El judeoespañol, una lengua todavía viva en Israel en peligro de extinción

Ohel Moshe Foto: Deror Avi Wikimedia CC BY-SA 3.0

Las callejuelas y las casas de piedra marrón del barrio de Ohel Moshe, en el que hace más de un siglo se establecieron judíos de origen sefardí de todo el Imperio Otomano, se esconden entre altos edificios modernos de Jerusalén, una zona donde el judeoespañol que llevaron se oye cada vez menos.
Pese al desarrollo urbanístico de la ciudad, el barrio conserva en gran parte su aspecto y espíritu original, su población sigue siendo mayoritariamente religiosa y las raíces sefardíes se palpan en sus calles estrechas, donde se observan muchos paneles históricos que recuerdan las primeras familias instaladas, que en su mayoría tenían el ladino como lengua materna.
Actualmente, el idioma principal de la gente de Ohel Moshe es el hebreo, pero el judeoespañol, cuenta la hispanista israelí Ilil Baum, doctora experta en la lengua de los sefardíes antes y después de su expulsión de la Península Ibérica, está aún presente en ciertas esferas, una realidad también existente en otros lugares del país.

Ohel Moshe Foto: Aude Wikimedia CC BY-SA 4.0

«Hoy aún vive gente en Israel que tiene el ladino como lengua materna», remarca Baum, que alerta, «solo los abuelos lo hablan, ya no hay niños que lo tengan como primer idioma y está en peligro de extinción».
La docente, descendiente de una familia askenazí de origen polaco, aprendió ladino durante sus estudios de lingüística, y ahora transmite la lengua a sus alumnos en la Universidad de Bar Ilán (cerca de Tel Aviv).
Un estudio de este centro universitario calcula que en Israel hay unas 250.000 personas que poseen algún conocimiento de judeoespañol, «pero que lo hablen de manera fluida son máximo unas 100.000», añade Baum, que remarca, «pese a la pérdida de hablantes, en el país se realizan eventos relacionados con la cultura sefardí cada semana, y hay muchos actos en ladino».
Para el académico en Israel de la Real Academia Española (RAE), escritor y dramaturgo sefardí Shmuel Refael Vivante, este idioma procedente del castellano medieval que se mantuvo entre las comunidades descendientes de los judíos expulsados en 1492 de la península ibérica «ya no se usa como lengua diaria, pero sí como herramienta de identificación cultural».
Actualmente, la música de tradición sefardí se transmite en multitud de pequeños conciertos, y se trata de un folclore que pervive más de cinco siglos después del destierro de los judíos de Sefarad (la Península Ibérica).
En Ohel Moshe, Miriam Nadav, de 84 años, de origen sefardí, cuenta que sus raíces remotas se sitúan en Cuenca, de donde su familia huyó a finales de siglo XV para instalarse en Siria, y más adelante en Hebrón, ciudad en la que nacieron su abuela y su madre, quiénes le transmitieron el judeoespañol con el que ahora intenta hablar a sus nietos y bisnietos.
«Treinta años atrás, en el barrio solo se hablaba ladino», comenta Nadav, residente desde hace 60 años en la zona, donde conoció al que fuera quinto presidente de Israel, y el primero sefardí, Itzhak Navón, nacido en Ohel Moshe que, además de político, fue dramaturgo, escritor, historiador e imagen viva de la cultura sefardí en el país, la cual regeneró con una prolífica obra escrita y televisiva.
Navón, que murió en 2015, fue el autor de la famosa obra teatral denominada Bustán Sefaradí (Jardín Sefardí), una pieza musical escrita en ladino en la que relata sus recuerdos y la vida en la década de 1930 en Ohel Moshe, que se ha representado durante 28 años seguidos en el Teatro Nacional de Israel.
Nadav, que cocina unos dulces de canela llamados «curabien» a partir de una receta que aprendió de su abuela, comenta que conoce a personas de su generación del barrio con las que aún se comunica en judeoespañol, pero lamenta, «ya no hay mucha gente que lo hable y podría desaparecer».
Entre su música preferida está el álbum «Pasar la Ora», un recopilatorio de canciones sefardíes del «kantador» Moni Moreno Ermoza, que asiste a menudo a las ceremonias de la sinagoga cercana de Mazqeret Moshe, uno de los pocos templos de Israel en los que aún se celebran ritos en esta lengua castellana de raíces medievales con aportaciones de idiomas como el francés, portugués, griego o turco.
Para preservar el ladino, en Israel también está la «Autoridad Nasionala del Ladino», institución creada en 1997 por una ley parlamentaria con el objetivo de proteger un legado cultural y un idioma que cada vez hablan menos personas, pero que lucha para sobrevivir. EFE y Aurora
 

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