El milagro israelí

28 septiembre, 2016

Pablo Sklarevich
Si se consideran los inmensos desafíos, incluyendo el terrorismo crónico, los frecuentes conflictos militares, el enorme gasto de defensa, la falta de recursos naturales y la necesidad de integrar a gente que ha llegado de diferentes partes del mundo y culturas completamente diferentes, el país debería estar sumergido un caos. Sin embargo, la economía israelí parece bastante resistente.
Más aún, las tasas de inflación y desempleo siguen registrando un mejor nivel que en Estados Unidos y Europa occidental.
Desde un pobre comienzo en los años cuarenta, el PBI por cápita de Israel es actualmente comparable al promedio de los países de Europa occidental, a grandes rasgos como el de Italia. Israel ha sido uno de los pocos países cuya economía no se contrajo durante la crisis financiera internacional que comenzó en 2007.
Aparentemente, los israelíes han hecho del inconformismo y la indocilidad un arte y una industria. Parecen ser una de las poblaciones con mayor habilidad empresarial del planeta, cuyas capacidades de innovación han dado lugar a lo que se suele denominar como el país del Start Up (“Start Up Nation”). Con una población de ocho millones de personas, Israel tiene más de seis mil empresas start-up. El índice de innovación de Bloomberg, colocaba, en 2015, a Israel por encima de EE.UU., Francia y Gran Bretaña. El número de start-up en Israel es mayor que en Europa occidental y no per cápita, sino en términos absolutos. Las compras de compañías de alta tecnología por parte de inversores extranjeros inyectan anualmente miles de millones de dólares en el país.
Mientras la popularidad del primer ministro y su Gobierno cae en las encuestas; difícilmente se puede pesar que el país esté aislado.
A pesar de la pésima relación entre Obama y Netanyahu; EE.UU. acaba de suministrar un paquete de ayuda militar de 38 mil millones de dólares para la próxima década.
Más aún, el acuerdo de las potencias mundiales con Irán ha debilitado a los países sunitas, empujándolos hacia Israel. El acuerdo de venta de gas a Jordania por 10 mil millones de shekels, para los próximos quince años, y la reciente editorial en un diario saudita criticando al presidente palestino, Mahmud Abbás, por haber rechazado la invitación de Netanyahu a la Knéset (Parlamento) son signos evidentes del fortalecimiento de la posición internacional del país.

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