Investigación del Instituto Weizmann de Ciencias
Israel está sometido a tormentas de arena y polvo de varias direcciones: del noreste del Sahara, del noroeste de Arabia Saudita y del suroeste de las regiones desérticas de Siria. La arena transportada por el aire en estas tormentas afecta la salud de las personas y los ecosistemas por igual.
Una nueva investigación en el Instituto Weizmann de Ciencias sugiere que parte del efecto podría no estar en las partículas de polvo, sino más bien en las bacterias que se aferran a ellas, viajando cuantiosos kilómetros en el aire con las tormentas.
Algunas de estas bacterias pueden ser patógenas, perjudiciales para nosotros o el medio ambiente y algunas de ellas también llevan genes resistentes a los antibióticos. Otras pueden inducir en las funciones del ecosistema como la fijación de nitrógeno.
El Prof. Yinon Rudich y su grupo de investigación, incluyendo a Daniela Gat (postdoctorado) y el ex estudiante de investigación Yinon Mazar, en el Departamento de Tierra y Ciencias Planetarias de Weizmann, investigaron la genética de las bacterias eólicas que llegan junto con la arena.
“En esencia, investigamos el microbioma del polvo transportado por el viento”, manifiesta Rudich. “El microbioma de una tormenta de arena originada en el Sahara es diferente de uno que sopla desde los desiertos saudíes o sirios y podemos ver el ajuste entre la población bacteriana y las condiciones ambientales existentes en cada área”.
Los investigadores descubrieron que durante una tormenta de arena la concentración de bacterias y el número de especies bacterianas presentes en la atmósfera aumentan bruscamente, por lo que la gente que camina al aire libre en estas tormentas está expuesta a muchas más bacterias de lo habitual.
El microbioma es transportado por el viento en las tormentas de arena
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