe ajustarse a los rígidos criterios de la ley judía (Halajá), las categoriza como «otras». Otras no judías.
De este modo, los hijos de la mayoría de esas uniones no son considerados judíos por la Halajá y por lo tanto tampoco podrán casarse en Israel.
Aunque las parejas que peor lo tienen son las compuestas por parte judía y parte musulmana.
El pasado mes de octubre de nuevo saltó a la actualidad pública un asunto privado: el matrimonio entre un actor israelí judío, Tsahi Halevi, con una periodista árabe israelí musulmana, Lucy Aharish.
El ministro del Interior, Aryeh Deri, declaró a la radio del Ejército (Galei Tzáhal) a la mañana siguiente de la boda, que fue celebrada en un lugar no revelado por la pareja y en la más estricta intimidad, que ese matrimonio «no era correcto», ya que «la asimilación está consumiendo al pueblo judío».
Deri abundó que una madre musulmana y un padre judío tendrán hijos que se enfrentarán a «serios problemas» en Israel, e invitó a Aharish a convertirse al judaísmo.
El controvertido parlamentario del Likud Oren Hazan, también se manifestó en su cuenta de Twitter.
«No acuso a Lucy Aharish de seducir un alma judía para hacer daño a la nación y obstaculizar que más descendientes de judíos continúen la línea judía. Al contrario, es bienvenida a convertirse», propuso.
Los comentarios de Deri y Hazan fueron muy criticados por otros parlamentarios.
Yoel Hason, de la plataforma Campo Sionista, publicó en medios sociales que las palabras de Hazan revelaban «la cara oscura, racista y vergonzante» del partido gobernante Likud, y su compañera de partido, Shelly Yajimovich, escribió que esa actitud de querer solo «pura sangre» en la comunidad era reprobable.
El director de comunicaciones y asuntos públicos de la Agencia Judía, Igal Palmor, compartió que, a su juicio, este asunto de las parejas mixtas que salta de vez en cuando a la prensa pertenece al ámbito del cotilleo (chisme) y que «quienes lo critican son extremistas».
Sin embargo, el líder del partido de centro Yesh Atid (Hay Futuro), Yair Lapid, también ha dicho en más de una ocasión que lamenta estos casos.
Y Palmor lo explica así: «Es un sentir apoyado en la idea de que el pueblo judío es minoría, siempre anduvo perdiendo gente, en el Medievo, en los pogromos, la Shoá (Holocausto), y gente como Lapid siente pena por cada persona que se va del colectivo».
«Pero se puede conservar la identidad cultural y religiosa de otras maneras, no solo a través del matrimonio», zanja. EFE y Aurora

Compartir
Subscribirse
Notificarme de
guest
13 Comentarios
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios