El discreto encanto del Estatus Quo

1 noviembre, 2018
UNRWA, Jerusalén. Foto Wikipedia

 Elías Farache S.
El Estatus Quo es una condición peligrosa. En cierto sentido, y para ciertas circunstancias, parece ser una solución de compromiso entre algo que más o menos funciona por tradición y costumbre, frente a algún cambio que se perfila aceptable en la práctica, pero ante el cual hay temor y resistencia.
En el Medio Oriente, el tema de mantener el estado imperante de las cosas parece una especialidad. En Israel, respecto al uso de transporte público en el sábado, infringiendo la ley religiosa en caso de activarse, se sigue un curioso mecanismo en Haifa: los autobuses que en otras ciudades no pueden funcionar, sí lo hacen en Haifa durante parte del Shabat, en virtud de preservar el uso y costumbre que fija el estatus quo.
En Haifa la competencia de transporte público llevó a compañías de dueños judíos a prestar servicios los sábados antes de la proclamación de independencia. Pero este es un tema menor respecto a otros mucho más delicados. Por ejemplo, existen campos de refugiados palestinos en países árabes, que datan de los 40 y los 50. Estos días se relata un conflicto entre Hamás y Al Fatah en el campo de Mieh Mieh, al sur del Líbano. Mieh Mieh es un pequeño campo de refugiados, establecido en 1954, de unas 5200 personas, según datos de la UNRWA.
Es algo que sirve como piloto para preguntar respecto al tema de refugiados: ¿Por qué existen refugiados palestinos desde 1954 en un país árabe? ¿Por qué no se han integrado a la sociedad y población regular libanesa, que además es relativamente diversa? 64 años de campo de refugiados, en este caso particular (que se repite en proporciones mucho mayores, por centenares de miles, en otras latitudes cercanas), son tres generaciones de personas que ya no son desplazadas, sino técnicamente abandonadas por el gobierno del país donde tienen asiento.
Una extraña forma de preservar un cruel estatus quo. El gobierno de Benjamín Netaniahu y sus adeptos, ha sido algo así como cultor quizás del estatus quo que se refiere al conflicto palestino-israelí. Pareciera que entienden al estatus quo como una forma viable de existir y coexistir. En términos de hechos y realidades, parece lógico. Los Acuerdos de Oslo que tantas esperanzas parecieron sembrar en la década del los 90, y tan pocos hechos ciertos permitieron cosechar, se fueron al traste. La razonable, en teoría, solución de “dos estados para dos pueblos”, y el mecanismo de “tierras por paz”, no funcionaron en la práctica.
Conflictos, intifadas, negociaciones fallidas, inculpaciones y un sinnúmero de iniciativas de paz fracasadas. Además, dos entes palestinos, uno en la Margen Occidental bajo la tutela de la Autoridad Nacional Palestina, y otro en Gaza bajo el mando de Hamás. Escaramuzas muy frecuentes. Atentados terroristas. Apuñalamientos y otros inventos para amedrentar a los israelíes. Respuestas militares en represalia, que no terminan de terminar con estos desagradables y mortales incidentes. Pero ese es el Estatus Quo. Netaniahu y sus adeptos, se valen de hechos ciertos para evitar concesiones peligrosas o arriesgadas. Se pueden manejar con la situación imperante. Un conflicto de baja intensidad, con sus picos cada cierto tiempo. Pero que no amenaza, como en décadas anteriores, la existencia misma de Israel. Con campañas diplomáticas que desgastan a todos, enfrentamientos en foros internacionales, movimientos en contra de Israel, propaganda manipulada y presión.
Pero, en definitiva, una situación manejable que se basa en mantener lo existente, administrarse con ello y no buscar cambios que calienten el ambiente más de lo que está. Parece también que los líderes árabes, y palestinos en particular, disfrutan del estatus quo. Después de todo, tienen campos de refugiados que generan ingresos en ayudas recibidas. Además de presencia mediática permanente acusando a un tercero de una desgracia que no se animan a resolver. Y siempre pueden culpar a Israel de todos sus males.
El discreto encanto del estatus quo parece haber seducido a muchos en el Medio Oriente. No hacer cambios y que la situación se depure por causas y condiciones propias de la dinámica de las sociedades en conflicto. La perpetuación de un dinámico estatus quo parece determinar que nada es tan apremiante como para cambiar las cosas y situaciones que, aunque desagradables, son producto de la costumbre y el oficio de saberlas sobrellevar con sobresaltos, pero sin mayores sorpresas. El discreto encanto del Estatus Quo revela la poco discreta posición de a quienes poco les importa el día a día y el destino de quienes están bajo su responsabilidad. Mientras… se sigue por la fuerza de la costumbre. Estatus Quo….■

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One thought on “El discreto encanto del Estatus Quo”
  1. No veo que el status quo tenga el mas mínimo “charme discret de la bourgeoisie”. Es un lamentable pis-aller sin alternativas viables que hemos debido aceptar bon gré mal gré.

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