El mercader de Venecia, una mirada vigente

1 noviembre, 2018
Foto Wikipedia

Dra. Bejla Rubin
El Mercader de Venecia, ¿obra antisemita o depende de la mirada e interpretación de quien la ponga en escena, acorde a su propia fantasmática? Shakespeare, dramaturgo brillante, sensible, y como todo buen artista, un adelantado a su época, delata sin que se lo proponga lo que hace al alma humana, sus artilugios y vericuetos, y esto compete a la función de todo poeta que sabe delatar lo que compete a cualquier individuo en lo más profundo de su inconsciente.
Entonces, todos somos o podemos ser en parte Shylock, aquel judío, Mercader de Venecia, porque a la hora de la segregación, todos somos “judíos”, amén de que a cada sujeto, por su sola condición de humano, le corresponde pagar “su libra de carne” como en el reclamo de aquel Shylock, en esa justa medida que es la de saldar la deuda que cada uno tiene para con el Otro y para con uno mismo, y de no pagarla, o sea , viviendo gratis, se transita entonces por este mundo a expensas de algún otro, ergo, cuando esto acontece nos transformamos en unos perfectos canallas.
La medida entonces, es la libra de carne, pero que no vaya acompañada de sangre, la sangre del semejante, llamada hoy en día guerras, campos de concentración, procesos de reorganización nacional, injusticias y miserias colectivas. Tampoco faltó sangre derramada en la época shakespiriana, y cuando ésta es vertida, es el exceso que rebalza la medida de cada deuda como pago y se establece así el concepto de masacre. Siendo así, Shylock nos convoca y refleja a todos, judíos y no judíos, y muestra nuestras miserias ocultas, siendo ellas el estatuto de cada sujeto en su condición de tal, y William Shakespeare bien supo leer la condición estructural del humano en cada una de sus obras y las dio a ver.
Entonces con Hamlet tenemos a un hijo que debe vengar la muerte de su padre por tu tío para apropiarse de su viuda y que el poeta usa esa hermosa metáfora cuando refiere “ economía, economía , los convites del entierro sirven a la boda”, pero lo que aquí nos convoca como interrogante es porqué el príncipe Hamlet de Dinamarca retarda la venganza y ésta se transforma en una “chapucería”, pues hasta llegar a dar muerte a su tío son otros los que se le adelantan en la tumba, quizás podríamos conjeturar porque el propio hijo, en su fuero más íntimo también deseaba la muerte en esa justa competitiva con su padre.
Otra obra emblemática es Otelo, el celoso, afecto inútil que llevado al extremo tiene consecuencias funestas. Lady Macbeth símbolo de la traición y la codicia. Romeo y Julieta, el amor eterno y la intolerancia en cuanto a las diferencias familiares siendo así la juventud inocente la sacrificada. Volviendo a Shylock , desde nuestra concepción debemos leer la obra del escritor como un alegato a lo que acontece dentro de lo profundo de cada ser humano, sus miserias y sus codicias, darle otra connotación es pura política oportunista, antisemita, segregativa y chabacana.■

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